miércoles, 16 de noviembre de 2011

El mal trago diario

Antes de soltar todo lo que viene a continuación: considero, pese a lo que voy a decir, que mis compañeros son en general muy buenos y he tenido suerte con ellos. Y dicho esto...

Las situaciones que más ansiedad me generan están casi siempre relacionadas con ser el centro de atención de mucha gente. Básicamente, más de dos personas ya empieza a ser un público inquietante. Pues resulta que en mi nuevo trabajo, se da una situación así a diario la hora de comer. Es costumbre de la empresa sentarse todos a la mesa a determinada hora y comer juntos. Para mí se traduce básicamente en una hora diaria de tensión. He tratado de analizar las razones y no termino de entenderlo del todo, pero supongo que la mezcla de persobalidades que se juntan y los roles que desempeña cada uno forman un cóctel muy desestabilizador para mí. En esta mesa se juntan: compañeros que digamos están en mi mismo grupo, mi superior inmediato, su superior inmediato y el "líder en la sombra", o sea, alguien que no es exactamente jefe pero cuyas opiniones tienen un gran peso en la empresa. Entre algunas de estas personas hay mucha historia personal revuelta, y bajo la superficie de "comida cordial" hay mucha tensión subterránea, y no son raras las indirectas y las risas irónicas.

Pero me parece que esto no es verdaderamente lo que me hace pasarlo mal, sino el propio número de personas que se juntan... y el humor. El humor en esta ciudad, por lo que he podido ver, es algo así como una pelota de tenis: te lo lanzan agresivamente a tu campo, y o bien puedes devolverla con una volea afilada ("¡Porque no me sale de los cojones!"), o hacer un revés inesperado (inserta aquí esa respuesta humorística que le da la vuelta a la tortilla, y hace que todos rían con la chispa del autor), o bien puedes dejarla escapar o golpearla torpemente haciendo que vuele en una suave parábola carente de fuerza hacia tu rival, lista que para que te machaque de un remate. Adivinidad cuál suele ser mi caso.

Estas conversaciones de atacarse humorísticamente unos a otros se me dan fatal, supongo que porque no es mi estilo de comunicación, y con mis amigos no hablamos de esta manera, por lo que no se me ocurren nunca respuestas graciosas o tajantemente cortantes. Siguiendo con el ejemplo del tenis, mi estilo digamos que es un tranquilo peloteo amistoso con alguna bola cómicamente inesperada de vez en cuando, jajajaja.

Supongo que esta forma de comunicarse tiene la parte positiva de que te están tratando con confianza nada más conocerte: resulta bruto pero al mismo tiempo es una muestra de simpatía, una forma de ser acogedores. Sé que no hacen esas bromas con mala intención. Pero ocurre que en todo esto se mezcla un problema mío de mucho tiempo atrás: que aparte de Fs soy concretamente eritrofóbico, y claro, imaginaos una mesa perfectamente iluminada con unas siete personas dispuestas a clavar su mirada en ti en el momento menos pensado. Algún día ante cualquier estupidez me voy a poner como un semáforo inexplicablemente, y alguien va a decir la temida frase, y entonces no sé qué voy a hacer.


Los que conozcáis esta fobia sabréis que tiene un mecanismo muy retorcido que hace que se manifieste de maneras inesperadas. Un ejemplo del otro día: se hablaba de cierto actor famoso que todos en la mesa consideraban por unanimidad horrible físicamente (obviamente no se trataba de ningún guaperas al uso, sino del tipo de persona que hace de secundario cómico o quizá de personaje dramático en películas más alternativas).

Un apunte al margen: a veces parece que la gente, cuando habla de lo guapo u horrible que es tal o cual famoso/a, parece que le estén juzgando a todo él como persona. "Me encanta Fulanita . Es guapísima." (Imagina aquí a cualquier "actriz" que sólo hace de chica encantadora y sexy en todas sus películas, casi siempre comedias románticas, y que en revistas tipo Cuore es alabada por su estilo vistiendo; y si su novio también es guapo, entonces ya es para tener un orgasmo). Es algo que me pone enfermo. Y cuando digo "encantar" no hablo de sentirse atraído, porque en el ejemplo que digo la que habla es una chica heterosexual. ¿Te "encanta" alguien sólo por ser guapo?

Bueno, volvamos al actor considerado "horrible" (dicho con tono de asco, como si estuvieses mordiendo un limón mientras hablas). El caso es que a mí, que tengo un "canon" de belleza más atípico (no lo digo por hacerme el interesante, porque es algo compartido con muchos más por el mundo), esta persona me resulta atractiva, y no sólo ya porque fisícamente me gusta que esté gordito y a veces se deje barba, sino que por lo que he podido ver cuando habla, es un hombre campechano, simpático, buena persona e inteligente. Así que en esos momentos soy el pulpo del garaje. Y piensas, inevitablemente: "si ahora me sonrojara, todos podrían deducir que a mí sí me parece atractivo". Y dicho y eso, este mecanismo de pensar en lo que puede pasar te predispone a que te pase. Un círculo vicioso horrible. Y este temor, día tras día...