martes, 22 de julio de 2008

Mal

La última vez que escribí sobre esto me prometí que ya no lo haría más, que me tomaría el trabajo con filosofía y aprendería de los errores sin dramatizar.

Me rompo la promesa. Esta mañana fue uno de los peores días, quizá el peor de todos. Sé que en todo trabajo hay un tiempo de adaptación y aprendizaje, pero yo me empiezo a plantear seriamente que no sirvo para ser enfermero.

Cada mañana, o cada tarde, llego allí pronto con la intención de que sea un día mucho mejor que el anterior, en el que no repita ningún error ya visto, en el que ponga en práctica lo que he aprendido los días anteriores, en el que pueda hacerlo todo más rápido. Y cada día ocurre alguna nueva cosa que no había pasado antes, cometo algún nuevo error... Hace poco entró a trabajar una compañera que es igual de nueva que yo, porque estaba en mi misma clase, y es evidente que controla el trabajo mucho mejor que yo. No son imaginaciones mías: esta mañana otra compañera pidió un cambio de horario, lo que provocaría que dos personas nuevas, mi compañera (Amelia, la llamaremos) y yo, quedasen como únicos enfermeros del turno, lo cual se intenta evitar. Oí como le decían a Amelia que el coordinador había aceptado el cambio, "porque como estaba ella". Queriendo decir: sabemos que Ronan es un desastre, pero contigo es como si ya no fueses nueva.

Unas horas antes me surgió una duda que ahora sé que era una auténtica chorrada. El supervisor, un hombre muy paciente y de buen carácter, y la enfermera, me quisieron dar la solución de manera indirecta (era una cosa matemática), para que yo lo dedujera. Era incapaz. Se trataba de una regla de tres, pero yo no sabía cual era el tercer elemento. En fin, me dijeron qué tenía que dividir entre qué, y que yo mismo lo calculara. El supervisor me dijo que esta noche lo practicara en mi casa, y fue entonces que hubiese querido taparme la cara con las manos de vergüenza y esconderme en un rincón. Sin duda piensan que soy bastante corto de mente, estúpido, vamos, y yo mismo la verdad también lo empiezo a pensar. Cada día tengo una escena parecida delante del supervisor. Paso mucha vergüenza.

Mi compañera Amelia, y el chico que está de estudiante, con su carácter extrovertido y seguro de sí mismos, han conectado mucho más con los compañeros y me da la sensación de que ya les tratan de igual a igual, como uno más.

Yo francamente hago lo que puedo por conectar, interesándome por ellos y tratando de ser siempre todo lo amable que puedo. Pero la mayor parte del tiempo la verdad es que estoy tenso tratando de hacer el trabajo sin cometer más errores y todo lo rápido que puedo, y a veces es como si me faltara tiempo para poder estar más relajado y estar más abierto.

Pero si hasta ahora no estaba muy conectado con mis compañeras, después de lo de hoy no veas: cuando salí de cambiarme del vestuario, la enfermera que había estado esa mañana conmigo me dijo que cómo había repartido tan mal los pacientes que iban ingresando, dejándolos a la mayoría en un solo pasillo, y descompensando así el trabajo del turno de tarde y fastidiando a la enfermera que le tocaría ese pasillo. Esta enfermera, de las que más simpática es siempre conmigo, me miraba en silencio, sin rabia pero con algo de distancia. El resto de las compañeras, y se habían juntado muchas a la vez en el cuarto, estaban todas en silencio escuchando cómo la enfermera me decía que haciendo esto, yo me iba a mi hora y le hacía una putada a la que venía a continuación...

Sé que no sirve de nada decirlo aquí, pero de verdad que no lo hice en absoluto conscientemente, y es más, juraría por mi vida que observaba el panel y trataba de repartirlos, pero si ocurrió esto supongo que culpa mía tuvo que ser. Si ahora todas esas compañeras que estaba allí piensan de mí que soy un egoísta, y se lo cuentan a todas las que no estaban (y seguramente lo harán... al fin y al cabo lo más normal es hablar de la gente cuando no está) pues... la opinión de mí que tengan todas va a ser horrible. Aparte de horrible enfermero, horrible compañero.

Cuando salía de allí, rumbo al ascensor tragando saliva para no echarme a llorar, mi compañera Amelia, que se da cuenta de todo, me llamó y me dijo que si estaba bien, que me veía serio. Le conté brevemente lo de la distribución de pasillos, y me dijo que no pasaba nada, pero ya llegaba gente a su mostrador y yo deseaba estar a solas, así que me despedí ya y me marché. La verdad es que explicarle lo inútil que me siento para el trabajo a Amelia, que es mi polo opuesto tanto en el trabajo como en la personalidad, me háría sentir peor, como que encima de todo doy pena.

Me siento muy triste. Estos tres años, todo el dinero que mis padres han dedicado a mí, todas las veces que la gente se asombrada por el giro que di a todo cuando decidí empezar esta carrera... Todo para descubrir que se me da mal y que me equivoqué de camino.

Pensar en tirarlo todo por la borda y explicarle a todo el mundo que me equivoqué me da miedo. Mis padres me querrían matar y me dirían que cómo después de tres años pagando una universidad privada les digo esto. Mi madre me diría que ella siempre me dijo que esto era una idea tonta y que me centrara en lo que ya había hecho. Me gustaría desaparecer.

Si no estuviese saliendo con Ikki, volvería a mi ciudad, dejando este hospital con la excusa de que ya no quiero vivir en esta ciudad, y trataría de empezar de cero en un nuevo hospital sabiendo lo que sé ahora. Con suerte sería un hospital público (en mi ciudad hay mucha más demanda de enfermeros que aquí), donde el trabajo está más repartido entre más personal y además el sueldo es mayor. Y volvería a estar en mi ciudad, con mi amigos de siempre y mi familia, y quizás en un hospital en que mi acento fuese el mismo que el de todo el mundo yo encajaría más...
Pero, pese a mis dudas, quiero a Ikki, y no quiero dejarle. Aunque ahora mismo el estar con él me hace sentir encadenado a este sitio...

Lo siento por esta entrada tan deprimente y negativa. Me siento tan mal.

martes, 15 de julio de 2008

O con uno o contra él

Dos de mis mejores amigos y yo formábamos hace unos meses una especie de trío de amistad con una gran química. Creo que cada uno complementaba al otro con su personalidad, su forma de ver la vida, su tipo de humor. Era genial estar con ellos. En ese momento yo no lo sabíam, pero al parecer yo era el elemento integrador de los otros dos, Terry y Lennon.

Pero desde un tiempo a esta parte, la relación entre Terry y Lennon se deterioró. Al principio progresivamente y casi sin que se notara. A partir de un punto concreto, en caída libre, casi de golpe. Durante la fase inicial traté de frenar lo que estaba pasando, pero fue inútil, y creo que francamente por culpa de ambos. NUNCA se dijeron con claridad lo que cada uno estaba sintiendo. Cuando yo quedaba con cada uno de ellos, me criticaba al otro, y me mostraba su visión de la película, cómo los gestos del otro le habían molestado o le habían parecido malintencionados.

A continuación, cuando quedaba con el otro, ocurría a la inversa. Lo que para uno habia sido verde, para el otro había sido azul, lo que para uno había sido un acto de maldad, para otro había sido un favor. No quiero poner ejemplos, la verdad, pero siempre me daba la impresión de que necesitaría haber presenciado aquello en primera persona para saber quién malinterpretaba a quién. Y sobre todo, me daba la impresión de que lo que debían hacer era quedar y hablar entre ellos. Todavía hoy me sigue pasando, aunque les he pedido por activa y por pasiva que me dejen al margen y que no me hablen del otro.

Ambos son mis amigos, y a ambos los quiero. Y esto no lo entienden.

Aunque no me lo digan explícitamente, ambos, lo sé, querrían que cortara con el otro y le diera la razón a él. Quizás como amigo les estoy fallando a los dos por no elegir bando... Muchas veces me han acusado de ser demasiado imparcial y no tomar partido nunca...

Tengo que reconocer que hay uno de ellos al que le tengo más afecto, porque somos más afines, porque sí y ya está. Pero al otro también lo quiero, y me da rabia que se me obligue a elegir, cuando esta persona también es mi amiga y también ha estado ahí cuando la he necesitado.

Pero últimamente creo que todo ha empezado a derrumbarse, y mi deseo de quedar como amigo de los dos me va a terminar alejando de ambos. El otro día tuve una discusión con Terry porque le había pedido que retrasáramos un poco la hora a la que habíamos quedado para yo poder a Lennon, al que últimamente apenas puedo ver, porque tiene una jornada laboral complicada, como lo es la mía. Terry, no trabajando ahora mismo con una jornada tan complicada, es más asequible de ver. A Terry le sentó como una patada mi petición. Yo normalmente evito totalmente nombrar a uno u otro en la presencia del otro, pero en este caso me pareció que debía ser sincero para no dar pie a desconfianzas.

Pues menuda metida de pata: la cara de decepción de Terry fue de foto, y desde entonces se ha enfriado como unos 50 grados bajo cero conmigo, aunque sé que hay otros factores. Por más que le explicara y le explicara que por cada cinco veces que le he visto a él, a Lennon lo he podido ver una. Nada.

Y ayer, a través de Ikki, me enteré de que Lennon, que nunca supo el precio tan alto que pagué por poder verle aquel día un ratito (y, lo mejor de todo, que nunca le llegué a ver), piensa que le estoy dejando de lado y que le veo por compromiso.

Y lo que siento es mucha rabia, porque me siento como una pelota de tenis que todos creen poder manejar, y a la que nadie atribuye personalidad y sentimientos. Ninguno de los dos piensa en lo cansado que salgo de trabajar, en los horarios tan raros que tengo, en lo mucho que me cuesta sacar huecos para poder hablar con mi familia alguna vez en semana, en que hace semanas y semanas que no veo a otra gente a la que también quisiera ver, en los esfuerzos que hago por demostrar a cada uno que le quiero. Y si esto sigue así igual llegará el punto en que mande a los dos a la mierda y le diga que estoy hartísimo de tanta susceptibilidad y tanta desconfianza.

sábado, 5 de julio de 2008

Dudar de todo


Esta mañana lo he pasado muy mal.


Ya tardaba: mucha gente me había dicho que en sus primeros días trabajando en el hospital habían acabando el día llorando, y yo veía sorprendido de mí mismo cómo iban pasando los días y sin embargo me encontraba bien. Pero era porque no se habían juntado las circunstancias necesarias y estaba muy "protegido", y eso terminó hoy.


La enfermera que hoy se dedicó a hacerme de "tutora" y supervisar todo lo que hacía era más severa que ninguna de las que hasta ahora lo había hecho, y la diferencia la noté, sobre todo yo que soy un pusilánime y cualquier cosa me hunde completamente. Durante toda la mañana no paró de hacerme correcciones de todo lo corregible, de mirarme con gesto impenetrable y de decirme frases como "¿eso te parece que está bien así?", "tú sabrás si eso está bien o mal", etc. No me quitaba ojo. En ocasiones me entraba una duda sobre cualquier dato y quería consultarlo sin tener que preguntarle a ella cuando la veía centrada en otra cosa, y en seguida ella me preguntaba qué buscaba, qué hacía, y me hacía ver lo inútil que era saber ese dato, lo mucho más urgente que era otra cosa, lo obvia que era la respuesta a mi duda.


Me sentía constantemente vigilado y analizado. Yo, en esa situación, automáticamente me vuelvo un desastre, dudo de todo, pierdo la concentración totalmente y no doy pie con bola. A lo que seguían más miradas duras, más correcciones ("...más que el santo Job", le dijo a un compañero que pasaba por ahí, respondiendo a algo que no escuché pero que imagino). Según pasaba el rato me iba sientiendo más pequeño y estúpido, más inútil, como si de pronto fuese un niño pequeño otra vez. En alguna ocasión traté de defender por qué había tomado tal decisión incorrecta o lo que fuera que ella me corregía, pero nunca insistía mucho porque en defintiva discutir sólo empeoraría la situación.


En fin... en varios momentos tenía que hacer muchos esfuerzos por no ponerme a llorar como una magdalena. Pensar que a mis 27 años tengo esta reacción de niño mimado me hace sentir fatal. Supongo que es normal siendo el nuevo, pero cuando estoy allí siento como si bajase varios peldaños en la escala de la dignidad y me convirtiese en una sub-persona. Hoy ha sido el peor día por todo esto, pero el resto de los días también noto como las compañeras no me tratan de igual a igual, no me preguntan por nada mío, no me hacen bromas y en general me dejan al margen de todo lo que no sea estrictamente hospitaliario. Y además me siento tan pequeño en ese entorno desconocido de gente que ya se conoce entre sí y me comporto tan tímido, que seguramente les parezco una especie de mueble carente de cualquier interés.

Las enfermeras me parecen una especie de raza aparte de personas superiores más inteligentes, capaces de recordar el número de habitación de 20 pacientes, con sus respectivas patologías y los datos relevantes de cada uno ("al 10 le falta la sonda", "el 15, del dr. Nosequé, a tal hora debe de empezar a beber agua", todo ello de memoria y sin leer el papel), capaces de teclear en el ordenador a la velocidad de la luz mientras escuchan lo que les dice el doctor...


No sé si valgo. Y pensar que este trabajo era mi sueño.


Al salir, aunque me había propuesto ser fuerte, me eché a llorar en cuanto estuve con Ikki a solas. No me desahogué de verdad, porque no era el momento (por cosas que pasaban), sólo solté cinco o seis lágrimas. Ikki me dijo que debía aparecer mañana con una gran sonrisa y demostrar más seguridad y rapidez. Es un buen consejo, pero la verdad es que me hizo sentir mal, porque... no sé cómo explicarlo, es lo que haría alguien psicológicamente más fuerte que yo, alguien como él por ejemplo, pero yo mañana no me siento capaz de sonreír porque lo que pienso es que la enfermera va a pensar: "encima que va fatal y no se entera de nada, el tío se lo toma a coña". Y la seguridad y la rapidez se van a esfumar en cuanto la enfermera me haga la primera crítica y me lance la primera mirada severa.


Ikki. Sigo en este limbo respecto a él. El otro día se encontró con su ex, y por lo que me contó de su forma de tratarle y otras cosas que he sabido, si finalmente rompemos, todo el enamoramiento que siente se transformará en odio y desprecio hacia mí. Me va a odiar intensamente.


Y supongo que va a ocurrir ya pronto. Estos días he ido sintiendo que él y yo somos muy, muy distintos. Sé que la diferencia está en la raíz de muchas parejas, pero creo que la forma de ver el mundo de Ikki y la mía son completamente diferentes, vivimos en dos mundos distintos. Tenemos algunas aficiones comunes, físicamente me resulta atractivo y yo a él también, pero creo que aunque él no se dé ahora cuenta, creo que yo en el futuro, no sé cómo decirlo, sería dañino para él. Es una persona muy "luminosa", amante de la fiesta, la gente explosiva, el lado infantil y alegre de las cosas, más de abrazar las cosas tal cual son sin darles vueltas. Siento como si cada vez que le cuento una de mis preocupaciones a Ikki le decepcionara :(

Yo soy una persona cínica y con tendencia a la reflexión y la tristeza. No sé, no es por ser cursi pero me siento como si yo fuese un bloque de hielo y él una flor que pone sus raíces en mí. Al principio puede pensar que voy a darle agua, pero yo sin querer la voy a destruir.
Sin embargo él me da a mí luz y calor. Sé que es muy egoísta de mi parte, pero una de las cosas que más temo de romper con Ikki es que me voy a quedar prácticamente solo en esta ciudad. Solo en esta ciudad tan lejana a la mía que sólo se llega en avión y el acento es tan distinto que a veces creen que ni siquiera soy español, solo en ese hospital en el que soy el nuevo, el único chico entre varias mujeres, el torpe, el de la memoria de pez.

Creo que toda esta crisis ha venido por lo de conocer a los padres. Y me ha hecho pensar que, si uno está convencido de su pareja, no debería tener ningún reparo en que sus familias se conocieran, porque visualiza su futuro junto a esa persona. Pero si el hecho de conocer a sus padres te hace sentir una ansiedad muy distinta a la vergüenza propia de la situación, creo que el mensaje es que no te ves de verdad con esa persona.