lunes, 17 de diciembre de 2007

Asertividad, lo llaman


La palabra mágica nombrada en todos los manuales de psicología práctica, y la clave de la mayoría de nuestros problemas de relación social: la asertividad. Es decir, la capacidad de expresar los propios sentimientos y opiniones sin achantarse, sin sentirse culpable o mal ni tampoco agredir al interlocutor. Expresarse con claridad, sin dejar que pisen tus derechos pero sin comerte a nadie por el camino, porque no se trata de eso.


Esta mañana, el destino, la vida, la casualidad o lo que fuera puso en mi mano la oportunidad de oro de, por una vez, hablar y hacer frente a un problema personal directamente: me quedé, por coincidencias que ahora no vienen al caso (y que yo mismo provoqué sin saber lo que esto originaría), a solas con la enfermera cuya presencia me altera tantísimo y me hace perder totalmente el norte. Todo era perfecto: estábamos en un terreno neutral, sin más gente alrededor, y había un poco de tiempo para hablar.


Le expresé mi inseguridad, mi aumento de torpeza cuando me sentía observado, y también, punto importante, le dejé claro cómo yo entendía que ella debía pese a todo corregir mis fallos y decirme todo aquello que hago mal, aunque yo no pueda evitar sentirme inseguro cuando lo hace y volverme un manojo de nervios. Uf... Seguramente me puse como un semáforo y di una imagen un poco patética, pero sabes qué, que me sentí orgulloso de mí mismo por haber sido capaz de dar este paso para mí tan grande. Ella también me habló con mucha claridad y me demostró (aunque yo ya lo sabía) que no es ningún ogro, simplemente está en el lugar del que enseña, y como bien me dijo, todo lo que no aprenda hoy serán cosas que no sabré cuando esté a solas en una planta de hospital. Lo sé =S


Para continuar con el día de subidón, unos minutos antes tuve un día muy bueno en la sala de extracciones de sangre, donde ocurrieronn dos cosas que me ayudaron a subir un poco la autoestima, que últimamente estaba anémica del todo:

-Una paciente dijo que qué bien, que había logrado acertarle la vena al primer pinchazo, cuando normalmente le tenían que pinchar una segunda vez. =D

-Otra paciente llegó con una actitud horrible a la sala, diciendo que estábamos yendo muy lentos porque habían puesto a dos "nuevos" (yo sí, pero mi compañera desde luego no era "nueva") y que a ella mucho cuidado con estar pinchándole varias veces porque se negaba en redondo. Le dije que sólo la pincharía si estaba seguro de palpar una vena, y si no pediría ayuda a mi compañera no-nueva. En fin, en el segundo brazo apareció la ansiada vena, y todo salió a pedir de boca al primer pinchazo ("ni siquiera me ha dolido", comentó con una inesperada sonrisa relajada después). Esto tuvo especial mérito, porque cuando me dio aquel ultimátum, el pulso se me descontroló por culpa de los nervios. Y sin embargo todo salió bien =)


Un poco más tarde hoy presencié algo bastante más triste, pero para no romper la nota positiva del post de hoy, que mira que es raro en este blog, pues no lo voy comentar. Otro día quizás hablaré de eso...

2 comentarios:

Solcito dijo...

Que bueno que hayas podido expresarle a la enfermera todo lo que te estaba angustiando...
Estás aprendiendo, asi que dale tiempo al tiempo, además has tenido un buen dia y no has sido nada torpe en las extracciones ;).. Supongo que eso se adquiere con la práctica, no??

Un beso y mucho ánimo!!

Anónimo dijo...

jaja bueno yo leo los posts por orden , asi que en este felicitaciones por seguir el consejo tardío =)