jueves, 18 de octubre de 2007

Si llueve todos los días


If it rains every day
will you sink, will you swim?


Así dice la letra de una canción de Perry Blake, How Can The Knower Be Known. Es una canción muy melancólica. ¿Te hundirás, o nadarás?


Hoy es uno de esos días en los que me siento como dice la canción. Estamos en una época de lluvias torrenciales. Llego a casa con la ropa empapada, los zapatos mojados. En mi cuarto, por haber dejado la ventana abierta, también estaba todo mojado.


Esta mañana en las prácticas de mi futuro trabajo, me sentí tonto, torpe, como un niño de tres años metido en el cuerpo de un adulto de 27. Empezó con errores concretos, y poco a poco noté cómo iba cayendo más abajo, cómo me iba empequeñeciendo. En un determinado momento, el compañero de trabajo que me gusta, pasó a mi lado y me dio una palmada de ánimos en la espalda. Habría querido romper a llorar y decir que ya sé que soy un torpe y que parezco idiota, corto, como si me faltara un hervor.


Cuando era pequeño, era asmático, y cualquier gripe o resfriado desembocaba en asma irremediablemente. Lo que empezaba con fiebre y malestar, acababa conmigo sentado con las manos sobre la rodillas, luchando por coger aire. Ahora, de adulto, de una manera parecida, los días malos siempre desembocan en recordar a Damián. De repente hago balance de mi vida y me parece que es un verdadero desastre. Me desenvuelvo fatal en el que será mi futuro empleo

en teoría, y fuera de ahí no es que todo vaya mucho mejor. Es normal que Damián me dejara, quién querría salir con alguien tan soso y tímido? Con tan poco mundo? Tan estúpido para todo lo que no sean dos o tres campos?


Sé que no debería, pero cuando analizo lo desastroso que es mi historial sentimental, y lo comparo con el de la mayoría del de los que me rodean, pienso que algo falla estrepitosamente en mí. Casi todos tienen pareja, e incluso cuando cortan con esas parejas, en cuestión de días les surgen nuevas oportunidades.


En fin, la pregunta es si algún día superaré esto y dejaré de echarle menos, y de sentir que tengo un agujero por dentro que no se termina cerrar nunca.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Hemos llegado muy lejos...


Esta mañana ocurrieron un par de cosas relacionadas ligeramente que me hicieron reflexionar. ¿Te ha pasado alguna vez que durante el día ocurren una serie de cosas que te hacen tener la sensación de que la vida te quiere enviar un mensaje ese día? Como si tu vida fuese una serie de televisión, y cada día fuese un capítulo en el que los guionistas querían tratar un tema. Bueno, pues el tema de hoy es lo muchísimo que se ha avanzado en la normalización de la homosexualidad en nuestra sociedad. (Hablo de los países "desarrollados", por así decirlo, claro...).


Esta mañana un compañero de trabajo dijo de broma: "si ocurre algo, no pasa nada; se grita, mariquita el último... y el que se quede el último, pues eso". Era una broma probablemente sin maldad, simplemente una tontería sin más. Pero ofensiva, aún así... Yo, contra todos mis principios y bla bla bla, esbocé una risilla. Para darme de hostias pero ya. Por lo bajo, escuché como un compañero susurraba al autor de la broma que dadas las circunstancias quizá no era muy adecuado decir aquello, y él rspondió que bueno, sí, quizá... No recuerdo exactamente el diálogo, pero claramente dio a entender que ambos pensaban sabían que alguno de los presentes era gay. Quizá me lo notaron a mí, quizá era directamente uno de ellos (y quién te dice que no), quizá otra persona de la empresa ausente en ese instante... en fin.


Posteriormente, desayunando, este mismo chico comentaba que dos conocidos suyos, ambos hombres, estaban casados "con sus papeles todo", y todos los hombres de la mesa estuvieron de acuerdo en que "tenía que haber de todo", y asintieron con la cabeza y pusieron cara de "tolerancia".


Un poco más tarde, otra persona de un un entorno diferente, me explicó, acerca de dos hermanas cuya casa acabábamos de visitar por un asunto de salud, que "la guapa de las dos no tenía novio", así que si quería echarle los trastos tenía la oportunidad. Me reí, le dije "pues va a ser que no", y no tuve valor para dar el siguiente paso y decirle que no soy heterosexual. Él simplemente me dijo que como yo viera. Me sentí mal por dentro. Por varias razones: en primer lugar que él diese por sentado que no salgo con nadie, sin saber apenas de mi vida, en segundo, por no tener el valor de ser sincero al 100%, en tercero, porque de repente, debido a todas estas cosas, me he dado cuenta de que no estoy tan fuera del armario como me gusta imaginar.


El armario es un camino sin final: cada vez que conoces a alguien nuevo, esta persona inicialmente no sabrá nada, a menos que lo detecte. Cada vez que entras en un trabajo nuevo, idem. Cada vez que en definitiva tu mundo se expande, debes continuar indefinidamente el proceso de salida del armario si no quieres verte abocado a llevar una doble vida.


Soy una persona muy tímida, insegura. Odio ser el centro de atención, me da mucha vergüenza, me aterroriza verdaderamente según el caso. De normal vivo en un entorno estudiantil de gente joven y amplia de miras, que no tienen ningún prejuicio, o no muchos, y con todos ellos el que yo sea gay es totalmente irrelevante, es una característica más y punto.


Pero. El mundo estudiantil-juvenil no lo es todo.


Existe la familia no nuclear, y los familiares derechosos y cerrados. Existen los entornos laborales de hombres cerrados y machotes, que creen no conocer a ningún gay y viven a años luz de esa realidad (o eso creen...). Existen los ultraderechistas, existen los países en los que la homosexualidad es algo innombrable. En fin: existen muchos sitios en los que no estoy tan fuera del armario como quisiera, y cuando olvidas eso, olvidas la suerte enorme que has tenido por haber nacido en una época en la que existe el desfile del orgullo gay, en la que la ley te ampara, en la que los científicos desdeñan como ridículas las visiones moralistas y patológicas de antaño, en la que existen asociaciones, grupos, bares, equipos de hockey, bandas de rock y clubs de senderismo de gays y lesbianas (y transexuales, bis, etc).


Uno de mis objetivos en la vida es ser yo en todas partes, en todos los ámbitos de mi vida. Porque cada uno de nosotros es diferente, y nadie, nadie, nadie debería nunca tratar de fingir ser quien no es para adaptarse a lo que los demás esperan de ti.


En lo que importa de verdad, todos somos iguales.


Sé que será duro, pero con vergüenza o sin ella me comprometo desde aquí mismo a demostrar más valentía en mi vida cuando llegue el momento de ser tú o dejarse aplastar.


Y a Diossss pongo por testigooo... ;)