sábado, 2 de junio de 2012

Infidelidad



Hay gente alrededor de la cual ocurren cosas.

Arwen es una de ellas. Al poco de conocerla, en uno de estos cursillos que uno hace de vez en cuando y en los que conoces a gente variopinta con la que quizás nunca más vuelves a cruzarte, me di cuenta de que era distinta. Una de estas personas que hace comentarios arriesgados (y certeros). Que aparece por la mañana con cara de haber tenido muy mala (o muy buena) noche. Con una mirada cálida y a la vez pertubadora.

Aprovechando la excusa de un concierto, por primera vez en mi vida que yo recuerde hice un esfuerzo personal por acercarme a alguien: a ella. Normalmente mi timidez hace que sea la gente la que se acerque a mí, ya que siempre me pesa la idea de que si muestro interés en la gente pueden pensar que tengo alguna clase de interés turbio, que pretendo algo, que soy un friki perturbado o patético... Bueno, toda una serie de pensamientos absurdos y nada sanos que no sirven para nada más que para frenarte y acabar no haciendo cosas.Si pretendí acercarme a alguien así, supongo que una parte de mi interior me está pidiendo una revolución personal.

Poco a poco hemos ido viéndonos más veces. Arwen es una persona muy alternativa, con (muchísimos) amigos muy aventureros, atrevidos y politizados. Esta gente que vive vidas bohemias e imprevisibles, que se plantan en casas de los miles de amigos que tienen repartidos por el país y el mundo entero, que han probado todo tipo de drogas y han tenido todo tipo de experiencias sexuales... En fin, a su lado soy una persona convencional, aburrida, aburguesada e insípida; así que si alguna conexión tenemos supongo que es la del gusto por la literatura y el darle muchas vueltas a las cosas. La verdad es que me resulta una persona fascinante.

El otro día en una de las veces que hemos quedado, conocí a un chico; vamos a llamarlo Xavier. Dato clave: Ikki en aquel momento se encontraba lejos, de visita en su pueblo. El tal Xavier era un tipo de chico gay que no se suele conocer. Es más, nunca antes he conocido a nadie así. Imagínate a un chico alternativo, de corte de pelo medio punk, ropa con agujeros, piercing de aro en las fosas nasales, capaz de hablar de política y sociedad. Y homosexual. No, no es muy típico.

Y este chico atípico, al poco rato (¿minutos?) de conocerle, empieza a flirtear conmigo sin ningún rodeo. Que si Ikki estaba muy lejos, que si cuando volvía, que por qué no le enseñaba mi casa, que si nada iba a salir de los que estábamos allí, que si nada se nada se sabe nada ha pasado... Y esto para empezar. En seguida se me plantó delante, me agarró la mano y me la plantó en su entrepierna, que ya se estaba empalmando. En aquel instante Arwen y su amiga se habían ido a otro cuarto a coger una cosa, y aprovechando el instante a solas, Xavier se lanzó más aún y finalmente se la sacó, y me insistió en que se la agarrara. Y sí, lo hice.

No, no pasó nada más. Me plantó un beso en los labios, y empezamos un "debate" sobre la fidelidad versus la infidelidad, con todos estos argumentos usados siempre: si es un invento humano, si en realidad es algo artificial, si lo que importan son los sentimientos, si lo que cuenta es lo que las personas acuerden...

Voy a seros sincero. No sé qué pensar. Sí, me temo que lo "natural" es la infidelidad, y si nos ponemos, también la promiscuidad, porque a nivel animal nuestro objetivo es multiplicarnos. Pero el problema de los humanos es que ni somos completamente animales ni en definitiva dejamos de ser completamente animales. Entra en juego la conciencia de nosotros mismos y de los demás, la cultura, la enseñanza y mil ingredientes más que no afectan a los delfines o a las grullas o a los perros, pero estamos hechos de carne y hueso como ellos. A lo que voy, sin irme por las ramas, es que quizás en el caso de un humano, existe el enamoramiento, y en teoría cuando estás enamorado sólo te ocupa la mente esa persona, y quizás ni necesitas, ni quieres ser infiel.

Estuve a nanocentímetros de serle infiel a Ikki, y la distancia es tan pequeña que no puedo evitar preguntarme hasta qué punto no se podría decir que sí lo fui. Esa noche apenas dormí nada y entré en una espiral de dudas e inestabilidad que sigue hasta hoy. No me lo puedo negar a mí mismo: a veces echo de menos tener relaciones con otras personas. Ikki y yo a veces hemos flirteado con la idea de la pareja abierta en plan broma, pero nunca hemos decidido llevarlo a cabo. Y lo más importante: ¿sería eso la solución a todo? ¿Es eso lo que de verdad deseo? ¿Hay alguna salida que no conlleve dolor?