viernes, 26 de abril de 2013

Bajo la lluvia, en la oscuridad

Con este título tan rimbombante pretendo expresar en pocas palabras todo lo que estoy sintiendo estos días. Con la ayuda del blog, como he hecho siempre, solo trato de dar salida a los pensamientos y sentimientos que me van surgiendo, por contradictorios que puedan parecer. Si una cosa sé, es que el único mecanismo ante la tristeza que tengo es comunicarme. Hablar, escribir, tirarme horas al teléfono, hacer entradas en el blog que son como vomitar sin filtros todo lo que llevas dentro. Realmente nada te "cura" por completo, pero es lo único que te alivia aunque sea un poco.

Estos últimos días me he cogido una infección de garganta bastante fuerte. Sumada a una yaga que me apareció donde nunca antes: en paladar. Durante dos días estuve fatal, con fiebre, me dolía muchísimo al comer, y no tenía fuerzas ni para caminar. Sólo quería hacerme un ovillo bajo una manta y temblar. No sé si el hecho concreto de que todo esté centrado en la boca y la garganta tiene algún significado especial (¿me estoy castigando por "haber hablado"?), pero estoy segurísimo de que esto me ha venido porque he somatizado la angustia que siento de esa manera.

No estoy bien. Cada persona con la que hablo opina algo un poco o radicalmente distinto a lo que otros me dicen. Unos opinan que el hecho de que Ikki tuviese sexo con otra persona cinco días más tarde de romper (y se sintiese contento) es una confirmación obvia de que no me quería tanto y quizás sólo estaba conmigo por comodidad. Otros opinan que cada uno tiene sus mecanismos para enfrentarse a las cosas, y al igual que el mío como digo más arriba es hablar y explicarle a los que me quieran oir, con pelos y señales, todo lo que me pasa por dentro, el suyo es evadirse con diversión, con salidas y con sexo casual. Y que es normal que se sintiese muy contento, porque después de una situación tan dañina para la autoestima como es que te dejen, pues es una inyección de idem el que alguien se fije en ti y quiera tener sexo contigo. Sigues siendo alguien digno de despertar la libido en otros.

Y yo entiendo las dos formas de verlo, y esta ambivalencia no me ayuda en nada. Lo mismo ocurre con lo demás.

Ikki y yo de momento, debido a las circunstancias, seguimos viviendo juntos. Es una situación complicada y rara, pero no de la forma en que yo podría imaginármelo antes.

Si hay una cosa indudable es que entre Ikki y yo existe muchísimo afecto. La naturaleza y los límites de ese amor es lo que no está nada claro.

Estos días he empezado a sentir que ya le estoy echando muchísimo de menos. Él a ratos es cariñoso, y a ratos es distante y pragmático. Nunca dejamos de hablar del día a día, de si hoy en el trabajo pasó esto o lo otro, pero las conversaciones sobre sentimientos son mucho más escasas... Lo que es normal. Por las noches en varias ocasiones, no sé si despierto o o dormido, me ha rodeado con el brazo, o me ha acariciado. En dos ocasiones nos hemos besado en la boca accidentalmente.

Y también hemos tenido sexo en dos ocasiones, y esto sí que no ha sido accidental ni estábamos adormecidos. De verdad que no sabría explicar por qué me comporto así, pero en esas dos ocasiones sólo sé decir que sentí unas ganas tremendas. Él había dejado abierta esta posibilidad de acostarnos explícitamente (y cuando me lo dijo pensé con amargura, ya ves, que yo nunca iba a querer hacerlo de todas formas. Nunca digas de este agua...). ¿Qué significa el que él me propusiera eso? ¿Qué significa el que yo sintiera esas ganas de pronto? ¿Es porque soy un insatisfecho crónico y siempre quiero lo que no tengo? ¿Sólo sé valorar lo que pierdo? ¿Tienen algún significado psicológico esas dos veces? 

Este fin de semana se marcha a su pueblo. Dos días y medio prácticamente sin vernos. Una muestra a muy pequeña escala de cómo serán las cosas cuando ambos empecemos, y tendrá que ser muy pronto, a vivir separados. Una oportunidad a lo mejor para que yo me aclare las ideas y sepa hasta qué punto le quiero.

Algunos me dicen que lo que me pasa claramente  no es que quiera volver a estar con él, sino que tengo miedo a la soledad y al cambio tan drástico que viene ahora. A verte de repente desamparado y sin la seguridad que supone una pareja estable, alguien como él, en quien te puedes apoyar completamente, sabiendo que nunca estás solo. Y me dicen que ahora tengo que ser fuerte, que he dado el paso correcto teniendo en cuenta las dudas que he estado arrastrando, que no me puedo echar atrás porque esta es la oportunidad de intentar ser feliz de verdad.

Otros me dicen que quizás me hacía falta un tiempo, perderle, para entender de verdad lo que tenía, para analizar mis sentimientos y darme cuenta de que sí que le quería, pero necesitaba pasar este bache para comprenderlo. Y que si le echo tanto de menos ya y me siento tan feliz con cualquier muestra de afecto que me dedica (los abrazos, los besos accidentales, los mensajes para preguntarme cómo estoy), pues que quizá la respuesta es obvia: claro que le quiero y que debo volver con él.

Y de nuevo las dos formas de verlo me parecen posibles, y al final ya no sé nada. Si decidiera volver con él y al poco cayera en la cuenta de que era un error volver, sería terrible volver a pasar y a HACERLE volver a pasar a él por esto. Si decido esperar más tiempo y ver cómo me voy sintiendo, es posible que entre medias él cierre la puerta definitivamente... si no lo ha hecho ya... y eso también sería terrible.

miércoles, 24 de abril de 2013

Sin mapas

A continuación, una descarga de egoísmo, contradicciones y desorientación.

La situación entre Ikki y yo, o mis sensaciones respecto a ella, cambian a cada día, a cada rato. De la esperanza al hundimiento, de la tranquilidad al desasosiego, del dolor a la estabilidad. 

A lo largo de la semana, todo parecía ir bien. Yo estaba mejor, cada vez más normal, incluso contento. Ikki también iba muy bien.

Algunas noches se giraba en la cama para rodearme con su brazo, y yo me sentía bastante feliz y pensaba alternativamente que qué estaba pasando, qué significaba todo, y quizás que aunque fuera extraño era un suerte estar así.


Este viernes Ikki salía con un grupo de amigos, un plan en el que yo obviamente no estaba incluido. Yo este fin de semana trabaja mañana y tarde los dos días, por lo que sólo nos veíamos por la noche. La noche del sábado me explicó cómo lo había pasado la noche del viernes, y las cosas que había hecho durante el día con sus amigos del pueblo que andaban de visita por aquí. Estaba contentísimo. Y según iba comunicándome más y más su entusiasmo, yo más y más iba notando que una extraña angustia y tristeza me invadía. Sí: yo habría preferido no verle tan feliz. Es horrible y egoísta, y es la verdad. Después de una relación tan larga, me duele verle recuperarse tan perfectamente en menos de una semana.

Pero el plato fuerte llegaba a la mañana siguiente, cuando al despertarme para ir a trabajar, aprovechando que estaba dormido en otro cuarto, cogí su móvil para leer sus conversaciones. Horrible, mezquino y estúpido. ¿Qué esperaba encontrar exactamente? Quizá una prueba de que no estuviera tan bien. Quizá lo que me encontré: él explicándole a su mejor amigo que el viernes efectivamente se lió con alguien de la discoteca. Y que había temido sentirse mal, o culpable, pero que estaba contento porque se sintió muy bien. Su amigo le felicitaba. De verdad que cuesta poner en palabras la sensación de absoluto hudimiento que sentí, de caer al vacío para siempre, de que te arrancaran las tripas y los pulmones, de todo a la vez.
Ikki casualmente se levantó al rato para ir al baño, y se lo dije. Me echó una pequeñísima bronca, como de entrenador de fútbol, me dijo que no me estuviese torturando, y se fue a dormir en seguida.

Ese día fue terrible. Ni siquiera quiero volver a recordar con detalle todo lo que me pasaba por dentro. Así que vanzo hasta esa noche: le dije que lo sentía, que había sido por mi parte un error enorme y que no tenía ningún derecho a mirarle su móvil, ni a pedirle ni exigirle nada. Pero que era verdad que me dolía muchísimo haberme enterado de eso. Lloré, me hundí en el sofá, Ikki me consoló (sí, me consoló), me explicó que la alegría que sintió se debía al darse cuenta de que era capaz de salir al mundo y ligar otra vez, gustarle a alguien, todo eso. Que la procesión iba por dentro, que se estaba esforzando en facilitarlo todo para que pudiéramos ser amigos, y que yo haciendo estas cosas lo ponía en peligro. Me fui a dormir sintiéndome mucho mejor, y me desperté con una visión nueva de las cosas: no quería dañarme más pensando en lo que pasó, ahora se trataba de ser optimista y mirar hacia delante.

A la noche siguiente ocurrió algo extraño. Ikki tuvo un sueño que parecía mezclar algo erótico con algo de su trabajo, y habló en sueños, cosa que nunca antes le había visto hacer. Me llevó la mano a su paquete mientras decía algo del archivo de clientes, yo perplejo con todo. El caso es que de pronto pareció entrar en razón, se giró y siguió durmiendo. Y yo... me sentí muy excitado.

A la mañana siguiente, y siguiendo su oferta explícita de que aunque hubiésemos cortado podíamos volver a tener sexo si queríamos, le dije que me apetecía.

Y lo hicimos, y fue genial.

Me dijo que ahora no empezara a sentirme culpable ni cosas así, y me fui a trabajar algo turbado y también bastante alegre, para qué mentir. ¿Tal vez podríamos empezar una segunda parte como exes-mejores amigos-follamigos?

Anoche lo volvimos a repetir. 

Y aunque la primera vez me prometí no empezar a comerme la cabeza y tomarme las cosas tal cual venían, por una vez en la vida, en vez de analizarlo todo, la naturaleza es como es, y estoy ahora mismo completamente a la deriva.

¿Por qué si una de las razones principales era que no sentía deseo de pronto me apetece dos días seguidos y la cosa sale muy bien? ¿Es porque soy un incomformista efectivamente y sólo quiero lo que no tengo? ¿Por qué de pronto una parte innegable de mí desea volver con él y querría volver atrás?

Y a todas estas ocurre en primer lugar que no sé si él seguiría queriendo, porque como me dijo una amiga, el jarrón ya lo hemos roto una vez y aunque lo pegues no queda igual, y como él mismo me dijo, cuando le dije que le veía como un amigo, dice que se le "cayó la venda" y que su forma de verme cambió. Queriendo decir problamente que sus sentimientos por mí cambiaron "a menos". Muy posiblemente Ikki ya no está enamorado de mí, y una segunda parte nunca sería igual. Y eso sin hablar de la otra cosa: la posibilidad de que todo esto que siento ahora no sea más que un espejismo provocado por la nostalgia y el apego. No desearía jugar con sus sentimientos volviendo a romper con él otra vez si finalmente me diera cuenta de eso... 

Tengo miedo de acabar arrepentido de la decisión y que ya el daño sea irreversible. Dejar pasar el tiempo puede ser la solución, pero también puede ser el factor definitivo para cerrar la puerta para siempre. Estoy totalmente perdido.

domingo, 14 de abril de 2013

El final

Esta mañana puse punto final a cinco años de relación con Ikki.

Siento un dolor terrible y difícil de explicar. No sé por dónde empezar. Me siento una persona horrible y ni siquiera estoy seguro de haber hecho lo correcto.

Si alguien ha ido leyendo las últimas entradas sabrá que tenía dudas desde hacía un tiempo. Además, y de esto no había llegado a publicar nada, aunque tenía un borrador de entrada por ahí casi terminado, había empezado a fijarme en un una persona, un hombre al que por cosas del trabajo veo de vez en cuando. Ahora mismo sin embargo no estoy seguro de nada.

Hace una semana o así hablé con una amiga con la que hablo muy de tanto en tanto. Ella estaba hecha polvo, pues estaba viviendo la situación inversa. Sin embargo, se mostraba muy fuerte, y decía que pese a todo entendía la decisión de su ex, y que no, no podía ser su amiga, pero que valía más la pena terminar ahora que alargar algo que ya no tenía sentido. Que así ambos tenían la oportunidad de intentarlo de nuevo con otra gente. Le expliqué a continuación mis dudas, y digamos que me echó una medio bronca. Me dijo que después de cinco años no podía volver a las andadas con mis dudas (ya tuve una situación en la que estuve al borde de romper unos tres años atrás), y que o las resolvía para siempre, o terminaba la relación y nos permitía a ambos la oportunidad de empezar otra vez de cero. Una de las frases que le dijo su ex novio al cortar con ella fue "mejor ahora que dentro de dos años".

Me impactó mucho todo lo que me dijo y empecé por dentro a prepararme. Hasta que hoy por la mañana decidí hacerlo de una vez.

Lo que siento por Ikki es extraño y difícil de definir. He terminado llorando varias veces a lo largo del día, paradójicamente yo más que él, que se lo ha tomado con un extraño estoicismo y seriedad. Creo que se está reservando para cuando yo no esté delante.

Me parte el corazón la idea de hacerle daño a Ikki, una de las personas más buenas del mundo y a quien más quiero. Porque de lo que no tengo dudas es de que le quiero muchísimo. Pero ese querer no va acompañado de ganas de sexo, ni de excitación, ni de esa electricidad que en una relación tiene que haber. Yo no soy una persona muy propensa a demostrar cariño, a abrazar y tocar a la gente, pero con él, quizás por ser cómo es y por cómo era nuestra relación, daba rienda a todas esas cosas. Me encantaba abrazarle, tocarle, acariciarle la cabecita, el pecho, la barriga, besarle en las mejillas y por la cabeza. Y sigo teniendo ganas de todo eso. ¿Es posible querer a una persona de esta manera tan física y al mismo tiempo no sentirse enamorado ni atraído físicamente? ¿Es normal?

Ikki, como digo, lo ha llevado todo de manera muy estoica y controlada. En los prinmeros momentos me habló con rabia contenida. Me dijo que él sabía que antes o después esto iba a pasar, porque yo era un inconformista, que nunca estaba contento con las cosas. Me ha preguntado que si había alguien más, que cuánto llevaba dándole vueltas a esto, que por qué hoy. También me ha permitido abrazarle, y no se ha limitado a poner el cuerpo rígido, me ha abrazado él también y me ha besado en la mejilla varias veces. Y me ha dicho que ya me prometió una vez que si esto pasaba seríamos amigos. La verdad es que ha llevado la situación con una entereza y una generosidad que me asombran y me hacen admirarle aún más.

Una parte de mí tiene ganas de borrar todo el día de hoy y seguir tal cual estábamos. Quizás, en lugar de romper, decirle que seamos una pareja abierta. Aunque en la ruptura en parte he anulado esa posibilidad, definiéndolo como "no llamar a a las cosas por su nombre". Él además me ha dicho que para mí no sería posible, que no sabría separar el sexo del amor. Que me enamoraría de aquel con el que me acostara. Desde luego mi historial, de engancharme de gente con bastante facilidad, parece que le da la razón.

No sé qué va a pasar a partir de ahora. No sé qué va a ser de nosotros. No sé qué va a ser de mí básicamente solo sin él en esta ciudad enorme. Quizás me voy a arrepentir, o quizás he hecho lo correcto pero aún es demasiado pronto para ver más allá de la tristeza y el miedo que siento ahora mismo.