martes, 7 de mayo de 2013

La fase de la nada

Ayer Ikki y yo tuvimos una conversación importante. Aunque parezca mentira, ahora que aún vivimos juntos, la mayor parte del rato la pasamos comportándonos como si no hubiera pasado nada. Este fin de semana fuimos al cine, a ver una exposición, vimos otra peli en casa... tuvimos sexo otra vez...
Pero ayer de pronto me preguntó si no me daba pena dejar de vivir juntos. Claro que me la da. ¿Sabéis la verdad? Si en este preciso momento pudiera cambiar el pasado, borraría aquel día y ahora estaríamos juntos viviendo como siempre.

Sin embargo dí el paso que dí, y las consecuencias no se pueden borrar. Le dije que claro que me entristecía. También que quizás un tiempo sin él me ayudaría a aclararme las ideas. Pero él me dijo que de todas formas con tiempo o sin él quizá ya no querría volver. Por un lado, no querría que yo volviera a hacerle daño de esta manera, y entiendo perfectamente este miedo. Y lo comparto...

Y me repitió que después de mis palabras, él sintió que se le caía la venda y dejaba de golpe de sentir esa "adoración" por mí. La verdad es que Ikki era un novio increíblemente cariñoso y dedicado. Nunca en mi vida me han llamado tantas veces guapo, me han alabado casi cualquier parte de mi cuerpo, incluso las que me parecen a mí directamente feas. Yo me tomaba estos cumplidos con el típico gruñido irónico de incredulidad y cosas por el estilo. Nunca los aceptaba sin más y no les daba importancia. Debéis estar pensando que soy el ser más imbécil de la tierra por dejar escapar un novio tan maravilloso y comportarme así, y que difícilmente me volverá a tocar semejante lotería. Yo desde luego lo pienso.

El otro día, haciendo el Wiki Walk (o sea: empiezas a leer un artículo en wikipedia, vas saltando enlace en enlace y acabas en algo totalmente inesperado), acabé descubriendo algo llamado "TOC de Relaciones". Consiste en un tipo de Trastorno Obsesivo-Compulsivo en el que la persona se cuestiona constantamente su relación de pareja, la compara con las parejas que le rodean, con los modelos idealizados de las películas, las series, las canciones... Siempre duda de que sus sentimientos sean lo que tendrían que ser, y en ocasiones, según decía el artículo, acaba rompiendo "relaciones que eran perfectamente válidas". El artículo evidentemente plantó la duda en mí y a ratos me pregunto si es eso lo que me pasa.

La verdad es que ahora que lo he hecho, me ocurren toda una serie de cosas colaterales. De pronto, esas ansias de "libertad" que tenía, esas ganas de estar con otros, ese deseo de sentir "electricidad" al besar a alguien, todo eso, ha desaparecido completamente. Por la calle, en el metro, alguna vez en el trabajo, veo a hombres del tipo que me gustan, y es como ver un animal disecado en el museo de historia natural. Sí, lo ves, y le observas bien, y no siento nada de nada. Como si ahora fuera asexual, y sólo me quedara un recuerdo "mental", pero no físico ni sexual, de lo que me gustaba. La gente, cuando se lo cuento, opina que es una fase.

En mi trabajo hay un hombre que veo bastante a menudo. Hay un borrador de entrada sin acabar en este blog dedicado a él, de antes de la ruptura. Me gustaba mucho. La probabilidad apunta aplastantemente a que es hetero, pero me he ido aferrando a frases, comentarios y pequeños fragmentos sueltos que me hacían tener una pequeña esperanza de que pudiera ser, a lo mejor, quién sabe, quizás ni él mismo se atreve a admitírselo a sí mismo, pero yo también le gusto. También puede ser que cuando uno se empeña en ver algo, busca señales hasta debajo de las piedras. Es una historia completamente atascada, porque las pistas son mínimas y el riesgo, siendo básicamente un cliente, es alto, y la circunstancia no facilita nada poder saber más, que pase algo. Quizás si pudiera notar que de verdad algo puede ocurrir, yo volvería a sentir esa parte de mí, volvería a sentir ganas. A lo mejor me ayudaría a confirmar que he hecho lo que debía.

Quizá sólo deseo lo que no tengo, como un tonto, y ahora que he perdido a Ikki de repente quiero volver con él, como un niño que regala un juguete con el que ya no jugaba, y de repente es lo que más desea en el mundo. El otro día ojeaba un cómic de estos que diseccionan las relaciones en plan gracioso, y lo llamaban "el síndrome del jersey viejo". La amiga de la protagonista le explicaba que ese jersey que tiraste a la basura porque ya no te gustaba, en cuanto lo coge otra chica (encantada porque le parece "vintage") a ti de golpe te vuelve a gustar. Pero si se lo quitaras de las manos y lo recuperaras, te lo pondrías de nuevo un par de semanas y volverías a tirarlo. A lo mejor me tengo que fiar de la amiga del cómic, porque más claro no lo puede decir.

Ahora mismo, sin Ikki, lo que se extiende delante de mí es un vacío total. El 99% de mi vida social en esta ciudad lo he hecho con él. Aquí no tengo ni familia ni amigos con los que contar en el día a día. Tengo como mucho a mis compis de trabajo, y doy gracias por tener algo, pero siendo realista no son lo mismo. Ikki, siendo más sociable y más desenvuelto, ya ha ido formando un tejido que estará ahí para rodearle.

Así que en definitiva he cambiado el todo por la nada, y sólo me queda confiar en que no me voy a hundir completamente y voy a poder darle la vuelta a las cosas para que de toda esta situación acabe saliendo algo mejor.