domingo, 8 de diciembre de 2013

El fantasma que flota por la ciudad

Antes de nada una nota de continuidad, por si existe alguien que aún lee este blog: finalmente lo del mechón salió mal. No sé si la peluquera eligió el tono de azul más desvaído de la historia o es que mi pelo es demasiado negro como para tolerar ningún cambio ni decoloración ni nada. En fin: después del último corte de pelo, me queda una pequeña brizna grisácea-azulada y unas pequeñas puntitas doradas. Una absurdez.

Y ahora al trapo: Ikki me ha puesto un ultimátum. Después de la Navidad, debo decididir si volvemos de verdad o rompemos de verdad. Cuando me lo dijo sentí una oleada de vergúenza de mí mismo. Después de haberle hecho pasar por una ruptura, le he forzado con mi comportamiento (sí, vale, fue una decisión mutua, pero yo tenía la responsabilidad de parar) a plantarme las cartas sobre la mesa.

Los días se van consumiendo, y yo siempre perdido en divagaciones que no me llevan a una decisión. A ratos me llega una imagen de él, no exactamente un recuerdo de algo concreto, sino algo relacionado con la relación que tenemos-teníamos. Una pelea en plan juguetón, la imagen de él feliz con algo y la cara que se le pone, sus ojos grandes mirándome. Y en esos momentos casi pienso coger sobre la marcha el teléfono y decirle: no hay que esperar más, Ikkito, la respuesta es que sí. Y volver a ser feliz con mi mejor amigo siempre a mi lado para compartirlo todo.

Y luego vienen esos otros momentos en los que recuerdo la monotonía. Y la sensación de electricidad cuando Diego, un hombre con el que coincidía en mi antiguo trabajo que me atraía mucho, me hacía cualquier broma simpática o me agarraba el brazo, o incluso alguna vez me lo pasó por encima del hombro. Ese chispazo, esa oleada de calor, esa euforia. Eso incomparable a nada más. Diego (nombre figurado) era casi probablemente heterosexual, y las pequeñas pistas a las que me aferraba sin duda eran pequeños clavos ardiendo y no significaban nada especial. Un hombre simpático que cuando está de buenas te trata con cierta calidez. Fin de la historia.

Hace poco (si tengo que tomar esta decisión tan grande, más me vale quemar todos los cartuchos ahora mientras tenga tiempo, decidí), llamé a Diego, un poco por ver qué pasaba. Me dió su teléfono la primera vez que acabé mi contrato en aquel sitio, "por si alguna vez necesitaba algo". Pero se trataba de un hombre que me saca un par de décadas, y no fui capaz de usar su teléfono para proponerle una cerveza o algo así, así que nunca lo usé hasta el otro día. Quería ver qué pasaba. ¿Se alegraría de oirme? ¿Se pondría nervioso? ¿Tendría él mi número guardado? ¿Desembocaría la llamada en quedar a tomar algo?

No pasó nada, básicamente. Tuvimos una charla de esto y lo otro, qué tal la búsqueda de empleo, qué tal su trabajo. Bueno, pues venga, cuídate. No noté ninguna inflexión rara en su voz, de especial alegría o lo que fuera. Fue una charla agradable.

La verdad, desde hace mucho tiempo tengo la idea de que el tipo de hombre que me provoca esta electricidad y todo esto, por sus mismas características, es un hombre que:

a) es hetero, porque lamentablemente esa campechanidad, esa afabilidad, esa falta de afectación, ese humor socarrón pero bienintencionado, son cualidades por lo que sea escasísimas en la población gay

b) es gay, pero está fuera de mi liga (no sé si en español la expresión existe, pero me parece tan gráfica). Los hombres gays con esas características simplemente no se sienten atraídos por uno como yo, o el intento de relación se frustra por la falta de más nexos de unión. Véanse los dolorosos casos de Ulises y Damián años atrás (¡diez, casi!).

Pero llega un punto en que uno más vale que se deje de tonterias y deje de aspirar a ese arquetipo del Mr Perfecto y demás, y se centre en los Mister Muy-Bueno, que es algo accesible. ¿Esto es conformarse o elegir la vida? (Como decían en aquella película japonesa: "Al final decidí elegir el mundo".)

No hay una respuesta, me temo. Hay miles. Hay tantas como personas. Tengo que reconocer que la mayoría por ahora es "yo si fuera tú volvería, no pienses en lo que pueda o no pasar".

No sé.

Esto sería ya para otra entrada, pero mientras, ando por el mundo y por mi piso compartido como un fantasma. Despegado del mundo, pero tratando de entrar en él, tratando de conocer a gente que me haga sentir que pertenezco a este sitio de alguna manera, que pinto algo aquí. Ahora mismo no pinto nada, simple y llanamente. No sabéis la rabia y el desánimo que me da cuando pienso que hace meses, al dejar a Ikki, una de los cosas que me ilusionaba era conocer a gente nueva y sentir que formaba vínculos más fuertes con esta ciudad ("ya verás, cuando te quedas soltero te salen planes por todas partes, y no paras, y eso te viene bien"). Pues no ha sido así. Sólo conozco a gente de maneras superficiales, confirmo que la gente más parecida teóricamente a ser mi amiga en realidad casi nunca están ahí y es una relación superficial y tenue, voy botando y rebotando por ahí y coincidiendo con gente prometedora que desaparece, y conociendo a gente que sí está interesada pero que hacen saltar alarmas de peligro...

Y llega un punto en que no puedes evitar pensar si este aparente muro de cristal es culpa mía, que soy defectuoso y los amigos que hice en el pasado fueron un milagro, o si es que es casualidad, o es que no es fácil y lo tengo que seguir intentando una y otra vez. Si vuelvo con Ikki, querría que no fuera porque he fracasado intentando entrar en el mundo que me rodea.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

hola Ronan. Sigo leyendo tus entradas. Yo llevo toda mi vida preguntándome si lo que falla soy yo o son los demás, ¿por qué no encajo? Y la respuesta es: porque no. No es que tú seas erróneo ni es que ellos lo sean, es que simplemente sois distintos, no encajais. Por mucho que intentes e intentes y te esfuerces en encajar con alguien, al final sólo será eso, un intento. O se da, o no se da. Tu puedes tener tu mejor voluntad, pero "no puedes evitar ser como eres" y no encajar con todo el mundo. También pasa a veces que alguien te encanta, te cae muy bien, pero no le interesas, no te presta atención. A mí me lleva pasando lo que cuentas muchos años, toda la vida diría casi... He acabado por asumirlo como normal. Lo peor es lo que dices, cuando sólo se te acerca gente que está fatal de la olla, pero no tienes otra cosa a la que agarrarte. En mi caso lo que yo he hecho es preferir estar sola antes que estar con gente que me perjudique. También empezar a pasar de gente que pasa de mí y no me trata como me gustaría, aunque me puedan caer bien. Intentar encontrar gente con la que realmente me sienta agusto, me trate como merezco y muestre interés en mí.

Sobre lo de Ikki, ¿has intentado hablar con él sobre cómo te sientes acerca de la monotonía? Quizá si lo hablárais podríais encontrar juntos una solución o alguna alternativa.

Ronan dijo...

Jo, Venus, muchísimas gracias por tu comentario. La principal razón de ecribir aquí es desahogarme y tratar de ordenar mi cabeza poniéndolo todo por escrito, pero la verdad es que también te alegra saber que alguien lo lee. Soy un hipócrita porque yo no siempre leo los blogs de otros, pero en este mismo momento me hago el propósito mantenerme más al día, incluido con el tuyo desde luego :) Y quizás aceptar la verdad y empezar a borrar varios blogs de la lista de la derecha, cuyos creadores parecen haber abandonado, y que, ya ves qué absurdo, pero me da mucha tristeza. En fin, supongo que todo se termina y algún día yo mismo quizás acabaré haciéndolo, a lo mejor porque seré alguien totalmente feliz y me hará falta entrar a escribir rollos. Jajajaja.

En realidad tienes toda la razón, es una cuestión de dos encajar. No debería sacar conclusiones autodestructivas, pero es que me salen de dentro automáticamente. Ahora estoy en un piso nuevo, con nuevos compañeros, ¿y sabes una de las cosas que más me preocupan? Que se extrañen de que no tenga planes el fin de semana y piensen que soy una persona rara o con algún trastorno o algo. Y es un pez que se muerde la cola, porque si alguien piensa eso de ti,seguramente no te dará la oportunidad de ser su amigo. En fin.

Respecto a Ikki, pues sabes qué pasa, que es que hagas lo que hagas irremediablemente la monotonía va a aparecer antes o después. Podemos empezar a tener sexo en la ducha o en el parque, jajaja, podemos disfrazarnos de médico o bombero, podemos conocer a gente distinta y airearnos (esto sí que hay que hacerlo sí o sí), pero finalmente él es él y yo soy yo. Con la monotonía la única "solución" que le veo es aceptarla y centrarte en su parte buena (la seguridad), pero siempre me queda la gran duda de si TODAS las parejas se sienten así al final, o si existe una persona potencialmente por ahí de con la que nunca vas a perder del todo la electricidad, y esa es la persona que debes buscar.

Un beso, Venus

Anónimo dijo...

Muchas veces nos rallamos nosotros mismos y nos creamos paranoias que al final, sólo sirven para sentirnos peor. Aunque es normal que cuando te sientes ansioso, perdido y triste, aparezcan.Intenta distraerte de esas ideas como "mis compis van a pensar que soy un bicho raro", por lo menos no obsesionarte con ello, porque si no, va a ser peor y como tu dices, los pensamientos negativos te llevan a un círculo vicioso que es como un pez que se mordiera la cola xD

Y con Ikki, algo más o menos parecido. Si tienes claro que estar con Ikki es un aburrimiento, o dicho de otra manera, ya no ves la forma de salir de ese estancamiento con él... si vas a intentarlo, inténtalo con todas las de la ley, pero creyendo que va a ser mejor de lo que era antes. Y eso, creo que sólo se conseguiría hablando con él de cómo te sientes y buscando una solución juntos. Ahora, que si crees que no la tiene, o directamente no tienes ganas ni de buscarla y ya estás tan cansado de esa relación que no eres capaz de ver más allá de esa "seguridad"... Que la seguridad sólo es seguridad, no es felicidad... pues entonces ya sabes lo que va a ser, más de lo mismo...

Intenta ver qué es realmente lo que quieres y sobre todo ser sincero contigo mismo. No te agobies porque el mundo no se acaba, tienes que deshacerte de esa "bruma mental" y pensar con claridad en ¿qué quiero? Y tomar una decisión pero sin pensar, ¿si no estoy con él, me quedaré sólo? Sin miedos. Simplemente hacer lo que realmente piensas que debes hacer y realmente quieres. Me alegro de haber servido de algo con mi comentario. A mí me daría mucha pena que cerraras el blog, últimamente eres de los pocos que escribe y cuando actualizas me alegra bastante. Además tienes entradas interesantes. Y yo tengo bastantes ganas de volver al mundo bloguero.

Un besillo ;) ciao Ronan!!!

Ronan dijo...

Gracias otra vez, Venus. Bueno, si luego lees lo siguiente que he escrito, verás que el rollo se enreda aún más.
Lo de imaginarme lo que los demás van a pensar de mí es un pensamiento automático que me tengo que quitar, desde luego, pero es muy difícil luchar contra ese miedo.

Respecto a Ikki, pues... dios, me siento un pesado y un repetitivo. Es que no sé qué decir. Sí, claro que tengo miedo de quedarme solo. Es que conocer a alguien como él, y llegar a tener lo que tenemos Ikki y yo es casi un milagro... Y a veces me temo que los milagros no pasan dos veces, que dejaré pasar el tren del chico más maravilloso de mi vida y nunca tendré nada igual.

Pero pensando al contrario, me temo que llevaré una vida frustrada a medias en la que echaré de menos más chispa y más pasión, más electricidad, más sentirte en la montaña rusa y menos en el estanque de patos.

Y me empiezo a temer que este dilema no tiene solución. Haga lo que haga voy a sufrir.