domingo, 25 de mayo de 2008

La gente rara y la gente normal


Últimamente he escrito poco en el blog (y no he contestado a los mensaje que la gente me ha dejado... lo siento muchísimo). Entre los exámenes, Ikki y también lo vago que soy, me cuesta sacar un hueco, aunque siempre que me pasa algo o veo algo que me llama la atención, pienso en que me gustaría escribir sobre eso en el blog.


Este viernes gente de mi clase hacía una fiesta de fin de exámenes. Yo dudaba de si ir o no, porque cada vez me voy dando más cuenta de que las fiestas, simple y llanamente, no me gustan. Y con la gente de mi clase, después de estos años de convivencia, ya puedo lamentablemente estar seguro de que aunque haya gente estupenda, buenas personas de verdad, no conecto verdaderamente con ellos. No sé exactamente explicar el qué, pero hay un no se qué diferenciador que me hace sentir lejano a ellos. El hecho de que a la mayoría les encante estar de fiesta y a mí no supongo que ya es una indicación...

El caso es que me llamó Olivia, la rara oficial de la clase. Igual suena cruel decirlo así, pero siendo sinceros y realistas, es así. En varias ocasiones a lo largo de estos años, Olivia se ha acercado al grupo en el qe estábamos y otra gente, ha hecho algún comentario en su habitual tono desenfadado... y cuando se ha marchado, ha comentado alguien del grupo: "esta chica qué rara es". Tengo que admitir que, aunque no sé exactamente cómo definiría su rareza, yo también me doy cuenta de que tiene un aura de excentricidad a su alrededor. Sin embargo, suelo defenderla y decir que a mí me cae bien y que si hablas con ella, te ríes porque es una chica llena de vida. Y no miento: algunas veces Olivia me ha contado de su emocionante vida sexual y sentimental y la verdad es que me he reído con sus locuras y el desenfado con el que lo enfoca todo. Porque, aunque quizá parezca contradictorio siendo "la rara", la verdad es que Olivia tiene mucho éxito con los chicos (aunque no sean los de clase), y a mí mismo me resulta sexy de alguna manera =0.

En fin, volviendo al tema, Olivia me llamó para ver si yo iría a la fiesta y cómo quedar. En ocasiones así, me he sentido un poco como el intermediario entre Olivia y el mundo social de la clase. Yo mismo he sido el raro de la clase, me he sentido marginado en muchas ocasiones y odio que una persona sufra la misma situación, así que aprovechando que hoy en día soy de cierta manera y relativamente popular, trato de hacer sentir a las personas desplazadas un poco más conectadas al entorno. En realidad seguramente no consigo nada y resulto un ridículo paternalista buenrollero. En fin, resumiendo, le dije a Olivia que no sabía si yo iría, sintiendo que tal vez le estaba cortando sus posibilidades de ir a la fiesta por no hacer el papel de intermediario. Pero la verdad es que no me apetecía ir, y francamente no quise sacrificarme a aguantar horas de incomodidad, ruido y aburrimiento.

La otra razón es que tengo que reconocer que me avergüenza que la gente me vea teniendo amistad con Olivia. En el fondo soy tan cabrón y gilipollas como todos: quiero ser normal y aceptado por todo el mundo, y me avergüenza que me vean con alguien que no está integrado y me metan en el mismo saco, y volver a la época en la que yo tampoco estaba integrado. En alguna ocasión he querido incluir a Olivia en el plan de más gente, y es inevitable sentir las miradas de incomodidad, el gesto de embarazo, y a veces los comentarios. "¿La has invitado a ella?". ODIO formar parte de estas tonterías que contribuyen al aislamiento de una persona, pero finalmente tengo que reconocer que he sido cobarde y en estos años de carrera he elegido fundirme con la masa, aunque tímidamente haya tratado de defender a Olivia, antes de hacer lo que habría sido correcto.

¿Y uniéndome a la masa he hecho amigos inseparables entre mis compañeros? No. Quién sabe, tal vez de haber elegido a Olivia, tendría una sola amiga en clase, pero sería una amistad más profunda.

El primer gay que salió del armario cuando se consideraba lo peor que podías ser, el primero que dijo que las mujeres también deberían votar cuando se las consideraba seres inferiores, el primero que levantó la voz para decir que la esclavitud era algo aberrante, cuando se daba por seguro que los negros eran gente inferior y destinada a los trabajos forzados, el primero que eligió coger un trozo de caña y fabricar una flauta con la que crear música, cuando los que le rodeaban creaban lanzas y cuchillos y le decían que eso no le daría de comer... La historia avanza gracias a la gente rara. A la gente que se sale del molde y se atreve a exponer al mundo lo que piensa y lo que ha creado. Sin la gente rara no tendríamos nada de nada. Estaríamos aún en la cueva, muertos de frío, porque al que descubrió el fuego le habrían mataron a palos por brujo antes de entrar en razón y ver que el fuego, en realidad, daba luz y calor.
(El cuadro se llama Pelo verde, y es de Jan Hinais).

domingo, 4 de mayo de 2008

Extroversión

Anoche tuve una cena en la que habría varias personas a las que no conocería de nada. No iba a ser un grupo muy numeroso, unas 10 personas, pero para mí, que más de dos ya empiezan a ser multitud, ya es un número considerable. Los grupos de gente me dan inseguridad y me hacen volverme muy tímido y "secundario".

Invité a un amigo en lugar de a Ikki, que por tener ya otro compromiso no podía venir. Me hacía sentirme más confiado el tener a alguien en la cena con quien tuviese más confianza y en quien me pudiese apoyar un poco... En fin, la verdad es que Terry me asombró una vez más con sus espectaculares habilidades sociales. Por momentos su presencia se iba haciendo sentir más y más en la mesa: en los chistes él jugaba un papel central, hacía reír a la gente con sus ironías y sus bromas, se ganaba a cada uno que mostrase la mínima receptividad captando intuitivamente datos básicos de su personalidad y haciéndole bromas y comentarios adecuados a él o a ella... La verdad es que aunque sea una estupidez alegrarse de un mérito ajeno, me sentí orgulloso de que Terry fuera mi amigo.

Yo, paralelamente me desdibujé rápidamente y excepto algún comentario aislado y alguna mini-broma inocua y fugaz, la verdad es que apenas aportaba nada al grupo. Dicho así suena como si fuera egoísta y me guardase cosas para mí, pero simplemente es que en las situaciones sociales soy como un pulpo en un garaje. No sé cuál es exactamente el tono adecuado de las bromas que puede ser gracioso sin resultar ofensivo para alguien, no se me ocurren cosas divertidas que decir, y en general me parece que todo lo que digo resulta soso y carente de chispa en una reunión en la que hay muchos otros centros de atención mucho más carismáticos. Las únicas cosas que se me ocurren son preguntas "serias" en plan, a qué te dedicas, qué estudias... y cosas así que sólo conducen a un callejón cerrado de seriedad que no tiene mucho lugar en una fiesta.

Estaría bien aprender de Terry cómo ser así, pero la verdad es que francamente me parece que cada uno tenemos una personalidad básica que podemos mejorar un poco, pero nunca convertirla en algo radicalmente diferente. No sé ser como él, y creo que si trato de imitarle sería tan discordante con mi auténtico yo que no funcionaría y la gente notaría que no es espontáneo.

Siempre, después de estas situaciones sociales, pienso que es posible que mi amigo/a (esto de la cena me ha ocurrido más veces con otra gente) se haya dado de repente cuenta de lo soso que soy al verme tan torpe en un medio social, y que en adelante se desengañe conmigo y me cambie por los demás. Igual que yo me siento orgulloso de su extroversión, mi amigo/a puede sentirse avergonzado de ser amigo del parado de la fiesta... La verdad es que cuando me vuleven a llamar y a mostrar interés por mí, respiro aliviado por dentro.