domingo, 29 de enero de 2012

It all gets out of hand

I walk a mile with a smile (...)
I don't know anyone 'round here
but I'm safe this time...

Este fragmento es de la canción Shiver, de Natalie Imbruglia. No, no tiene nada que ver en concreto con lo que quiero contar. Ni siquiera sé exactamente lo que quiero contar... Esta canción me transmite una enorme melancolía, en parte por la voz de Natalie, y en parte porque me recuerda a un momento de mi vida, 2005, en que estaba todo por empezar.


Tenía por delante una tremenda montaña rusa de sentimientos, de dolor, de felicidad, de soledad, de amor, de vivir las cosas con una intensidad dolorosa. Cuando, de camino al aburrido trabajo que tenía en aquella época, canturreaba esta canción, no sabía que por delante me esperaba, muy pronto, irme a vivir solo a una nueva ciudad, hacer unos nuevos estudios, volverme a enamorar, y esta vez, gran cambio, tener la oportunidad real de estar con esa persona. Y ser besado y estimado, de alguna manera, por él, y compartir la cama y tener una primera vez que no era la primera vez, pero sí la primera que tuvo significado real... y sentir esa terrible sensación de que te partan el corazón en mil pedazos... dos veces seguidas. Y saber a continuación lo que es la soledad más absoluta del mundo.

Desde entonces todo, lentamente, se fue resolviendo, y quién me iba a decir que unos años después habría vencido a la soledad, habría conocido a otra persona y habría encarrilado mi vida para llevarla hasta un punto de estabilidad y seguridad. Mi trabajo, mis amigos, mi novio formal Ikki, todo arreglado.

Y aunque os parezca mentira, en estos momentos echo de menos sin embargo el caos y el dolor de 2005 y 2006, porque siento que entonces vivía con intensidad. A menudo Ikki medio en broma medio en serio quiere indagar sobre esas dos personas de aquella época "que me dejaron tanta huella", y yo zanjo el tema también medio en broma. Pero lo cierto es que la huella dura hasta hoy. Nunca he podido olvidar a Damián, por mucho que pasa el tiempo, y es terrible porque esa historia queda muy atrás en el tiempo y me desanima sentir que aún la arrastro.

El pensamiento terrible es que quizás a veces según quién y cómo te rompa el corazón, puede que luego nunca llegue a arreglarse del todo, y te quedes para siempre con un corazón defectuoso que no puede amar igual de fuertemente que antes. Tuve esta sensación desde el momento en que Damián pronunció las palabras definitivas, y de verdad quisiera que antes o después la vida me demuestre que estaba equivocado, que el tiempo sí lo cura todo.