domingo, 2 de diciembre de 2012

Harto de ser un camaleón

Anoche Ikki y yo fuimos a cenar con otra pareja. Se trataba de una chica a la que conocí hace algo más de un año en otra ciudad, y su novio.
Ya desde la conversación previa en wasap (déjemoslo así, que el nombre auténtico es una pesadez de escribir), comenzó el proceso de "adaptación": ella proponía cervezas y picar algo. La verdad es que ayer era el típico día en que no me apetecía nada beber, y respecto a "picar algo", ya sabía bien lo que se nos venía encima: tapas.

Estoy hasta el gorro de las tapas.

Respeto el gusto de cada cual, y sé que en general a casi todo el mundo le encantan, pero para mí suponen:
a) comida tirando a grasienta que no me viene nada bien para mis problemas de piel.
b) someter tu comida a la decisión de la mayoría, con lo que es muy posible de que todas las cosas que se pidan sólo te gusten una o dos.
c) por la razón anterior, acabar comiendo tres calamares, dos trozos de pan y una croqueta y media
d) pagar una media de 20 euros por haber comido esa cantidad de comida. 

A lo mejor parece egoísta, pero no sé qué tiene de malo pedirte tu propio plato, que sabes que te va a gustar casi seguro, y al menos disfrutar de la comida que vas a pagar. Si la gente quiere variedad, a mí no me importa nada invitarles a coger de mi plato.

En fin, volviendo al tema, el caso es que no me atrevía a llevarle la contraria y sugerirle lo que me apetecía de verdad: un vegetariano, un italiano, un japonés, un sitio de pasta y ensaladas, el mismo McDonalds. Sé que si lo hubiera hecho, a la chica le habría dado poco menos que un desmayo ante la idea, y me habría dicho que cómo podía sugerirle esas cosas cuando me estaba ofreciendo conocer un sitio genial al que ella y su novio iban siempre. Rendición número uno.

Una vez en la cena, se cumplió todo lo que digo más arriba. Como única concesión, me pedí, junto a una cerveza por no parecer demasiado aguafiestas (rendición número dos), una jarra de agua, sabiendo que eso me costaría comentarios de que yo era demasiado formal, etcétera. Durante la cena, cada vez se iba haciendo más claro para Ikki y para mí que no teníamos nada que ver con ellos. La chica, vamos a llamarla Nuria, es buena gente, la típica persona de carácter fuerte, muy apasionada, muy directa al hablar, de sangre caliente. Una de estas personas que no se dan cuenta de lo fácilmente que pueden ofender con su forma de forma de hablar ("Eso es una gilipollez", en respuesta a una opinión personal e intransferible de Ikki en cierto momento). Su novio, básicamente igual. Buena gente en el fondo, pero de carácter brusco.

Y tanto.

Ikki y yo no queríamos ir a su casa a tomar una última copa, pero no fuimos capaces de contradecirla (rendición número tres), y por el camino ocurrió una cosa que enturbió el resto de la noche. Nuria no encontraba el papelito donde guardaba un gramo de coca de su novio, y éste se agarró un cabreo tremendo. Tras un rato buscándolo, llegamos por fin a la casa, con el ambiente ya muy tenso. No tengo nada en contra de que la gente tome lo que le dé la gana, pero lo preocupante es cuando tienes reacciones de este tipo (y más sabiendo, como me dijo Nuria en secreto en otro momento, que ella lo había pagado). Una vez en la casa, la situación era ya absurda e incómoda. Él le lanzaba reproches, ella se defendía y se disculpaba constantemente con nosotros. El papelito apareció por fin, pero no sin que antes, según me explicó a solas, él la agarrase del cuello y le diera una bofetada cuando estaban a solas en la cocina.

La vida está llena de problemas que te suceden sin previo aviso y sin buscártelos, pero cuando tu novio te hace eso, creo que las señales de lo que te puede pasar están más claras que el agua.

Llegó por fin la hora de irnos, y por culpa de haber retrasado tanto la hora de volver, un tramo del camino a casa tuvimos que hacerlo a pie, porque ya no había metro: rendición número cuatro. Esta fue la que menos me importó, porque tenía ganas de andar. De hablar. 

Y por el camino, se fue formado dentro de mí una determinación que llevaba días rumiando y que gracias a esta situación ha salido a la luz por fin: estoy harto de adaptarme a los deseos de los demás constantemente. HARTO. Estoy harto de adaptarme a sus personalidades, a sus gustos, a su sentido del humor, a sus horarios, a sus comidas, a sus planes. Entiendo que en la vida a menudo hay que adaptarse un poco a la gente para poder convivir, pero lo que no puede ser es que uno termine haciendo al 100% la voluntad de los demás y aplaste siempre su propia personalidad.

Aún no ha llegado 2013, pero si no se acaba el mundo este diciembre, mi determinación para este año ya está tomada. Voy a intentar ser más fuerte, voy a intentar expresar claramente lo que me gusta y lo que no, voy a tratar de ser más sincero y menos bienqueda. Voy a ser más yo.

Y la próxima vez que alguien proponga tapas, me van a oír ;)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Joer! Vaya experiencia más desagradable, lo digo por el rollo de la papelina y todo lo posterior.
En mi ciudad, por suerte, cuando no vamos a cenar en plan formal sino a picotear, se lleva el pincho y no la tapa o raciones (aunque también haylos pero en menor medida). Por lo que, a la hora de pedir, cada uno pide lo que le apetezca.
Un saludo.
Timorato.

Anónimo dijo...

ajajajajajja joder! parece que estamos sincronizados. a mí me pasa lo mismo!! siempre me tengo que adaptar yo a los gustos de los demás, ellos a los míos no y por eso me quedo sin hacer las cosas que quiero. Al final termino pasando de todo el mundo y llendo sola por la vida si quiero hacer algo distinto... no sé qué hacer. Besos

Ronan dijo...

Precisamente hoy supe de esta persona de nuevo... Me escribió para pedirme disculpas y para ver si otro día volvíamos a quedar. Aún no sé muy bien qué responderle...

Supongo que es inevitable, sobre todo cuanto más "raro" seas, verte envuelto en planes que no te apetecen y tener que adaptarte siempre, porque es más difícil encontrar amigos que quieran ir, qué sé yo, a una exposición de arte vietnamita, que de cena a comer... tapas. Así que a veces no nos queda otra que hacer los planes raros por nuestra cuenta, Venus :(

A todas estas, Timorato, hace tiempo que no puedo leer tu blog, y la verdad es que siempre me parecía interesante lo que escribías... Si me mandaras invitación para poder leerlo otra vez, me encantaría volver a leerlo.

Anónimo dijo...

Lo tengo semicerrado no he vuelto a escribir nada. Estuve en un tris de eliminar el blog y lo tengo en standbye, por si me da un flush y sale la vena.
Saludos Ronan.
Timorato.

Ronan dijo...

Vaya... bueno, me parecería una pena que lo borraras, porque tus reflexiones me parecen siempre muy agudas, pero bueno, al fin y al cabo es tu blog y tu decisión. Uno se expone tanto por aquí que a veces da un poco de miedo (la ironía es que tengo otro blog de temas más generales que sí desearía que la gente que me rodea leyera, pero no les interesa nada =/ )
Un abrazo.