lunes, 10 de febrero de 2014

Sí a todo

Chicos, en un momento de impulso positivo, decidí volver a intentarlo con Ikki.  No sé si hice bien, no sé si hice mal. De momento me siento bien, y quiero limitarme a vivir el día a día. Aunque a ratos aparezcan nubarrones, de los que hablaré al final.

Como mínimo, uno de mis propósitos para 2014 lo estoy llevando a rajatabla: el del sí a todo. A menos que alguien me proponga tirarme por un puente o caminar sobre cristales rotos, etc., soy el hombre del sí.

Ahora, tengo que decir también que el camino del "Sí a todo" me está resultando estresante y duro.

No dejo de ser una persona muy tímida y con muchas inseguridades, y me resulta difícil estar constantemente saliéndome de la zona de confort y exponiéndome a situaciones y gente nueva. Hace poco, un fin de semana, cené y comí con dos grupos de gente distintos (en días distintos, también). Todo gente relacionada con un deporte que hago.

En el primero de estos grupos digamos que conocía a dos o tres de sus miembros, pero cuando llegó la cena, fui descubriendo con inquietud que ellos habían formado una peña numerosa (¿más de veinte quizás?) y mucho más unida de lo que me pensaba, con sus anécdotas, su grupo de wasap, su nombre de grupo, sus bromas... Si hay una situación social que se me hace dura por encima de todo es verme rodeado de una gente que conforman un grupo de amigos. Esa sensación de no saber de dónde agarrarte, en quién apoyarte, cómo "entrar" en algo que está ya tan formado. Y eso por no decir que en este tipo de grupos lo que prima son las conversaciones de broma, donde unos y otros se toman el pelo mutuamente y no suele haber un "tema" de coversación realmente. Me manejo fatal en las conversaciones-de-tomarse-el-pelo, porque no es mi estilo para nada y bueno, en realidad si no eres parte de un grupo realmente no tienes mucho que decir. Para más incomodidad, entre broma y broma estaban planeando sus disfraces de grupo para estos carnavales, y yo no sabía ni para dónde mirar. ¿Me invitarían, no me invitarían, se sentirían obligados a invitarme? Bueno, finalmente digamos que una de las chicas que conocía de antes me medio-invitó. Fue un poco abstracto y en el aire todo y no sé si llegará a ocurrir. Pero en fin, ahí de nuevo dije que sí, o para ser sincero dije algo así como "ah, pues bueno" con la boca, digamos, mediana. No me pidáis milagros. Pero si se concreta la invitación, iré, y que sea lo que dios quiera.

El domingo se repitió algo similar. En esta ocasión conocía un poquito a una chica del grupo en cuestión, y de medio rato a otros dos. La situación, básicamente la misma que el párrafo anterior: las conversaciones de bromas, el no saber bien cómo trabar conversación y con quién, etc.

Quizás leyéndome imagináis que me quedo en una esquina atemorizado y escuchando a los demás hablar y reírse, pero no es exactamente la verdad. En realidad quedarme callado me daría más vergüenza aún, y trato de trabar conversación a menudo con quien pueda y como pueda.

Llega un punto en que te preguntas si es que la situación en sí misma es difícil y esto no es culpa mía, o si es que simplemente no soy compatible con la mayoría de la gente y su sentido del humor, si es que sí es culpa mía que lo hago mal, si emito unas ondas de "busco amigos" que echan para atrás... No sé, el caso es que sinceramente tengo la sensación de estar todo el rato lanzando la caña, de estar saliendo hacia afuera. Me recuerdo, este mismo domingo, tratando de dar conversación a una chica sentada a mi derecha, con su silla ligeramente ladeada hacia su derecha, es decir, dándome en parte la espalda, y respondiendo ante los intentos de trabar conversación, sí, pero nunca preguntándome a mí o iniciando la conversación ella. Quizás ella en concreto era un poco difícil; la verdad es que con otra gente fue mucho más fácil, e incluso hicieron por dirigirse a mí. Me gustaría a veces que me acompañara un coach invisible y me dijera exactamente qué hago mal o si es que no es culpa de nadie. Hace años, cuando me marché de casa para estudiar fuera, mi madre me escribió algo que me impactó muchísimo y nunca he olvidado.

Venía a decir algo así que como no tratara de adaptarme a la gente, sino que dejara que fueran ellos los que vinieran a por mí.

Quizás así leído os parece un consejo horrible; el caso es que no recuerdo las palabras exactas, pero me impactó mucho, porque desde luego me siento como que estoy constantemente adaptándome a los demás. Sin embargo, a veces ves a gente profundamente distinta, que no hace nada por pulir sus "rarezas", y están rodeados de gente afín. Gente con gustos musicales infrecuentes, gente con aspiraciones raras, gente con un sentido del humor o una cultura que les distancian radicalmente de la mayoría.

Mi prima, con diez años, viendo un DVD de Maria Callas con su amiga de su edad, a la que también le gustaba Maria Callas. Aslaska y Mario, con un gusto estético y artístico muy alejado de la mayoría, juntos, debatiendo sobre alguna desconocida peli de serie B. Grupos de amigos fans de Star Wars peleándose con espadas láser de plástico en el parque. Grupos de amigos que van juntos al concierto de un grupo tan desconocido que el aforo del recinto no supera las mil personas.

¿Ha sido casualidad? ¿Es una energía que uno proyecta? ¿Es suerte? ¿Cómo lo han hecho?

Por momentos no puedo evitar preguntarme si no me estoy dando cabezazos contra la pared y no me va a servir de nada forzarme a este tipo de situaciones. Si sólo me va a servir para pasar ratos de incomodidad y desanirmarme por sentirme solo entre una multitud, que es un tipo de soledad especialmenet dañino. Si quizás hay que rendirse al destino y dejar que me aparezcan amigos espontáneamente, sin buscarlo, si es que aparecen, y si no pues nada. Hacer como dice mi madre y ser radicalmente yo mismo y que se acerque quien quiera. A mí eso no me sale fácilmente.

De momento sigo con el plan, porque la verdad es el consejo que me daría a mi mismo si yo fuera otro, y como dijo una amiga, cuantas más puertas golpees más posibilidades hay de que una se abra.

Hoy veía en YouTube un video del proyecto It Gets Better (gente gay explicando lo dura que fue su infancia/adolescencia, y cómo las cosas con el tiempo siempre van a mejor, para animar a gente que esté pasándolo mal). 

El video era hermoso, pero tengo que decir que me ha dejado revuelto. En primer lugar ocurre que el chico del video me gustó. Me angustia  cuando alguien me gusta de esa manera. El hombre en cuestión está casado, con otro hombre, y por lo que se ve, muy feliz. Se le veía en paz consigo mismo. Yo estoy otra vez con Ikki, y no me gusta encontrarme con gente que me guste. Ahora me diréis que es nomal, que tenemos ojos en la cara, etc, pero veo a este tío en el video, le veo hablando de su marido, tan bonachón y sencillo, y no le imagino sintiéndose atraído por otro. Ocurre además que el hombre hablaba de la época en que salió del armario, del agradecimiento y cariño que sintió por la gente que le rodeó en esos momentos, y de cómo fue un año emocionante y duro pero maravilloso de su vida.

Y yo sentí al escucharle una mezcla de celos y melancolía. Mi época de salir del armario no fue nada épica ni emocionante, y fue bastante amarga, porque se solapó con el momento en que mi entonces mejor amigo, también gay, entró en otra órbita, conoció a otra gente, conoció a su primer novio, y bueno, floreció. Y yo medio-entré en ese grupo, pero nunca fui uno más y acabé excluido de él de forma natural, y al final todo se tiñó de amargura y tristeza, porque a este amigo lo quise muchísimo y sentía una conexión con él que prácticamente nunca antes ni después he sentido. Total, que más que un momento de salir, tener experiencias y disfrutar de la recién encontrada libertad, fue un momento de sentirme solo y "dejado atrás".

En fin. Casi al final del video, el hombre dice una reflexión bonita y universal, que me viene al pelo para mis planes de este año. Que ánimo, porque por muy particular que seas, siempre hay alguien por ahí con quien puedes encajar.

Ahora que estoy con Ikki de nuevo ya no me siento solo, pero esto no es la solución, sigo queriendo hacer amigos de verdad en esta ciudad, porque ya es casi una obsesión. No sé cómo explicarlo pero es como que tengo que demostrarme a mí mismo que existe gente ahí fuera quie pueden ser mis nuevos amigos de verdad, con los que puedo encajar, ser yo mismo de verdad.