Este fin de semana fue terrible.
El viernes, Ikki y yo teníamos nuestra "prueba de fuego": con motivo de las fiestas del Orgullo, saldríamos juntos, con más gente. La primera vez que salíamos en un plan de este tipo, el que hay una posibilidad real de que el otro ligue ante tus narices.
La noche empecó bien, pero en un momento dado, Ikki dijo que se marchaba al bar donde trabajaba un compañero. Y desapareció. Otro del grupo ligó y también se esfumó, y los que quedamos, decidieron volverse a casa.
Yo me sentía completamente a la deriva, sin razón de ser entre aquella cantidad de gente. Qué pintaba yo ahí.
El sábado no salí. En parte porque trabajaba todo el domingo, en parte porque temía ver a Ikki. Lo que sucedió fue uno de los sábados más horribles de mi vida, sintiéndome la persona más sola de la tierra, pensando qué haría Ikki. A lo lejos se oía la música dance y los gritos del megáfono. Y yo ahí, como un trozo de carne absurdamente ocupando espacio en el mundo sin que nadie lo supiese.
Llegada la noche del domingo, recibí de golpe varios wasaps de Ikki. Estuvimos un rato chateando, quedando para ver el lunes la tele juntos donde él vive ahora (una tradición reciente). Me sentí muy feliz al ver su nombre junto al iconito verde, y más aún tras leer los mensajes, que eran bastante cariñosos.
Sí, lo sé, no se entiende qué es lo que quiero. Yo soy el primero que no entiende.
El caso es que llegado el lunes, todo se desmoronó, cuando en un momento dado, quise darle un abrazo, y con una sonrisa de esas medio en broma medio en serio suyas, me dijo que abrazos no, después de "las cosas que había hecho este finde" .
¿Sabéis cuando en los dibujos animados a un personaje le cae una pesa de 500 kg encima?
Yo ya imaginaba que algo tuvo que pasar. Fueron dos noches, pudieron pasar muchas cosas. Pero siempre que evitáramos sacar el tema, podía arrinconar la idea a una esquina de mi mente. Pero ahora ya no podía.
Obviamente el cambio en mi cara fue evidente, e Ikki por un lado trató de defenderse diciendo, con toda la razón del mundo, que no tenía por qué sentirse culpable, y también tratando de hablarme y sacarme de donde estaba. Poco a poco traté de comportarme normal otra vez, porque qué más podía hacer. Más tarde volvimos a tener sexo.
En medio del sexo me dijo algo importante que no sé cómo transcribir porque siempre me queda la duda de si blogger tiene algún tipo de censor que lea los blogs de acceso abierto. Bueno: básicamente dijo que su polla siempre iba a estar ahí para mí, pero que yo tenía que buscar también a otras.
Si algo he confirmado con todo esto es que Ikki es una buenísima persona, muchísimo mejor que yo desde luego. Mientras yo le hago daño, le dejo y no paro de enviarle mensajes contradictorios, él me apoya y me anima a que salga de este bloqueo en el que estoy.
La idea de que estoy haciendo el tonto y tengo que volver con él se está fraguando poco a poco en mi cabeza, en el día a día. Pero también la idea de que, si es posible que volvamos, que nada me lo puede asegurar, no puedo volver sin más, tal cual lo dejamos. Ikki me lo ha dicho muy claro. Yo también tengo que salir al mundo, experimentar y estar con otra gente.
Pasar por ahí, y ver a dónde llego. Hoy, miércoles, empiezo este camino que francamente me aterroriza porque apenas en mi vida lo he transitado. En esto consiste todo, en no elegir el camino de siempre. Me salgo, aunque me asuste.
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