viernes, 28 de junio de 2013

Secretos tontos

Hoy me apetece revelar por aquí una serie de secretillos absurdos que tengo referentes al mundo del fútbol.

La verdad es que el fútbol como parte de la cultura de masas me deja bastante indiferente. No soy desde luego hincha de ningún equipo (es más, el propio concepto de ser hincha de un equipo siempre me ha resultado extraño, porque los propios jugadores van y vienen según quién les pague mejor), y ni siquiera los partidos de la Roja me interesan realmente.

Pero en la órbita del mundo del fútbol hay un montón de pequeñas cosas que me llaman la atención. Una de ellas, las equipaciones. Recientemente descubría que el Real Madrid ha sacado a la venta una nueva equipación de color morado que me ha dejado fascinado, y que me planteo seriamente comprar, si descubro dónde conseguirla menos cara que en las tiendas oficiales. La pregunta es qué haré luego con ella, ya que la gente que me conoce se quedaría a cuadros, y la que no me conoce enseguida me etiquetarían de madridista y vendrían a hablarme de fútbol o a bromear, y bueno, imaginaos qué escena decirles que sólo me la compré porque me encantaba el color. Quizás acabaría usándola de pijama, como ya me pasó...

...el año que España ganó el mundial. Unos meses antes, supe de un chico que importaba de China equipaciones originales pirateadas, y conseguí mi favorita: la de Portugal, con esa bonita mezcla de rojo brillante y verde, y el escudo sobreimpreso. Poco después España ganaba, y evidentemente nunca salí a la calle con mi camiseta de Portugal. (A todas estas he de decir que la equipación de España tampoco estaba nada mal).

Otro secretillo: cuando España ganó este mundial, no os voy a negar que sentí un cierto subidón de alegría. Pero la verdad es que era una alegría muy pasajera, y había otra cosa bastante ridícula que me hacía ilusión: me encantaba la canción de Shakira, Waka Waka (Esto es África). Me encantaba esa letra tan optimista y llena de esperanza, me encantaba que por una vez algo asociado a África fuera alegre y positivo, me encantaban las voces de Freshlyground, el grupo que colaboraba con Shakira en la canción. Y gracias a que España había ganado el mundial, era seguro que la canción seguiría sonando en los próximos meses, con lo que podría oirla muy a menudo en cualquier sitio.

Este mismo mundial estuvo impregnado por otra bonita y memorable historia en clave personal: la relación de Sara Carbonero e Iker Casillas. Al principio, si recordáis, se la acusaba a ella de "distraerle", y que por eso España no empezó con muy buen pie. Las caras de ambos en aquella época eran un poema. Esta acusación me resultaba machista y estúpida hasta decir basta.

Sin embargo, la selección superó el bache, ganó y todo tuvo un bonito final feliz, en el besazo que le plantó Iker a Sara en plena entrevista. Ese beso, y a lo mejor esto soy yo montándome la película, significaba muchísimas cosas. Sigificaba "A la mierda lo que opine la gente, fuera falsas apariencias". Significaba "Qué mal lo hemos pasado por culpa de las habladurías". Significaba "Basta de fingir". Significaba "Qué feliz soy". No me digáis que no fue un momento increíble. Rara vez podemos ver en la vida real un final feliz tan perfecto y emocionante.

Y un último secretillo: Vicente del Bosque, con ese porte, esa mirada noble, esa sonrisa tierna y ese aura que transmite de inteligencia y bondad, me parece un hombre muy atractivo. Y no tengo más que añadir.

jueves, 27 de junio de 2013

Guardar los cambios y reiniciar

Un montón de cosas están cambiando en mi vida, y más van a cambiar. No sé si a mejor, a peor o simplemente a distinto.

Ikki y yo ya llevamos unas semanas haciendo nuestra transición hacia amigos con un pasado. No es fácil, y hay días en los que la duda de haber hecho lo correcto me corroe. Muy pronto llegará nuestra gran prueba de fuego: se aproxima el día del Orgullo Gay, y el plan es salir de fiesta los dos junto con otros amigos. Ikki, cada vez que surge la ocasión me va preparando para lo que puede pasar: es muy posible que él ligue con alguien, y yo tendré que presenciarlo. Quizás puede que yo ligue con alguien. Yo sé muy bien que verle a él con otro sin duda me va a resultar doloroso. Sí, ya sé que fui yo quien le dejó y no debería ser tan posesivo, pero en fin, la verdad es la verdad. Si se da el caso contrario, creo que me sentiría muy culpable por hacerle presenciar esto. Sinceramente, no tengo ni idea de qué voy a hacer ni de lo que puede pasar. Ni de si esto es en realidad buena idea, un paso necesario si queremos ser amigos, o quizás un error garrafal.

En apenas unos días me mudaré de piso. Mi día a día probablemente va a cambiar mucho: una nueva casa, nuevos compañeros de piso, un nuevo barrio con un ambiente y una cultura radicalmente distintos. Ikki opina que el sitio a donde me voy a vivir "me pega", porque es el barrio de alternativos y bohemios. Ojalá sea cierto, pero si os digo la verdad, siempre me ha parecido que igual que me siento raro e inconformista entre la gente muy convencional, también soy demasiado convencional para la gente alternativa (me gusta el pop, me visto y me corto el pelo de manera bastante simple, considero la extrema izquierda demasiado poco realista...). En fin, como mínimo el barrio está lleno de museos, y eso sí que puedo decir sin dudas que me encanta.

Todo este centrifugado y aclarado de cambios siento que merecían un punto y aparte en el blog. Este sigo siendo yo, Ronan, y esto sigue siendo en el fondo Esa sensación, mi blog de siempre, aunque ahora el título ya no sea ese. Todas las antiguas entradas siguen ahí, porque lo que pase a partir de ahora parte de la base de todo lo que pasó anteriormente.

El nuevo título del blog está sacado de una novela (en cuanto pueda publicaré la cita entera), que en líneas generales trata de la transformación metafórica y literal de un zombi que desea recuperar su humanidad. No, yo no me siento como un zombi ni pretendo algo tan radical, pero mientras leía la novela me impactó muchísimo toda esta subtrama de buscarse y enfrentarse a uno mismo para salir transformado. Hacer ingeniería inversa: desmontarte para después poder convertirte en otra cosa.

Todos los cambios que me están ocurriendo son culpa mía, y ahora estoy en la fase más de "deshacer" que en la de "rehacer". Quizás el resultado final va a ser peor y me voy a dar cuenta de que fui imbécil tirando por la borda lo que tenía, pero ese es el riesgo que hay que asumir.

Mentiría si dijera que a partir de ahora no seguirá habiendo entradas depresivas explicando con pelos y señales lo fatal que me siento por esto y por lo otro y por aquello y bla bla bla, porque este blog no deja de ser como mi diván de psicólogo gratuito... pero mi intención es que no sea lo único.

También quiero hacer entradas tontas dedicadas a cualquier cosa que se me pase por la cabeza y me parezca digna de ser contada, a las cosas curiosas del día a día, a lo que me da rabia, a pequeñas cosas ridículas que me hacen feliz a ratos y que en el día a dia no les puedes contar a casi nadie porque te tacharían de loco.

Pues eso. Empezamos otra vez.

domingo, 23 de junio de 2013

Barro

No sé cuánto me falta para volver a ver la luz.

Anoche se marchaba de mi piso Hanna, una amiga de mi ciudad que vino aquí a buscar trabajo. Convivir con ella estas semanas ha sido una gran suerte, aunque también tengo que decir que en varios momentos me ha exasperado por esas pequeñas cosas del día a día, y me ha hecho también darme cuenta de lo paciente que fue siempre Ikki conmigo; y del increíble milagro que es que dos personas puedan convivir en armonía, o en algo muy cercano a ella, con sus momentos escarpados.

Así que hoy, en este domingo de junio que coincide con esa fase en que la luna está mucho más cerca de nosotros, empieza una mini-fase (una semana) de absoluta soledad hasta que llegue el momento de marcharme al piso compartido al que me mudo. Sin Ikki, sin Hanna, sin la visita relámpago de Lennon. Sólo Ronan.

Estar mucho rato rodeado de mucha gente me agobia y me angustia. Y estar mucho rato a solas me hace mucho daño. Tengo que usar toda mi fuerza de voluntad para no caer en la desidia, en el desánimo y el abandono. Os parecerá una tontería, pero sólo el hecho de teclear en el blog ya es un pequeño pasito para luchar contra la Nada.

En días anteriores sentí que finalmente lo peor de la ruptura con Ikki había pasado y que ya me sentía bien y capacitado para empezar esa nueva vida con la que fantaseaba en la que poderme dar una vuelta de tuerca a mí mismo y convertirme en la persona que querría ser.

Pero al final voy descubriendo que este proceso no sé cuándo va a terminar. Hace un par de días Ikki "bromeaba" sobre salir y ligar sin cortapisas por fin, y yo sentía esa horrible mezcla de tristeza, dolor y rabia que te impide pensar en otra cosa y te invade de la cabeza a los pies. Y soy yo el que rompió. Todo el mundo me dice que es normal, pero normal o anormal, el caso es que esto está siendo como arrastrarse lentamente por el barro.

También me dicen que lo que tengo que hacer es ponerme las pilas y conocer a otros.

Y sabéis qué, la idea me aterroriza y me agobia.

Conocer a otros.

Y no sabes qué te vas a encontrar. Gente quizás de vuelta de todo, gente a la que le voy a parecer insípido y carente de atractivo, gente a la que le voy a dar absolutamente igual. 

Ikki era una persona de las que te llena muchísimo. Ya sabéis que no me llenaba en el sentido romántico de la palabra, pero emocionalmente, es como una cálida manta sobre tus hombros. Cariñoso, fiable, paciente, alegre casi siempre. Con el impulso necesario para hacer lo que hay que hacer. No es lo mismo pasar el rato con alguien que te quiere que con alguien que sólo quiere algo de ti. O que no quiere nada de ti.

Esta es la clave de todo: soy muy, muy, muy dependiente. Soy como un bebé en el cuerpo de un adulto, y para relacionarme con la gente necesito sentirme querido. Como un drogadicto del afecto. A mi alrededor necesito tener un círculo de gente que esté constantemente apoyándome y animándome, y he tenido la inmensa suerte de ir encontrándome gente así.

Pero es inevitable que lleguen momentos como este: Ikki, por muy amigos que hayamos decidido ser no puede estar ahí al 100% para mí, porque él lleva su carga, y no es lo mismo ser amigos a secas que amigos que eran novios. Pese a esto, es increíble el grado de apoyo que me está dando, y es algo que me hace admirarle aún más, y avergonzarme bastante de mí mismo.

Ahí le tienes: el chico con el que he roto, y en cuya posición yo estaría simple y llanamente muriéndome del dolor, siguiendo adelante y dándome todo el apoyo que puede. Sólo a ratos le surge de dentro un arranque de amargura y me echa cosas en cara, pero qué menos que eso.


Todo el mundo lleva su lucha privada por sacarse las castañas del fuego. Y yo debo hacer lo mismo. Chicos, no puedo evitar a ratos dejarme caer en el sofá, en el silencio de casa, o apoyarme en la barra del metro y ver a todos los desconocidos en medio del ruido del día a día, y sentirse totalmente desamparado. Pero es que no queda otra que apretar los dientes.

jueves, 6 de junio de 2013

Junio, julio

Ayer me fui a ver una película, To the Wonder, atraído por el argumento: supuestamente trataba de una pareja que entra en crisis por las dudas que les surgen, y acaban rompiendo. Y aparece un nuevo amor en la vida del chico; pero surgen de nuevo las dudas...

En fin, es muy típico de mí buscar respuestas a mis dilemas en supuestas posibles señales del universo; en películas, canciones, casualidades... Pero desde luego en esa película no había ninguna respuesta a nada: básicamente es un bonito anuncio de colonia de dos horas. No, si alguien aún está a tiempo de evitarla, no se la recomiendo en absoluto. Hay muy poco tiempo en la vida de uno como para dedicarle dos horas a cosas como esta. 

Total, todo esto para decir que dentro de escasos días, Ikki se marchará a vivir a su nuevo piso, y ahí sí que de verdad terminará este espejismo en el que vivíamos, en donde parecía que no habíamos roto. Porque con el paso de los días, poco a poco henmos ido volviendo a nuestro comportamiento de Antes De. Yo cada vez le abrazo y le acaricio más, le hago las bromas de siempre, él me toca como siempre, nos damos algún beso o varios, y como ya sabéis tenemos sexo (que por alguna razón que de verdad no puedo entender, está siendo más frecuente y en algunos momentos más increíble que nunca. ¿A lo mejor la urgencia de que las cosas se terminan?).

Al mismo tiempo que mis sentimientos por Ikki son tan ambivalentes como siempre (le quiero, estoy a gusto con él, tengo ganas de abrazarle y acariciarle; no siento chispa, no me apetece darle besos de tornillo, durante el sexo tiendo a fantasear con otros...), otras partes de mí que estaban dormidas empiezan a despertar con el paso de los días. El señor del que hablaba de pasada en el anterior post, el de mi trabajo, vamos a llamarle Diego, vuelve a hacerme sentir cosas. No hemos avanzado nada, pero el otro día estuvo un buen rato hablándome, y mientras lo hacía a menudo me agarraba el brazo, me tocaba el hombro, me pasó la mano por el cuello fugazmente (contado así puede parecer obvio que hay algo, pero no deja de ser cierto que puede ser una persona muy táctil y que muchas otras cosas que dice y hace apuntan a que es hetero). El caso es que cada vez que me agarraba el antebrazo y notaba el calor de su mano en mi piel, yo... lo siento si suena a telenovela, pero sentía como si me surgiera calor de dentro, subiendo del estómago hacia la cabeza. Una sensación de felicidad difusa, como cuando uno está empezando a emborracharse y se siente a la vez paz y euforia.

En fin. Pese a todo creo que no estoy enamorado, pero desde luego este hombre me despierta cosas que hacía tiempo que no sentía. Cuando está alrededor no puedo evitar estar pendiente de todo lo que dice y hace, con quién habla y de qué, sonreír con cara de tonto a cualquier gracia que haga. Ojalá pudiera pasar algo.

A mi alrededor siento que empiezan a surgir oportunidades, que ocurren cosas. Poco a poco, sutilmente. El otro día un conductor de autobuses que conozco de usar su autobús a menudo me daba su teléfono y me pedía el mío con algo que me parecía una excusa. Hace dos findes un chico me daba su teléfono (y me echaba un sermón sobre mi inseguridad, tras confesarle que no me atraía realmente y explicarle un poco la situación en la que estoy). En fin, son cosas pequeñas y que a la hora de la verdad no han cuajado en nada, pero ahí están. A lo mejor soy yo otra vez buscando señales del universo, como un flipado new age.

A lo largo de este mes y el que viene, voy a dejar de estar junto a Ikki después de tanto tiempo siendo dos en el día a día. Voy a vivir en un sitio nuevo, con compañeros de piso casi desconocidos. Voy a estar solo, para bien y para mal. Las cosas van a cambiar muchísimo.