viernes, 28 de diciembre de 2012

Coge aire...


Menuda “inocentada” la de ayer. Después de más de una hora (soy muy lento) tecleando un post, cuando sólo me faltaba añadir una fotito, que en mala hora quise añadirla viendo lo lento que por alguna razón estaba funcionando todo... blogger se colgó, y en vez de grabar automáticamente el progreso, como siempre hace, se quedó el borrador completamente en blanco. Arrgh.

En fin. Vamos a pensar que esto es una especie de prueba de perseverancia. Así que aquí va la segunda versión de la entrada que quería poner ayer, con lo que recuerdo más lo que ahora se me ocurra añadir.

Bueno, como cada año al empezar un nuevo año, quiero dejar aquí por escrito mi lista de propósitos para 2013. Nunca me dedico, pasado el año, a releer lo que escribí el año anterior, para ver si conseguí algo de lo que me proponía, o al menos mejoré en ese aspecto... Pero bueno, en todo caso escribirlo por aquí me da más impulso para luchar por ello. Así que aquí va. ¡Empezamos!

  1. Aprender a silbar fuerte, con los dedos. Puede parecer una estupidez, pero para mí es importante. Como ya he escrito por aquí alguna vez, tengo una voz muy débil, y esto me provoca un montón de problemas a menudo: tener mucha dificultad para hablar en los bares y sitios así, no poder hacerme oír... El otro día veía en el cine una película (De óxido y hueso, la recomiendo), y en un momento dado la protagonista llamaba al chico de un silbido. Y me vino la revelación. ¡Yo necesito aprender a silbar fuerte! Mi voz es la que es y probablemente no tenga mucho arreglo, pero esto quizá sí entra de mis posibilidades.
  2. No dejar las cosas siempre para más tarde. Esta actitud tan mía me ha traído numerosos problemas en el pasado, y ya va siendo hora de hacer algo. Dejar las cosas para luego te puede traer muchas consecuencias: perder dinero, perder tiempo, molestar a gente, perder oportunidades.
  3. Tratar de fijarme más en las fechas y horarios de las cosas. Esto va íntimamente unido a lo anterior. Tengo una extraña tendencia a desconectar inmediatamente cuando algo trata de fechas y otros datos “numéricos”. Me las apaño gracias a la agenda de cumpleaños del móvil, a las notitas en calendarios, a los post-its... Pero el hecho es que esto también me ha traído un montón de problemas a lo largo de mi vida, y al igual que lo anterior, me ha hecho perder muchas oportunidades, fallar a compromisos... Estoy en ello.
  4. El propósito más personal y quizás el más complejo, el que con unas palabras u otras me hago cada año básicamente: atreverme a decir “no” más a menudo, a expresar mis verdaderas opiniones, a negarme a permanecer en situaciones como la que describía hace un par de entradas. Sé que todo esto proviene del miedo que me da provocar rechazo en la gente. Me tengo que mentalizar de que es inevitable hacerlo de vez en cuando, que todos lo hacemos, que es imprescindible para no convertirte en un pelele.
  5. No posponer indefinidamente esas pequeñas cosas que te planteas hacer, no pensármelo tanto, pasar más a la acción.

En realidad todos los propósitos que me hago me parecen difíciles. Así que aquí quedan escritos, porque parece que hacerlo te da una razón para intentarlo. Como si hicieras un contrato contigo mismo. Ahora veamos si lo cumplo. Feliz 2013 y un abrazo si estás leyendo esto.

martes, 18 de diciembre de 2012

Un mundo medio lleno

La teoría de que el mundo se acabe este próximo día 21 me resulta divertida y hasta fascinante, y da que pensar miles de cosas ("qué harías tú si..."). Yo no soy precisamente la persona más optimista del mundo, y a menudo pienso que el mundo merece terminarse. A diario ocurren cosas profundamente horrorosas, los seres humanos damos muestras de una maldad sin límites, cada dos por tres un desastre natural destroza las vidas de miles de personas sin ningún motivo, nacen niños con enfermedades incurables, triunfan mafiosos y traficantes de armas, miles de personas son prostituidas, extorsionadas, esclavizadas, asesinadas...

Sin embargo, esta mañana, saltando de enlace en enlace en una de mis páginas favoritas, TV Tropes, caí de casualidad en una página que me impactó muchísimo. Se trataba de una recopilación de motivos por los que se afirmaba que sí, el mundo es un desastre, una mierda, pero paso a paso, lentamente, estamos creando entre todos un mundo mejor, o como dicen ellos mismo, "ganándonos nuestro final feliz colectivo". ¿A que así de entrada parece una idiotez ridículamente optimista e ingenua? Pues lo que se detalla a continuación es una ristra de razones concretas para hacer esta afirmación.

De verdad, la página es larguísima y llena de ejemplos, así que si sabéis inglés, simplemente os recomendaría que entráseis y la leyéseis (bajad hasta la sección titulada "Real Life"), pero en todo caso resumo. A nivel social, con el paso del tiempo las personas tienden más a la tolerancia, a la cooperación y a la solidaridad. Si os parece una patraña, recordad que no hace tanto la esclavitud era legal, no existían las ONGs, en todos los países se exterminaba a los homosexuales y las mujeres vivían en todo el mundo sometidas a los hombres. Cada vez hay menos guerras, y estas tienden a ser menos intensas. ¿Os imagináis a día de hoy una guerra entre Francia y España? Hubo un día en que esto que ahora parece raro ocurrió. La medicina ha avanzado a pasos agigantados, y miles de enfermedades han sido solucionadas, otras están en camino, y la incidencia de otras tantas ha bajado muchísimo, o directamente ha llegado a cero: la viruela, hoy erradicada. Tenemos, en algunos países al menos, una sanidad pública (sí, lo sé, cada vez menos: pero comparado con la situación en la Edad Media, no me diréis que el salto es increíble). Gracias a campañas como las de Change.org o Avaaz, hemos logrado frenar la pena de muerte de muchas personas, la construcción de bombas racimo, las políticas dañinas de muchas empresas, la censura en internet, y todo ello usando básicamente algo tan idiota como el spam para un uso constructivo.

No quiero ser cansino, así que no sigo más. Me ha impactado darme de frente con este super despliegue de optimismo justificado, que es el mejor optimismo del mundo, y quería compartirlo por aquí. No nos vamos a engañar, el mundo sigue estando lleno de cosas horribles, pero merece la pena tener en cuenta también la otra cara de la moneda.

Si efectivamente este viernes desaparecemos, está bien saber que al menos en parte, a paso tambaleante, nos dirigíamos hacia algo mejor. Y como decía el disco de Pizzicato Five, este sería un final feliz del mundo.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Harto de ser un camaleón

Anoche Ikki y yo fuimos a cenar con otra pareja. Se trataba de una chica a la que conocí hace algo más de un año en otra ciudad, y su novio.
Ya desde la conversación previa en wasap (déjemoslo así, que el nombre auténtico es una pesadez de escribir), comenzó el proceso de "adaptación": ella proponía cervezas y picar algo. La verdad es que ayer era el típico día en que no me apetecía nada beber, y respecto a "picar algo", ya sabía bien lo que se nos venía encima: tapas.

Estoy hasta el gorro de las tapas.

Respeto el gusto de cada cual, y sé que en general a casi todo el mundo le encantan, pero para mí suponen:
a) comida tirando a grasienta que no me viene nada bien para mis problemas de piel.
b) someter tu comida a la decisión de la mayoría, con lo que es muy posible de que todas las cosas que se pidan sólo te gusten una o dos.
c) por la razón anterior, acabar comiendo tres calamares, dos trozos de pan y una croqueta y media
d) pagar una media de 20 euros por haber comido esa cantidad de comida. 

A lo mejor parece egoísta, pero no sé qué tiene de malo pedirte tu propio plato, que sabes que te va a gustar casi seguro, y al menos disfrutar de la comida que vas a pagar. Si la gente quiere variedad, a mí no me importa nada invitarles a coger de mi plato.

En fin, volviendo al tema, el caso es que no me atrevía a llevarle la contraria y sugerirle lo que me apetecía de verdad: un vegetariano, un italiano, un japonés, un sitio de pasta y ensaladas, el mismo McDonalds. Sé que si lo hubiera hecho, a la chica le habría dado poco menos que un desmayo ante la idea, y me habría dicho que cómo podía sugerirle esas cosas cuando me estaba ofreciendo conocer un sitio genial al que ella y su novio iban siempre. Rendición número uno.

Una vez en la cena, se cumplió todo lo que digo más arriba. Como única concesión, me pedí, junto a una cerveza por no parecer demasiado aguafiestas (rendición número dos), una jarra de agua, sabiendo que eso me costaría comentarios de que yo era demasiado formal, etcétera. Durante la cena, cada vez se iba haciendo más claro para Ikki y para mí que no teníamos nada que ver con ellos. La chica, vamos a llamarla Nuria, es buena gente, la típica persona de carácter fuerte, muy apasionada, muy directa al hablar, de sangre caliente. Una de estas personas que no se dan cuenta de lo fácilmente que pueden ofender con su forma de forma de hablar ("Eso es una gilipollez", en respuesta a una opinión personal e intransferible de Ikki en cierto momento). Su novio, básicamente igual. Buena gente en el fondo, pero de carácter brusco.

Y tanto.

Ikki y yo no queríamos ir a su casa a tomar una última copa, pero no fuimos capaces de contradecirla (rendición número tres), y por el camino ocurrió una cosa que enturbió el resto de la noche. Nuria no encontraba el papelito donde guardaba un gramo de coca de su novio, y éste se agarró un cabreo tremendo. Tras un rato buscándolo, llegamos por fin a la casa, con el ambiente ya muy tenso. No tengo nada en contra de que la gente tome lo que le dé la gana, pero lo preocupante es cuando tienes reacciones de este tipo (y más sabiendo, como me dijo Nuria en secreto en otro momento, que ella lo había pagado). Una vez en la casa, la situación era ya absurda e incómoda. Él le lanzaba reproches, ella se defendía y se disculpaba constantemente con nosotros. El papelito apareció por fin, pero no sin que antes, según me explicó a solas, él la agarrase del cuello y le diera una bofetada cuando estaban a solas en la cocina.

La vida está llena de problemas que te suceden sin previo aviso y sin buscártelos, pero cuando tu novio te hace eso, creo que las señales de lo que te puede pasar están más claras que el agua.

Llegó por fin la hora de irnos, y por culpa de haber retrasado tanto la hora de volver, un tramo del camino a casa tuvimos que hacerlo a pie, porque ya no había metro: rendición número cuatro. Esta fue la que menos me importó, porque tenía ganas de andar. De hablar. 

Y por el camino, se fue formado dentro de mí una determinación que llevaba días rumiando y que gracias a esta situación ha salido a la luz por fin: estoy harto de adaptarme a los deseos de los demás constantemente. HARTO. Estoy harto de adaptarme a sus personalidades, a sus gustos, a su sentido del humor, a sus horarios, a sus comidas, a sus planes. Entiendo que en la vida a menudo hay que adaptarse un poco a la gente para poder convivir, pero lo que no puede ser es que uno termine haciendo al 100% la voluntad de los demás y aplaste siempre su propia personalidad.

Aún no ha llegado 2013, pero si no se acaba el mundo este diciembre, mi determinación para este año ya está tomada. Voy a intentar ser más fuerte, voy a intentar expresar claramente lo que me gusta y lo que no, voy a tratar de ser más sincero y menos bienqueda. Voy a ser más yo.

Y la próxima vez que alguien proponga tapas, me van a oír ;)

viernes, 2 de noviembre de 2012

Independiente dependiente

Seguro que has escuchado esa historia del perro que pasa mucho tiempo encadenado a un palo. cuando por fin un día sacan el palo del suelo y el perro puede irse a donde quiera, se queda ahí. Nunca sale del radio de movimiento que le permitía la cadena.

Pues así soy yo.

Ikki y yo pasamos muchísimo tiempo juntos. Tenemos algunos amigos en esta ciudad y a veces hacemos salidas y cenas con compis del trabajo, pero la mayor parte del tiempo libre lo pasamos juntos. A menudo, en esos ratos me siento un poco agobiado y pienso en la cantidad de cosas que me gustarñia ponerme a hacer si no estuviera con él. Quizá ordenar por fin todos esos papeles (una ridiculez, pero necesario). Comprarme esa ropa cara y un poco absurda que él considera un despilfarro. Ir a tal sitio. Ver todas esas películas que tengo pendientes. Leer todos esos libros. Tener la posibilidad de ligar con gente nueva, sentir que le puedes gustar a alguien más. Sí, esto también.

¿Y sabéis qué hago cuando tengo una tarde o un día libre, como hoy, y él no está porque está en su pueblo o trabajando? Nada. De nada. Hoy ha sido uno de esos días. De repente, sin él al lado, el mundo me parece un lugar hostil y frío (figurada y literalmente, ahora que es otoño), y salir a la calle yo solo a hacer cosas se me hace cuesta arriba. De repente la mirada de los extraños me pesa mucho más, y siento como si de alguna forma invisible, el mundo no estuviera hecho para gente sola. Sé de gente muy independiente, y les envidio. Gente que hace turismo sola, que va a bares o a la discoteca sola cuando le apetece (supuestamente se liga mucho más que si vas con gente). Yo disfruto mucho menos del turismo si voy solo, porque no me siento igual de a gusto y en parte pienso que todo pierde parte de su sentido si no puedes comentarlo. Respecto a los bares y tal, bueno, eso ya es otra liga y no sé si nunca sería capaz.

Al final, esta tarde, decidido a no dejar que pasase el día absurdamente en casa, y queriendo ponerme a prueba, me fui a ver una exposición que llevaba tiempo queriendo ver. Me dije que iría con calma, leyendo bien los carteles, concentrándome en disfrutar de lo que veía sin pensar en nada más. Al salir miré el reloj, y comprobé que quizás habría pasado unos tres cuartos de hora, o quizás algo más de media hora. Bueno, siendo bueno conmigo mismo, a lo mejor de por sí no se tarda tanto en ver una exposición de una sola planta, y la verdad es que me lo tomé con toda la calma que pude...

Mi mejor amiga Aisha y yo a menudo hablamos de si deberíamos romper con nuestras parejas por no sentir lo que deberíamos... en este dilema se entremezclan todo tipo de cosas a favor y en contra, y una de la que más nos pesa a ambos, es este egoísta miedo a la soledad que nos amenaza a ambos. Sí, es fácil hablar, pero el mundo a solas me puede dar mucho miedo, y quizás si al final diera el paso a lo mejor terminaría viviendo una vida pequeña y triste, trabajando y pasando el resto del tiempo en casa, saliendo solo para hacer la compra.

Hoy me venía a la mente el pequeño curso de japonés que hice este verano. Me apunté no sólo por el idioma en sí, sino por abrirme un pequeño hueco nuevo en el mundo, en esta ciudad. Casi siempre que me he apuntado a algo he acabado alegrándome de haberlo hecho. Cursos de idiomas, de escribir, de cualquier cosa. Me viene muy bien, a mi personalidad evitativa y con tendencia a la pasividad y la dejadez, tener algo que estructure mis días, tener a gente compartiendo un objetivo sobre el que puedes hablar, unos horarios, una finalidad.
El curso de japonés fue un éxito a medias. Aunque fue hace muy poco, recuerdo con cariño a mi único compañero de clase. A la profesora con su humor contagioso. Al paseo de los árboles en esa zona de la ciudad que no conocía y que durante aquellos días visité tanto. El paseo de los árboles, abrazado por el calor de aire en verano.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Debajo

Hay días en los que uno siente que está cayendo a su punto más bajo. Es como tratar de nadar en el barro. Para los que hayáis visto La historia interminable, es lo que tuvo que sentir el caballo de Atreyu cuando se hundía. Y lo que sintió el propio Atreyu al perderle.
Siento que estoy cayendo lentamente hacia ese sitio desde hace días. Constantemente siento una mezcla de desinterés y ganas de llorar.

Ayer ocurrió una cosa que me hizo sentir fatal. Lo que ocurrió no me deja en muy buen lugar. Habíamos quedado Ikki y yo por la noche con nuestro amigo Alan. Se trata de un chico increíblemente hablador. Pero no sólo es hablador; es además de ese tipo de gente capaz de hilar los temas con fluidez y gancho, con lo que puede estar contándote algo que quizás ni te va ni te viene, y no sabes muy bien cómo ha acabado hablando de ese tema... El caso es que no resulta aburrido, porque tiene ese don, esa chispa. ¿Qué ocurre? que en definitiva las conversaciones en cierto modo las monopoliza. Cuando estoy con gente así,que es capaz de hablar muy fluidamente y con aplomo de cualquier cosa, a menudo me siento bloqueado. Siento que es muy difícil "meter cuchara" e influir en el curso de la conversación y explicar yo mismo algo que venga al caso. Me atasco, tartamudeo, soy incapaz de encauzar lo que quiero decir de manera que la conversación se "abra" y hablemos todos, y claro, con un intento tan pobre de participar en la conversación, todos los participantes reciben el mensaje no verbal de que lo que tengo que decir no es nada muy interesante y básicamente todo sigue su curso, como si de fondo un grillo hubiese hecho un débil ruidito en medio de la fiesta.

En un momento dado traté de explicar una anécdota relacionada con lo que Alan contaba, y sin dar más pie a nada, Ikki, que escuchaba atento y divertido a Alan, me frenó y le dijo a Alan que siguiera con eso que contaba, que la cosa estaba interesante. Esto fue la puntilla. Posteriormente, ya a punto de despedirnos, Alan decía otra cosa, y mientras Ikki trataba de hacerme una de esas caricias de pareja que hacen sentirse a la gente que te rodea incómoda. Le aparté molesto, y él se reía notando mi incomodidad. Todo esto me llenó de rabia y de tristeza. No quiero que Ikki me trate como a un muñeco de peluche delante de la gente, quiero que me escuche y no me haga sentir más todavía como lo que yo quiera decir no tiene ningún interés.

Alan es una buena persona y esto de hablar por los codos no lo hace por ansias de protagonismo ni nada por el estilo, simplemente es así. Sin embargo, me he ido dando cuenta de que estar con él y su novio, Víctor, me hace sentir mal. Quizás porque soy un puto insatisfecho crónico, quizás porque no puedo evitar compararme con ellos y sentir que no es comparable lo que hay entre ellos dos y lo que hay entre Ikki y yo por mi parte.

lunes, 20 de agosto de 2012

El sexo por defecto

Me fascina el feminismo, y yo mismo me considero feminista (creo que no hace falta que lo jure).

El otro día, en una crítica de Brave, la nueva de Pixar, un usuario de imdb opinaba que, quizás por tratar la relación entre una madre y su hija, había sido incapaz de conectar con los personajes. Otro usuario (creo recordar que una chica) le contestaba que miles de otras películas infantiles de enorme éxito habían sido protagonizadas por figuras masculinas y ninguna niña había tenido problemas en identificarse, y que lo que le pasaba es que la sociedad consideraba el masculino como "el sexo por defecto". Y creo que, simple y llanamente, dio en el clavo.

El tema es tan amplio, casi inabarcable, y me interesa tanto que casi podría dedicarle un blog entero en exclusiva (es una idea...). ¿Habéis oido alguna vez hablar de "literatura masculina"? ¿Cuando pensáis en los Beatles, creéis que el hecho de ser cuatro chicos hacía que sus letras tuvieran un punto de vista masculino? ¿Existe un punto de vista masculino?

No me gusta nada simplificar y sacar conclusiones facilonas, porque creo que la verdad es más enrevesada de lo que parece. Sería hipócrita negar que el público principal de las comedias románticas son las chicas (las grandes productoras no están ahí para tirar el dinero arriesgándose), y el de las pelis de acción tipo Jason Statham son tíos principalmente heterosexuales. Sí, lo sé, en ambos grupos hay excepciones. Yo mismo puedo disfrutar de casi cualquier clase de película con tal de que esté bien hecha o por algún motivo personal me interese, al margen de su calidad. Hasta hace poco el cine bélico era el cero absoluto para mí ya que ninguna película me gustaba lo más mínimo, pero llegó En tierra hostil y este muro también fue derribado. Ahora ya mi única frontera son los western...

Pero también mentiría si no dijera que a veces me pregunto hasta qué punto esta división estereotípica entre sexos no es sino una creación cultural. Un ejemplo claro es el fútbol. Hasta hace no mucho, ser hincha de fútbol era una cosa "de tíos". Sin embargo, con el paso del tiempo, las chicas se han introducido en este mundo de forma completamente orgánica, y ahora mismo diría que es una pasión compartida diría que al 50%.

Los ejemplos a la inversa son más difíciles de encontrar, porque aquí el machismo sí que asoma las zarpas de forma muy clara. Que una chica haga cosas de chicos es raro. Que un chico haga cosas de chicas es ridículo/vergonzoso/una mariconada. Sólo se me ocurre una excepción: el progresivo aumento del cuidado por la estética de los hombres: la depilación, los peinados cada vez más sofisticados, el avance de los cosméticos para hombres. Tengo que reconocer que no sé si esto es un avance o un retroceso social.

Una de los caballos de batalla más complejos del feminismo es... definir sus propios límites. Al principio estaba muy claro: lo feminista era negarse al matrimonio, visto como un sometimiento a los hombres (y sin duda lo era), y acceder al mundo laboral. Este primer paso era imprescindible.
Pero la cosa, llegados a la actualidad, se complica. ¿Y si una chica, sabiendo que tiene la posibilidad de no hacerlo, decide casarse y quedarse en casa a criar a sus hijos mientras limpia y le hace la comida al marido porque es eso lo que la hace feliz? ¿Y si el sueño de otra es casarse con un millonario que la mantenga y no tener que dar palo al agua nunca más? ¿Y qué pasa con una actriz porno que afirma que le encanta rodar escenas en las que aparentemente se la degrada? Y aquí sí que abrimos de verdad la caja de Pandora, porque las ramificaciones morales son miles.

martes, 17 de julio de 2012

Conectados

"Estamos conectados en todos y cada uno de los lugares, así que
cuando piense esta palabra, tú ya lo sabrás" 
(Ayumi Hamasaki, "Connected")


Hace poco un amigo de Ikki dijo una cosa que me impactó muchísimo, porque me sentí muy identificado... y es una de esas rarezas que crees que nadie más, o muy pocos más, podrían compartir.
Hablaban de no sé qué serie de televisión que este chico había decidido ver... en la propia televisión. Para mucha gente (yo incluido) la televisión es un cacharro bastante inútil en la casa, ya que la mayoría de las cosas que vemos están en internet, donde uno puede elegir constantemente qué ver y a qué hora verlo (y esto a su vez a veces creo que ha sido la causa que me ha convertido en un impaciente incapaz de sentarse y concentrarse diez minutos en un solo tema... ¿aunque quizá ya era así e internet no hace sino facilitármelo? Quién sabe).

Pero bueno, volviendo al tema, la verdad es que con internet la tele sobra bastante, en teoría. ¿Y por qué entonces este chico decidió verlo por la tele? En sus propias palabras, para sentirse "conectado con la masa". Sentir que lo que estaba viendo en ese instante lo estaba viendo más gente y estaban sintiendo las mismas cosas que él. Me sobresaltó mucho oirle decir eso, porque enseguida me recordé a mí mismo haciendo algo muy parecido un tiempo atrás.

Hace unos años (después se ha repetido en momentos esporádicos, pero entonces era constante), pasé una racha en la que escuchar discos me provocaba una extraña y bastante angustiosa sensación de aislamiento con respecto al mundo. A lo mejor esto os hace gracia, pero la sensación era incluso más fuerte si las canciones que escuchaba eran bastante antiguas y poco conocidas, porque esto por lo tanto significaba que era más improbable aún que nadie más en el mundo estuviese escuchando esa misma canción en ese mismo momento.

Necesitaba escuchar la radio. Pero la cosa iba más allá, porque concretamente necesitaba escuchar algún programa que se emitiese en directo y en el que hablaran personas. Vamos, que el típico programa de música, probablemente grabado de antemano, en el que el DJ presenta la canción en diez segundos y el resto es música no me servía. Ahora mientras lo escribo voy reflexionando y de pronto caigo en la cuenta de que programas como "Hablar por hablar" existen entre otras cosas porque muchas otras personas se han sentido como yo. En este sentido ese programa era perfecto. Gente que sentía sola o que necesitaba compartir algo aquí y ahora, o que generosamente llamaba a la radio para tratar de hacer sentir mejor a alguien que hubiese explicado un problema antes. Alguna gente era de verdad un amor y me daban muchas ganas de conocerlos en persona...

La verdad es que en aquella época sentía una especie de desazón constante que aumentaba por las noches con la soledad y la oscuridad, y solamente esta sensación de contacto humano me tranquilizaba algo. En una ocasión le explicaba esto a una persona y me daba la sensación de que no me entendía del todo, que era una de esas vivencias íntimas que nunca puedes lograr comunicar totalmente... aunque me dijo que sí y que en ocasiones uno se sentía solo.Ya ves, no era nada tan raro, y eso sumado al hecho de Ikki precisamente notaba a este amigo distinto de lo habitual, más apagado, es una prueba más...

Internet ha traído miles de cosas buenas, como la posibilidad precisamente de conectar con muchísima gente con la que normalmente no podrías. Pero aunque solo sea por esta pequeña facultad de la tele de que lo que emite lo vemos todos a la vez, quizás la caja tonta sea tonta la mayoría de las veces, pero también entrañable y una pequeña forma de estar todos conectados.

martes, 10 de julio de 2012

La ventana

Recientemente Arwen se ha marchado de esta ciudad rumbo a su pueblo natal. La razón, esa que ya os podéis imaginar; la misma por la que la gente que puede está constantemente en busca de un sitio donde sobrevivir, y la que no puede se desespera ante lo negra que que ha puesto la cosa.

Sólo había hablado una vez de ella, pero la verdad es que de cierta manera ha tenido un papel importante en estos últimos meses de mi vida. Ella era mi ventana abierta a otros mundos, otras vidas, otras formas de ver y hacer las cosas. Tratar de hacerme amigo de ella fue uno de esos pequeños saltos mortales que a veces das, porque sabes que aunque la caída puede ser dura, también existe la posibilidad de que tu vida cambie y aparezcan caminos nuevos. ¿Podía yo, con mis gustos más bien convencionales, con mi vida aburguesada, con mi pequeño mundo casi intacto, hacerme amigo de esta persona que ha estado en sitios donde nunca he ido, que ha probado cosas que ni conozco, que ha conocido a gente al borde y probablemente fuera de la ley? Podía intentarlo. Hemos tenido poco tiempo y quizás las diferencias eran demasiado grandes, pero en una parte, quizá no muy grande pero válida, hemos conectado. Además de todo este mundo turbulento, Arwen tiene también una calidez y un humor que lo hacen todo más fácil.

No logré llegar a agradecérselo de verdad, haciéndole saber lo mucho que había significado para mí. Seguramente nunca llegará a leer esto, pero al menos me gustaría dejar esto por escrito. Gracias por todas las cosas que he hecho y que he descubierto gracias a ti. El couchsurfing (¿nos lanzaremos?), el humus, aquella canción, y sobre todo, por ser lo que más significó para mí, la posibilidad de subirme a aquel pequeño escenario aquella noche en aquel pequeño bar al que de otra forma nunca hubiéramos ido, y leer delante de un montón de desconocidos unos poemas bajo la luz de una pequeña lámpara que impedía ver nada más allá. Gracias.

sábado, 2 de junio de 2012

Infidelidad



Hay gente alrededor de la cual ocurren cosas.

Arwen es una de ellas. Al poco de conocerla, en uno de estos cursillos que uno hace de vez en cuando y en los que conoces a gente variopinta con la que quizás nunca más vuelves a cruzarte, me di cuenta de que era distinta. Una de estas personas que hace comentarios arriesgados (y certeros). Que aparece por la mañana con cara de haber tenido muy mala (o muy buena) noche. Con una mirada cálida y a la vez pertubadora.

Aprovechando la excusa de un concierto, por primera vez en mi vida que yo recuerde hice un esfuerzo personal por acercarme a alguien: a ella. Normalmente mi timidez hace que sea la gente la que se acerque a mí, ya que siempre me pesa la idea de que si muestro interés en la gente pueden pensar que tengo alguna clase de interés turbio, que pretendo algo, que soy un friki perturbado o patético... Bueno, toda una serie de pensamientos absurdos y nada sanos que no sirven para nada más que para frenarte y acabar no haciendo cosas.Si pretendí acercarme a alguien así, supongo que una parte de mi interior me está pidiendo una revolución personal.

Poco a poco hemos ido viéndonos más veces. Arwen es una persona muy alternativa, con (muchísimos) amigos muy aventureros, atrevidos y politizados. Esta gente que vive vidas bohemias e imprevisibles, que se plantan en casas de los miles de amigos que tienen repartidos por el país y el mundo entero, que han probado todo tipo de drogas y han tenido todo tipo de experiencias sexuales... En fin, a su lado soy una persona convencional, aburrida, aburguesada e insípida; así que si alguna conexión tenemos supongo que es la del gusto por la literatura y el darle muchas vueltas a las cosas. La verdad es que me resulta una persona fascinante.

El otro día en una de las veces que hemos quedado, conocí a un chico; vamos a llamarlo Xavier. Dato clave: Ikki en aquel momento se encontraba lejos, de visita en su pueblo. El tal Xavier era un tipo de chico gay que no se suele conocer. Es más, nunca antes he conocido a nadie así. Imagínate a un chico alternativo, de corte de pelo medio punk, ropa con agujeros, piercing de aro en las fosas nasales, capaz de hablar de política y sociedad. Y homosexual. No, no es muy típico.

Y este chico atípico, al poco rato (¿minutos?) de conocerle, empieza a flirtear conmigo sin ningún rodeo. Que si Ikki estaba muy lejos, que si cuando volvía, que por qué no le enseñaba mi casa, que si nada iba a salir de los que estábamos allí, que si nada se nada se sabe nada ha pasado... Y esto para empezar. En seguida se me plantó delante, me agarró la mano y me la plantó en su entrepierna, que ya se estaba empalmando. En aquel instante Arwen y su amiga se habían ido a otro cuarto a coger una cosa, y aprovechando el instante a solas, Xavier se lanzó más aún y finalmente se la sacó, y me insistió en que se la agarrara. Y sí, lo hice.

No, no pasó nada más. Me plantó un beso en los labios, y empezamos un "debate" sobre la fidelidad versus la infidelidad, con todos estos argumentos usados siempre: si es un invento humano, si en realidad es algo artificial, si lo que importan son los sentimientos, si lo que cuenta es lo que las personas acuerden...

Voy a seros sincero. No sé qué pensar. Sí, me temo que lo "natural" es la infidelidad, y si nos ponemos, también la promiscuidad, porque a nivel animal nuestro objetivo es multiplicarnos. Pero el problema de los humanos es que ni somos completamente animales ni en definitiva dejamos de ser completamente animales. Entra en juego la conciencia de nosotros mismos y de los demás, la cultura, la enseñanza y mil ingredientes más que no afectan a los delfines o a las grullas o a los perros, pero estamos hechos de carne y hueso como ellos. A lo que voy, sin irme por las ramas, es que quizás en el caso de un humano, existe el enamoramiento, y en teoría cuando estás enamorado sólo te ocupa la mente esa persona, y quizás ni necesitas, ni quieres ser infiel.

Estuve a nanocentímetros de serle infiel a Ikki, y la distancia es tan pequeña que no puedo evitar preguntarme hasta qué punto no se podría decir que sí lo fui. Esa noche apenas dormí nada y entré en una espiral de dudas e inestabilidad que sigue hasta hoy. No me lo puedo negar a mí mismo: a veces echo de menos tener relaciones con otras personas. Ikki y yo a veces hemos flirteado con la idea de la pareja abierta en plan broma, pero nunca hemos decidido llevarlo a cabo. Y lo más importante: ¿sería eso la solución a todo? ¿Es eso lo que de verdad deseo? ¿Hay alguna salida que no conlleve dolor?

viernes, 18 de mayo de 2012

Hacer algo

El otro día tuve una especie de momento de revelación. Supongo que a todos nos pasa alguna vez. Ocurre algo que de repente nos obliga a vernos en el espejo. Y el reflejo no es agradable.

Nos fuimos Ikki y yo a buscar un jersey a unos conocidos grandes almacenes. Después de dudarlo un rato, me decidí por uno bastante caro, que me había gustado mucho. "Para eso me levanto cada mañana a trabajar", o algo similar, pensé como autojustificación. Salíamos felizmente de allí, cuando nos topamos inesperadamente con la manifestación del 15M. Ya había pasado el sábado de la celebración, pero era el día exacto del aniversario, y aquello estaba en plena ebullición. Y yo con aquellas bolsas de este gran almacén, paseando entre gente dedicando su tiempo a intentar cambiar el mundo.

Me sentí asqueroso. Un aburrido acomodado aburguesado al que verdaderamente no le importan las injusticias sociales con tal de que él pueda pagarse su caprichito tonto. ¿Y sabéis lo peor de todo? Que no es sólo una sensación pasajera. En gran parte es cierto. Sería demasiado decir que me la suda completamente todo lo que está ocurriendo, que no deseo un cambio político y social radical, que no tengo ganas de que las cosas cambien radicalmente, ya no sólo en España, sino en el mundo entero. El mundo, visto en conjunto, es un lugar atroz.

Pero no puedo negar que me importa también la ropa que llevo, y que no deja de ser un acto de profunda superficialidad gastarse un dinero excesivo en una pieza de ropa que, estrictamente hablando, no necesitaba, cuando sabes muy bien que ese dinero puede provocar un cambio real en la vida de una persona (al menos una) si lo pones en las manos adecuadas.

Al día siguiente, en uno de esos momentos en los que da la sensación de que las cosas ocurren según un guión planeado por algún ente superior, ocurrió algo que fue el golpe definitivo. Iba montado en el autobús, camino del trabajo. Leía algo, un libro, el periódico, no sé. De repente, y recuerdo claramente no tener ningún motivo concreto para hacerlo, giré la cabeza hacia mi izquierda. Un chico sentado, dormitando. Con una sudadera de hace uno o dos años que yo también tengo. En la que pensé mientras me compraba esa otra. Que en el fondo no necesitaba, que sólo quería por el placer de tener algo nuevo.


Con un poso de inseguridad pesando por dentro, no había llegado a cortar la etiqueta del jersey. Así que en cuanto tuvimos una tarde libre, fuimos a una sucursal de la tienda en cuestión (no a la misma exactamente, ya que en aquella la chica había sido muy simpática y me había visto dudar un poco, y se me caía la cara de vergüenza, francamente). Y devolví la prenda.

Ahora queda la parte más difícil. Hacer de verdad algo, algo que sirva y que valga la pena.

martes, 24 de abril de 2012

Momentos de verdad

No sé si he batido el record de tardanza en actualizar el blog o ha habido épocas peores, pero como mínimo me siento más bloqueado que nunca a la hora de actualizarlo. A veces en cualquier circunstancia de la vida me viene a la mente algo que querría escribir aquí, pero luego a la hora de escribirlo es como si hubiera una barrera invisible que me impidiera hacerlo... eso cuando no he tenido que dejar guardado un post a medias por falta de tiempo, y cuando he querido completarlo y publicarlo, ya lo que contaba me parece irrelevante. ¿Pasará este nuevo intento a ingresar la lista de cadáveres o lograré por fin volver al ruedo?

El caso es que estos días me ronda la mente una idea recurrente (perdón por la rima). A ver si lo sé explicar. En la vida, la mayor parte del tiempo, seguimos una rutina y nos comportamos según un protocolo para cada ocasión. Hay una serie de frases adecuadas para estas personas en estas circunstancias, hay un orden en que hacer el trabajo, hay unos horarios, hay unas formas de saludar...

Y hay momentos en los que todo lo que está pasando es completamente genuino, cada frase que se pronuncia proviene de verdad del interior, nos comportamos de forma totalmente libre y sentimos a un nivel mucho más profundo todo lo que está pasando. ¿Cómo se reconocen estos momentos? Pues el único inidcador claro que tengo es que cuando ese momento ha pasado, te das cuenta de lo intenso que es su recuerdo y la sensación tan especial que te ha imprimido. Pueden pasar años y aún te viene a la mente aquel diálogo, aquel sitio, y la sensación de que en ese momento todo estaba siendo auténtico, todo importaba de verdad.

Recientemente volvía a ver Titanic, y me dio la sensación de que si la película nos impactó tanto en su momento, y ahora, años después, sigue siendo tan recordada, es porque está llena de esos momentos. Al principio de la historia Kate Winslet vive en piloto automático, y se dirige a la nada absoluta de forma imparable. De repente se cruza con el personaje de Leo, que vive completamente al día, improvisa constantemente y disfruta de cada instante. Y a partir de ese momento, la vida de Rose da un giro absoluto y se llena de momentos auténticos en el transcurso de unos pocos días. La película sólo nos da pinceladas de su vida posterior, pero es fácil imaginarse que si fuese una persona real, la experiencia de esos pocos días en el barco la habría recordado como un faro de luz después de años de oscuridad viviendo como un zombi. El momento crucial en el que de repente entró en contacto con su verdadero yo y reunió las fuerzas necesarias para dar un giro completo a su vida.


Desde luego nunca me ha pasado nada tan épico como lo que cuenta la película (es una peli, al fin y al cabo), pero sí tengo guardado un puñado de momentos especiales. Recientemente, en el aeropuerto, un chico hindú se acercó a pedirme ayuda por no entenderse en inglés con los empleados del aeropuerto. Yo en ese momento tenía prisa y no podía perder mucho tiempo, pero tenía tal cara de desesperación y parecía tan buena gente que no pude dejarle tirado, por lo que me paré a ayudarle en lo que pude con los billetes y las máquinas de facturación. Afortunadamente todo se arregló en un rato, así que le deseé buena suerte y me despedí rumbo a mi vuelo. El chico me lo agradeció con palabras y con todo su gesto, y ya no supe más. Después me quedó pena por no haber podido hablar un poco más, y preguntarle qué le traía a venir solo desde tan lejos al lugar tan concreto al que iba (una zona de España vecina a la mia), con escala en Múnich.


Los aeropuertos me fascinan y me producen una melancolía rara, porque son lugares extraños y propensos para situaciones así; una tierra de nadie donde se cruza gente de todas partes, gente que proviene de lugares muy lejanos y con vidas completamete dispares, y que probablemente nunca más se cruzarán contigo... Y a veces, muy raras veces, algo como esto ocurre y durante un instante en el tiempo, un chispazo nada más, tu vida y la de esa otra persona se alinean, para luego volverse a separar para siempre.

domingo, 29 de enero de 2012

It all gets out of hand

I walk a mile with a smile (...)
I don't know anyone 'round here
but I'm safe this time...

Este fragmento es de la canción Shiver, de Natalie Imbruglia. No, no tiene nada que ver en concreto con lo que quiero contar. Ni siquiera sé exactamente lo que quiero contar... Esta canción me transmite una enorme melancolía, en parte por la voz de Natalie, y en parte porque me recuerda a un momento de mi vida, 2005, en que estaba todo por empezar.


Tenía por delante una tremenda montaña rusa de sentimientos, de dolor, de felicidad, de soledad, de amor, de vivir las cosas con una intensidad dolorosa. Cuando, de camino al aburrido trabajo que tenía en aquella época, canturreaba esta canción, no sabía que por delante me esperaba, muy pronto, irme a vivir solo a una nueva ciudad, hacer unos nuevos estudios, volverme a enamorar, y esta vez, gran cambio, tener la oportunidad real de estar con esa persona. Y ser besado y estimado, de alguna manera, por él, y compartir la cama y tener una primera vez que no era la primera vez, pero sí la primera que tuvo significado real... y sentir esa terrible sensación de que te partan el corazón en mil pedazos... dos veces seguidas. Y saber a continuación lo que es la soledad más absoluta del mundo.

Desde entonces todo, lentamente, se fue resolviendo, y quién me iba a decir que unos años después habría vencido a la soledad, habría conocido a otra persona y habría encarrilado mi vida para llevarla hasta un punto de estabilidad y seguridad. Mi trabajo, mis amigos, mi novio formal Ikki, todo arreglado.

Y aunque os parezca mentira, en estos momentos echo de menos sin embargo el caos y el dolor de 2005 y 2006, porque siento que entonces vivía con intensidad. A menudo Ikki medio en broma medio en serio quiere indagar sobre esas dos personas de aquella época "que me dejaron tanta huella", y yo zanjo el tema también medio en broma. Pero lo cierto es que la huella dura hasta hoy. Nunca he podido olvidar a Damián, por mucho que pasa el tiempo, y es terrible porque esa historia queda muy atrás en el tiempo y me desanima sentir que aún la arrastro.

El pensamiento terrible es que quizás a veces según quién y cómo te rompa el corazón, puede que luego nunca llegue a arreglarse del todo, y te quedes para siempre con un corazón defectuoso que no puede amar igual de fuertemente que antes. Tuve esta sensación desde el momento en que Damián pronunció las palabras definitivas, y de verdad quisiera que antes o después la vida me demuestre que estaba equivocado, que el tiempo sí lo cura todo.