sábado, 31 de agosto de 2013

Bloqueado

Y así va terminando uno de los veranos más raros, aventureros, confusos, tristes y melancólicos de mi vida.

No he sacado nada en claro.

Cuando me planteaba dejar a Ikki, en los días buenos, me venían a la mente un montón de pensamientos. Trataría de convertirme en alguien más seguro de sí mismo. Trataría de usar esa “libertad” de no estar atado a nadie para hacer todas esas cosas que no había podido hacer. Quizás me buscaría la vida en otro país. Quizás viajaría por fin a Japón. Experimentaría, y trataría de disfrutar por fin, del sexo sin compromiso.

Bueno, de todas estas cosas de aquí arriba sólo he llevado a cabo algunas. Sí, lo del sexo sí lo he hecho, y bueno, la verdad ha salido bastante bien. Ahora sé que, sin ser la bomba, tengo mi atractivo al menos para determinada gente, y si me pongo a tiro, los hay que se interesan por mí. Quizá esto os parece una tontería, pero cuando durante mucho tiempo te has sentido invisible, es un chute de autoestima sentir que provocas deseo. Un chico me dijo incluso que yo era, entre otras cosas, “morboso”, y es uno de los halagos más inesperados y agradables que me han dicho en la vida. También ha sido agradable descubrir que el sexo, que en su momento me asustaba bastante, ya no me da miedo, y soy capaz de disfrutar de él sin ningún problema. Lo único que ahora lamento es no haber adquirido esta confianza hace mucho tiempo, porque quién sabe lo distintas que habrían sido algunas cosas... Pero bueno, en resumen, en lo que a sexo y sensualidad se refiere, punto para mí.

En casi todo lo demás básicamente voy muy mal. Encontrar follamigos es facilito. Encontrar amigos a secas, eso es otra historia. Desde que rompí con Ikki he experimentado mucha soledad, y he tratado de romper el círculo de varias maneras, hasta ahora para nada. Me he apuntado a cursos y cosas, pero en fin, no es tan fácil encontrar gente verdaderamente afín y pasar de ser compañeros a amigos de verdad. Conocía a una chica de un trabajo anterior que desde el principio me cogió mucho aprecio y siempre teníamos pendiente quedar, así que traté de afianzar esa amistad. 

Fallo garrafal. Entrar en detalles sería un rollo, pero en resumen la chica es de las que pierden el control cuando beben, tiene un carácter totalmente incompatible con el mío, y las pocas veces que hemos quedado la cosa ha acabado en situaciones horribles e incómodas. A veces me siento como una de esas pelis en que el chico busca novia, y a continuación te ponen un divertido montaje en el que te presentan una novia horrorosa tras otra, acompañado de una música graciosa. Así es mi búsqueda, pero sin música graciosa y en tiempo real.

El último intento ocurrió esta semana, con una chica que conocí en un viaje en coche, y bueno, no me atrevo a hacer predicciones porque nunca sabes, pero la verdad es que en esta ocasión lo que nos llevó a conservar los teléfonos y volver a quedar fue una inesperada afición (un fanatismo) común por una serie de la tele de hace unos años, y la verdad, después de estar un buen rato con ella en una cafetería hablando y hablando, en esta ocasión SÍ sentí que con esta chica me entiendo y que estamos en una longitud de onda parecida. Vamos a cruzar los dedos...

Y dejando el tema social de lado, está el Tema Central de Este Verano: Ikki.

A ratos pienso en pedirle que volvamos. Lo sé, soy cansino y repetitivo. Es que esto es lo que pasa por mi mente constantemente.

Es un bucle constante, un círculo vicioso al que no le encuentro salida. Por un lado, tengo miedo de querer volver por sentirme solo. No porque quiera estar con él, sino por no querer estar solo. Y quizás, en unos meses, volver a sentirme cansado y ahogado por la monotonía y desear volver a romper. ¿Os imagináis que le pido a Ikki volver y pasados unos meses le vuelvo a decir que quiero romper? ¿Volver a hacerle daño y pisotear sus sentimientos? Sería para abofetearme, para escupirme en la cara y para odiarme para toda la vida.

Por otro lado, tengo miedo de estar perdiendo a la persona de mi vida. El que me conoce como nadie, con el que tengo una confianza total, el que comparte conmigo tantas bromas privadas y tantas pequeñas historias que tanto cuestan explicar a terceras personas. De quien me fío al cien por cien. En quien me podré apoyar siempre. Con quien el sexo en general funciona muy bien y quien es una de las personas a las que más quiero en mi vida. Dicho así suena todo muy claro, pero no dejan de estar ahí las causas que me llevaron a romper.

Me sentía aburrido. Me sentía plano. Empezaba a fijarme demasiado en un tío (con el que realistamente no podría tener una relación estable, empezando por la probable orientación sexual incompatible y continuando por la excesiva disparidad de edad y cultura). Sentía a Ikki como mi mejor amigo, para bien y para mal.

Recientemente, a través de la página donde encuentro a los follamigos, encontré el perfil de un chico que me causó buena impresión. Especialmente buena: así, a bote pronto, me pareció que este chico quizás podría gustarme en serio. Y entonces me surge el dilema. ¿Soy capaz ya de buscar una relación en serio? ¿De verdad soy capaz de cerrar la puerta de Ikki? ¿Quiero cerrar la puerta de Ikki?

¿Quiero cerrar la puerta de Ikki?

¿Debería quedar con ese chico y ver qué ocurre, cómo me siento? ¿Y si al hacerlo cierro para siempre la puerta a Ikki?

Repito mil veces lo de la puerta porque es lo que más me agobia de todo. Me agobia hacer daño a Ikki. Quizás él ya no quiera volver o quizás sí, pero lo que es seguro es que aunque yo no le haya dicho nada directamente, sí le he enviado un montón de señales no verbales confusas (exactamente igual de confusas que yo).

De verdad que no sé lo que hacer y me siento totalmente bloqueado.