sábado, 26 de abril de 2008

Canciones que te agitan


Y después de todos los obstáculos,
me alegro de verte con alguien nuevo,
Y es un milagro tan grande que tú y yo
aún seamos buenos amigos
Después de todo lo que hemos pasado
sé que estamos bien.
("Cool", Gwen Stefani)
Hace un segundo, sintiéndome fuerte y tranquilo, me he puesto a ver en Youtube el video de una canción que siempre tengo miedo de escuchar porque me gusta muchísimo, pero me hace sentir horriblemente melancólico y me hace pensar cosas tristes. La canción es Cool, de Gwen Stefani, y si además la escuchas viendo el video, el efecto que me provoca es más fuerte, porque se trata de un video precioso y, aunque es esperanzador, tiene un regusto triste (y perverso... qué buena la escena de las tazas de café). En esta canción, Gwen Stefani canta sobre un tema nada típico: lo feliz que está de poder ser amiga de su ex, y de haber cada uno rechecho sus vidas con otra persona. La anti-canción de amor (o la canción de amor más difícil de poder hacer).


Nunca he podido ser amigo de ningún ex mío, o de los previos intentos de pareja que he tenido antes de Ikki. Por una u otra razón, ha sido imposible. Con Ulises, mi primer intento serio de pareja, quedamos un mes después de haberlo dejado, un mes en el que por petición mía nos alejamos por completo. Quizá para una persona normal habría bastado, pero yo, con lo melodramático y lo dependiente que soy, no estaba aún curado, y el verle me removió por dentro. Por cierto, recuerdo que la canción que sonaba en mi cabeza mientras le esperaba en el sitio donde quedamos, con el corazón en un puño, era "Shiver", de Natalie Imbruglia. "Estoy a salvo esta vez", decía ella, pero yo no lo estaba.


Con Damián lo pasé mucho peor, la verdad. Cuando me dejó no sentí la explosión de dolor intensa que tuve con Ulises, pero a cambio fue como una especie de degradación progresiva que en lugar de irse desvaneciendo, se iba extendiendo dentro. Quizá porque Damián me gustaba más de lo que nadie me había gustado en mi vida, y paralelamente desde el principio me temí que no teníamos futuro.


Quizás, aunque suene horrible, uno se enamora más intensamente cuanto mayor es el grado de sufrimiento que siente. Deseaba desesperadamente formar parte de la vida de Damián, entrar en su mundo, que me contara sus preocupaciones, conocer a sus amigos. Cuando me dejó, en lugar de dejar pasar un tiempo, empalmamos directamente con un intento de amistad. Al principio de esa época fue muy cariñoso y atento, y me hacía sentir bien... En esa época, en la que uno en teoría es cuando más sufre, tenía momentos en los que después de una charla con él en la que me animaba y me decía cosas para reforzar mi autoestima, me sentía muy feliz. Claro: porque seguía enamorado y estas charlas mantenían la ilusión de que esto en cierto modo no había terminado.


Por eso cuando esta segunda fase de amistad se terminó unilateralmente, el dolor fue más intenso, alargadado e indefinido que nunca. Ahora sí que me había dejado para siempre. Recuerdo echarme yo mismo las cartas del tarot y preguntar si volvería al menos a saber de él, y ver como respuesta la carta de... la muerte.


Estando ahora felizmente emparejado, debería no tener ningún hueco para estos pensamientos, pero ya ves, me han dejado mucha huella, y no hace falta mucho, una canción o menos que eso, para levantar la tapa...

viernes, 18 de abril de 2008

Cinismo e ingenuidad

Muchas veces paso por ser una persona ingenua. Creo que lo soy para algunas cosas, y para otras no. En los últimos tres años de mi vida, por el hecho de haber vivido lejos de mi ciudad natal, familia y amigos, creo que me he enfrentado más directamente a la parte negativa de las personas que me rodean, y eso ha provocado que me vuelva una persona, en el fondo, desconfiada y cínica.

¿A qué me refiero con cínico? A que desconfío bastante de los demás, pero trato de no aparentarlo. No es que piense que la gente en general sea mala o egoísta. No es eso exactamente. Pienso que la gente principalmente lucha por lograr sus intereses, en la mayoría de los casos anteponiéndolos a los de los demás, y en un pequeño porcentaje, dejándolos de lado por el bien de otra persona. Cuando esto último ocurre, es un acto de verdadera bondad y altruismo, y hay que valorarlo como un verdadero regalo. Pero hay que ser realistas y saber que esto ocurrirá en pocos casos: en la mayoría, debemos estar preparados para que cualquiera nos falle. Y aquí está la clave: al mismo tiempo que sabemos esto, debemos fingir no saberlo. El lubricante de la vida en sociedad es ser correcto con (casi) todo el mundo, pero esto siempre debe ir acompañado del conocimiento de lo que podemos esperar de cada persona.

Estas cosas me vienen a la mente porque recientemente una persona me expresaba su alegría por saber que voy a seguir viviendo cerca de ella por el momento. Correspondí a su alegría... Y en el fondo, por dentro pensé que esta persona y yo nunca hemos tenido una verdadera amistad, de las que implican llamarse siempre que te apetece, verse cuando no hay ninguna circunstancia externa que te fuerce a ello (clases, trabajo)... Quizás, cuando vives rodeado de tus seres queridos de siempre, no das tanta importancia a este tipo de cosas, pero cuando los tienes lejos, las demostraciones de cariño que a la hora de la verdad se quedan en poco, ya no te las tomas tan a la ligera. Yo por lo menos no.

¿Miente esta persona cuando me dice de que se alegra de poder seguir viéndome? No, no miente, sé que me aprecia, y yo también lo hago. Pero esto ya no me hace pensar que su aprecio por mí vaya a hacer que en cuanto las circunstancias nos hagan dejar de vernos forzosamente, vaya a hacer esfuerzos por mantenerse en contacto conmigo; ni esta persona ni el 95% de los que me han dicho cosas parecidas van a hacerlo.

Algo similar ocurre con las críticas a terceros. A estas alturas pienso que la gran mayoría de la gente nos criticamos mutuamente. En ocasiones, criticamos a gente que nos cae mal, y en estos casos parece lógico, pero en otras criticamos a gente que sí apreciamos. ¿Y qué hacemos cuando estamos con esa persona que hemos criticado? Criticamos a una tercera persona. ¿Pienso que seamos casi todos unos falsos? No, pienso que es algo humano criticar, y que se puede al mismo tiempo querer a una persona y ponerla a parir cuando no está delante. Lo he comprobado muchas veces, en mí mismo incluído. Y, sin embargo, a veces me da la sensación que esa gente que me llama ingenuo a mí, no es consciente que ellos también son objeto de críticas por parte de la gente. Incluida aquella con la que conjuntamente han criticado a un tercero. A veces incluso el que fue "tercero" en la crítica original se convierte en interlocutor de la crítica al ex-interlocutor que ahora es "tercero". Y todos creen estar siendo el único en el que los demás confían y a quien nadie critica...

Creo que una de los comportamientos más igenuos que hay es no ser consciente que tú mismo también lo puede ser.

sábado, 5 de abril de 2008

Todas estas cosas

En mi vida normal, más o menos suelo camuflar un poco que soy fóbico social. Paso por ser tímido. La gente incluso a veces me define como "tranquilo" y cosas por el estilo. Sé a que se refieren, pero se equivocan totalmente: soy un manojo de nervios, casi se puede decir que vivo nervioso. Estos días he reflexionado en estas cosas estos días porque estoy en una de esas épocas en las que te sientes más "débil", más incapaz de enfrenarte a las situaciones sociales. Todo se me hace un mundo.

Una de las principales cosas en que se manifiesta es en los problemas para hablar con claridad. Lo paso mal, mal, mal. Me trabo muchísimo al hablar, farfullo, no articulo con claridad, tartamudeo, desordeno las frases y en general me paso el día repitiendo dos veces lo que he dicho porque no se me entiende. Y esto me produce una ansiedad enorme y sensación de impotencia difícil de explicar. En ocasiones veo como alguien está abusando de mí o tratándome injustamente, y me veo atado de pies y manos para responderle por la dificultad física de expresarme con claridad. Es algo difícil de describir. Como si tuvieses un nudo por dentro, en la lengua, en la boca, en el cerebro.

No, no estoy en una época de radiante felicidad. Ikki... los que léeis mi blog siempre me decís que estoy en una época preciosa y que debo disfrutarla, pero la verdad es que la cosa no es tan sencilla. Hoy hablaba con él, y me contaba las cosas que había hecho durante el día: todo ello cosas alegres y divertidas, y lo contaba con entusiasmo y alegría. Ikki es un chico muy, muy alegre.

Yo no soy así.
Pero cuando me cuenta estas cosas me siento obligado a corresponder su alegría, y reírme ante cosas que no me hacen en el fondo tanta gracia, o quizás en un momento en el que no estoy con el estado de ánimo adecuado. Esta semana he pasado ratos muy malos (en la entrada del insomnio hablo un poco de estas cosas, pero ha habido más). En algún momento he tratado de explicarle a Ikki estos sentimientos de ansiedad y angustia, pero sé que no le expresado verdaderamente hasta qué punto llegan, las ganas repentinas de llorar que tengo a veces. Se ha quedado con una versión suavizada y aligerada de lo que de verdad me pasa. Ikki es tan alegre y tan normal, tan alejado del mundo de la fobia social y todo lo que la rodea, que simplemente no creo que podamos entendernos a ese nivel :(

Y eso me preocupa y me pone triste. Porque mientras me hablaba hoy, y reía y reía, y yo también reía y me esforzaba por "sincronizarme" con él, sentía que esto, de esta manera, no pinta bien, que yo no puedo mantener constantemente el desgaste de estar haciendo esfuerzos por ser alguien más parecido a él, en lugar de ser quien soy sin más. Y me dijo, como siempre me dice, que se siente muy feliz ahora que está conmigo y que la gente se lo nota, y yo sentí en ese momento ganas de llorar... La idea de partirle el corazón y destruirle esa felicidad que siente ahora, a una persona tan buena y tan llena de luz como él , se me hace insoportable. Le imagino sonriendo de oreja a oreja como hace él, y la idea de hacerle daño...

No sé si se entiende lo que digo. Me gusta muchísimo Ikki y me siento feliz cuando estoy a su lado, pero a la vez siento que somos demasiado distintos como para funcionar. A veces pienso que soy una persona demasiado rara y complicada como para que nadie me entienda. No lo digo por hacerme la víctima o algo así, lo digo porque de verdad siento que mis miedos, mis problemas son demasiado raros como para ser entendidos por nadie que no haya pasado por cosas similares...

miércoles, 2 de abril de 2008

No puedo dormir

Quizás mañana, o pasado, o en otro momento, veré lo que he escrito aquí y pensaré que menudsa sarta de boberías. Pero esta noche me he desvelado... y aquí estoy, a las cuatro menos diez de la madrugada escribiendo en mi blog, porque me siento horriblemente agobiado y solo...

Solo en el sentido de no poder comunicarme con nadie. Siento ese nudo en el estómago que se te pone a veces y que te impide dormir ni sentirte bien. No sé qué exactamente me preocupa, varias cosas vienen y van por mi mente.

Dentro de nada termino la carrera y lo que viene después es un gran espacio totalmente a oscuras. ¿Seré un buen enfermero? ¿Estoy de verdad bien preparado? ¿Tengo las condiciones necesarias para serlo? Y mi vida, ¿cómo va a ser? ¿Voy a quedarme a vivir en esta ciudad? ¿Perderé poco a poco a mis amigos de mi ciudad natal? ¿Podré vivir sin el apoyo de mi familia? ¿Me sentiré solo alguna vez?

¿Me convertiré definitivamente en un adulto, sin vuelta atrás nunca más?

Ikki. ¿Cómo seguirá nuestra relación? Ikki está entregándose totalmente, sin reservas, sin guardarse ninguna carta. Y yo, ironías de la vida, después de sufrir tantísimo por intentos de novio que me tenían siempre en vilo y se cuidaban mucho de mojarse demasiado y demasiado pronto, ahora me siento un poco agobiado con la seriedad de Ikki. ¿Puedo seguir su ritmo de compromiso? No hablo de nada concreto ní físico, hablo del ritmo emocional. Yo, que me reía cuando en las telecomedias hablaban de "La Conversación" ("tú y yo, ¿qué somos?", preguntaba la chica para horror del chico), cuando me he visto en medio de ella he sentido algo de agobio. Sí, somos novios. Me hace ilusión poder decir por fin sin paliativos que él es mi novio, no mi intento-de, no mi casi-algo. Y a la vez me agobia. Si él habla de mí a TODO el mundo, sin importar lo que puedan pensar o hacer, yo tengo que estar a ese mismo nivel, porque menos no sería justo. Ya hablé en otro post de las demostraciones de cariño en público: no puedo evitarlo, siento una vergüenza horrible cuando me convierto en el centro de atención de la gente. Y una pareja, siendo realistas, llama la atención. Si la pareja en cuestión es visiblemente gay, llama aún más la atención, es así lo queramos o no.

Cuando la gente te mira, no creo que lo hagan con maldad en la mayoría de los casos: simplemente les produce curiosidad, intriga, morbo, etc. Igual que yo miraría a una persona que tuviese el pelo teñido totalmente de verde, y evidentemente no me parece nada malo teñirte el pelo del color que sea, ni tampoco me parece mal trabajar de músico callejero y jamás en la vida lo haría. Pero la cuestión es que a mí que me miren, ya sea directamente o de reojo, me avergüenza. Y me preocupa que Ikki piense que me avergüenzo de él :(

Si todo anda viento en popa, Ikki irá introduciéndose cada vez más en mis círculos sociales y familiares, y yo en los suyos. Para mi familia nuclear y mis amigos, estoy fuera del armario, y para una parte de los otros conocidos y del resto de la familia también (y siendo realista, seguro que ya toda mi familia lo sabe o lo imagina, es solo que obviamente no me lo van diciendo uno por uno). Mis amigos no me preocupan, pero mi familia, incluidos mis padres y mi hermano sí: nunca me han visto emparejado con nadie, besándole, hablando de él, etc, básicamente como si fuera un ser supuestamente asexual. Dar ese salto y todo lo que ello implica, me agobia. Situación: llega la boda del primo X, y estoy invitado. Presentar a Ikki a familiares de diversos grados de confianza. ¿Tengo que decir "es mi novio", o basta con que se haga explícito por la propia situación y la forma de actuar? ¿Van a sentir que es embarazoso que yo lleve a un chico?

El problema no es la gente, lo sé, el problema soy yo, y lo muy, muy, muy tímido que soy.

Última de las preocupaciones que me tienen insomne: el propio insomnio. Cuanto menos duermo, más cansado estoy durante el día. Cuanto más cansado, más destrozado y más propenso a preocuparme por todo y angustiarme y sentir el nudo en el estómago, y más incapaz de seguir el ritmo diario, que ahora llegando al final de curso no puede decaer, y a la vez tengo que repartir mis energías y mi tiempo para el hospital, las clases, las tareas de la casa, la comida, Ikki, mis amigos...