lunes, 20 de octubre de 2014

Las brasas también queman


Desde hace unas semanas, he entrado en una racha de encuentros casuales con gente del pasado. Gente que ha sido importante para mía, y otra que no tanto. El hombre con quien tuve mi primera vez (en una ciudad muy lejos de donde él vive), un chico con quien estuve el año pasado durante la época en que Ikki y yo estábamos separados, un compañero de la universidad a quien no veía desde hacía años (¡dos veces en una semana!), la primera chica de quien dije estar enamorado cuando en el instituto necesitaba una coartada (y yo mismo me lo acabé medio creyendo). El plato fuerte vino el otro día: F, la primera persona de quien me enamoré, hace un buen puñado de años.

F fue compañero de clase en un curso que hice. Me llevaba unos quince años y tenía una personalidad arrolladora, siendo a la vez la persona más payasa de la clase y probablemente la más culta e inteligente. Una combinación que me pulverizaba. El caso es que durante un tiempo yo percibí señales por su lado. De hecho todo empezó por su lado: un buen día me hizo un regalo sin venir realmente a cuento. Parecía que pasito a paso íbamos acercándonos a algo... Pero no llegábamos nunca. Finalmente un día cogí el toro por los cuernos y, a costa de unos nervios y una vergüenza terribles, le dije que me gustaba muchísimo. Tener conversaciones "serias" con él era (y es) muy complicado, porque entre su verborrea y su humor a borbotones... En fin, resumiendo la conversación, me dijo que efectivamente se había planteado de verdad algo conmigo, pero tras reflexionarlo, había decidido que la diferencia de edad era demasiada. La cosa quedó en que hablaríamos más, pero fueron pasando los días y nada. Supongo que cegado por lo que sentía, y porque la respuesta no fue totalmente tajante y quedaba un resquicio de posibilidad, volví a tratar de sacar el tema más adelante, hasta que finalmente llegó el no rotundo.

Si alguien que me lee está a tiempo de no cometer el mismo error, sólo quiero decirte que cuando la otra persona no sea clara y pese a lo que te diga te dé largas, nunca jamás insistas. Nunca, nunca, nunca, porque sólo sirve para pegarte una hostia mayor, y un día lo recordarás y te dará tanta vergüenza que querrás meter la cabeza bajo la tierra. Si alguien está de verdad interesado en ti, pondrá los medios.

En fin. Con el tiempo tuve que darme de baja de aquel curso, que duraba varios años, porque aunque manteníamos una relación amistosa y básicamente hacíamos como si aquello jamás hubiese ocurrido, para mí era un suplicio pasar allí esas horas con él. Sentía una ansiedad tremenda cuando tenía que ir a clase, y llegué a tener contracturas y dolores extraños de la pura tensión.

Fast forward a hoy en día. El tiempo y la distancia no sé si lo curarán todo, pero desde luego cambian las cosas, y en diez años da tiempo de que te pase de todo. De pronto se creó un grupo de wasap de la gente de esta clase, y supe de él después de tanto. Se planificó hacer una cena.

Me preguntaba qué me iba a pasar. Ahora no soy el mismo, soy menos inocente en todos los sentidos, he tenido más desengaños, y ahora estoy con Ikki... Por una parte pensaba que vería a F, sentiría simpatía por él y sería bonito verle a él y a los demás, y basta. Por otra, estaba un tanto preocupado y pensaba cosas del tipo de qué impresion le iba a causar yo ahora, lo cual era una mala señal.

La reunión, al final, me dejó una sensación amarga y turbulenta. Sí, parece mentira, diez años después F sigue teniendo la capacidad de trastornarme. Sigue siendo el mismo, yo por lo visto sigo siendo en gran parte el mismo, y me fue de allí como si por dentro llevara un maremoto.

Quizás eso que dicen de que donde hubo llamas quedan rescoldos es cierto, y me temo que tres personas de mi vida, F uno de ellos, pase el tiempo que pase siempre seguirán teniendo la capacidad de reabrirme la herida si algún día volvemos a vernos.

Aunque F me sigue haciendo polvo, a nivel "racional" al menos ahora entiendo claramente que esto no tenía ningún futuro, no exactamente por la diferencia de edad (cuando se quiere, se puede, y existen cientos de parejas así por el mundo), sino porque con alguien que te eclipsa de semejante manera no se puede tener una relación que funcione. Durante la cena, F acaparó gran parte de la conversación; la mayor parte consistió en bromas y bromas a velocidad de ametralladora, y yo, aún tratándose sólo de un pequeño puñado de gente, quedé totalmente en segundo plano. Pero el corazón es tonto, y os mentiría si no os dijera que una pequeña parte de mí volvió a albergar esperanzas ridículas, aunque esté con Ikki y la idea sea estúpida.

Ahora que llevo meses después de haber vuelto con Ikki, voy pasando por fases, y me pregunto si algún día podré estar totalmente en paz, como esos famosos que explican en las entrevistas que todo en su relación es como un rayo de luz sin fisuras. Hay días en que todo es pasión y felicidad, pero hay días en que el aburrimiento vuelve a asomar la cabeza, y también hay días en que determinadas cosas me hacen pensar si mi vida no necesita un profundísimo revulsivo. Y lo dejo aqui porque esto es tema de otra entrada.

sábado, 11 de octubre de 2014

Ya, por favor

Tarde tonta de sábado. Ikki está en su pueblo, y yo aquí, y me siento vacío y sin nada que hacer. Sí, hay algo que debería hacer: ponerme con la maleta.  Mañana me voy a pasar unos días a mi ciudad natal. Donde estará mi familia, mis amigos, gente que contará conmigo para cosas.

Estoy bastante desanimado. Entramos ya en la última parte del año, y un vez más, no he logrado hacer amigos aquí este año. Si entro en detalles, sí, vale, he conocido a gente y con alguna de ellas puedo quedar de vez en cuando. Sin embargo, un amigo de un café o un cine esporádico no me es suficiente.

Está A, que en realidad está en un momento de su vida distinto al mío y se nota (es decir: le llevo unos años) y eso crea una distancia. Está C, que me parece ideal: pensamos de forma parecida, es de mi misma edad, compartimos un buen número de intereses, tenemos un nivel socio cultural virtualmente idéntico. Pero sin embargo, algo hay que nos impide ir más allá, y es que siento que siempre soy soy yo el que propone planes. No creo que C piense que pretendo nada porque es una chica y sabe que tengo novio, pero el caso es que ahí queda ese muro invisible, y llega un punto en que me da vergüenza volver a escribirle yo. Está A2, que es muy buena persona, pero al final es una persona "de barrio", con una forma de pensar y de ser muy distinta, y eso marca una enorme distancia y en muchas ocasiones me ha hecho pasar malos ratos a su lado. Somos de mundos demasiado distintos. Está L, que compartía conmigo su gusto por una serie de televisión y eso parecía que nos uniría más, porque ambos éramos fans a un nivel poco frecuente, y la serie no es muy popular... pero finalmente L tiene su mundo y yo soy sólo un amigo-de-café. Está P, que es un amigo-de-salir-de-marcha. Te avisa dos horas antes, y a menudo como respuesta de un mensaje tuyo, no porque salga de él únicamente.

No sé si me dejo a alguien, pero supongo que ya queda claro. A lo mejor es culpa mía por pedir demasiado, pero yo lo que necesito es a alguien que cuente conmigo de verdad, alguien en quien me pueda apoyar y para quien yo sea igual de importante. Alguien a quien pudiera darle una llave de reserva de mi casa en esta ciudad que no es mía por si pasara algo, alguien a quien pudiera llamar si me pasara cualquier cosa y, pongamos, me ingresaran en el hospital. Aquí en definitiva sólo tengo a Ikki, y cuando Ikki se va a su pueblo, me entra esta angustiosa sensación de soledad y queda claro que "amigos" con todas las letras, aquí no tengo.

A la mente me vienen toda clase de pensamientos. Que quizá cuando se superan los treinta es muy difícil hacer amigos nuevos. Que la culpa es mía porque soy demasiado tímido, o raro, o transmito cualquier cosa negativa. Que simplemente es cuestión de seguir intentándolo hasta que suene la flauta, porque si hasta hoy he ido logrando hacer amigos en cada momento de mi vida, ¿por qué ahora no iba a poder?

Por otro lado, ocurren cosas que me desesperan. Recientemente empecé el curso en una nueva clase de idiomas donde esperaba conocer a gente de gustos parecidos... y me encuentro con que mis compis son en un 90% adolescentes o poco menos. Qué desesperación me entró al verlo. La anterior vez que me matriculé en una clase, tuve UN SÓLO compañero, un padre de familia de cincuenta y pico. Un señor muy simpático, pero evidentemente no mi futuro amigo. Ahora, un MONTÓN de compañeros, pero prácticamente todos unos diecisésis años más jóvenes. Joder, parece broma. En fin. Quizás tenga suerte con las dos o tres compis de edades más parecidas.

Hace unos años viví en otra ciudad, y también lo pasé mal para conocer a gente. En realidad aquello fue aún peor, porque sumado a lo otro, tuve dos "desengaños" amorosos y bueno, pocas cosas peores que verte solo, sin familia, sin amigos y con el corazón roto. El caso es que aproximadamente al año y medio probé suerte yendo a una especie de ONG, y allí de pronto todo vino rodado: conocí a dos amigos que se convirtieron en mi "familia", y además de la relación muy cercana con ellos dos, a otro puñado de gente relacionada con ellos con la que si bien no tenía tanta confianza, contaban también conmigo para salir, cenar y cosas así. Fue de rebote con toda esta gente que conocí a Ikki, por cierto, así que ya veis hasta qué punto la cosa salió bien. ¿Fue un golpe de suerte espectacular, o puedo aspirar a que eso se repita?

No quiero seguir así otro año más. Si es por fallo mío quisiera saber qué hago mal para corregirlo ya, y si es una cuestión de suerte, necesito que cambie ya, por favor.