Hoy me apetece revelar por aquí una serie de secretillos absurdos que tengo referentes al mundo del fútbol.
La verdad es que el fútbol como parte de la cultura de masas me deja bastante indiferente. No soy desde luego hincha de ningún equipo (es más, el propio concepto de ser hincha de un equipo siempre me ha resultado extraño, porque los propios jugadores van y vienen según quién les pague mejor), y ni siquiera los partidos de la Roja me interesan realmente.
Pero en la órbita del mundo del fútbol hay un montón de pequeñas cosas que me llaman la atención. Una de ellas, las equipaciones. Recientemente descubría que el Real Madrid ha sacado a la venta una nueva equipación de color morado que me ha dejado fascinado, y que me planteo seriamente comprar, si descubro dónde conseguirla menos cara que en las tiendas oficiales. La pregunta es qué haré luego con ella, ya que la gente que me conoce se quedaría a cuadros, y la que no me conoce enseguida me etiquetarían de madridista y vendrían a hablarme de fútbol o a bromear, y bueno, imaginaos qué escena decirles que sólo me la compré porque me encantaba el color. Quizás acabaría usándola de pijama, como ya me pasó...
...el año que España ganó el mundial. Unos meses antes, supe de un chico que importaba de China equipaciones originales pirateadas, y conseguí mi favorita: la de Portugal, con esa bonita mezcla de rojo brillante y verde, y el escudo sobreimpreso. Poco después España ganaba, y evidentemente nunca salí a la calle con mi camiseta de Portugal. (A todas estas he de decir que la equipación de España tampoco estaba nada mal).
Otro secretillo: cuando España ganó este mundial, no os voy a negar que sentí un cierto subidón de alegría. Pero la verdad es que era una alegría muy pasajera, y había otra cosa bastante ridícula que me hacía ilusión: me encantaba la canción de Shakira, Waka Waka (Esto es África). Me encantaba esa letra tan optimista y llena de esperanza, me encantaba que por una vez algo asociado a África fuera alegre y positivo, me encantaban las voces de Freshlyground, el grupo que colaboraba con Shakira en la canción. Y gracias a que España había ganado el mundial, era seguro que la canción seguiría sonando en los próximos meses, con lo que podría oirla muy a menudo en cualquier sitio.
Este mismo mundial estuvo impregnado por otra bonita y memorable historia en clave personal: la relación de Sara Carbonero e Iker Casillas. Al principio, si recordáis, se la acusaba a ella de "distraerle", y que por eso España no empezó con muy buen pie. Las caras de ambos en aquella época eran un poema. Esta acusación me resultaba machista y estúpida hasta decir basta.
Sin embargo, la selección superó el bache, ganó y todo tuvo un bonito final feliz, en el besazo que le plantó Iker a Sara en plena entrevista. Ese beso, y a lo mejor esto soy yo montándome la película, significaba muchísimas cosas. Sigificaba "A la mierda lo que opine la gente, fuera falsas apariencias". Significaba "Qué mal lo hemos pasado por culpa de las habladurías". Significaba "Basta de fingir". Significaba "Qué feliz soy". No me digáis que no fue un momento increíble. Rara vez podemos ver en la vida real un final feliz tan perfecto y emocionante.
Y un último secretillo: Vicente del Bosque, con ese porte, esa mirada noble, esa sonrisa tierna y ese aura que transmite de inteligencia y bondad, me parece un hombre muy atractivo. Y no tengo más que añadir.
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