Dicen que es típico de los humanos, ¿no? Yo desde luego caigo siempre.
Esta mañana me he levantado desanimado y pocas energías. Tenía que ponerme a hacer varias cosas aburridas, como limpiar el piso y cosas así. Pero en lugar de eso (gracias, inventor de internet) me puse a perder el tiempo en el ordenador. Y entonces tuve la estúpida idea de buscar en google el nombre de Ulises, un antiguo intento de relación. Ahí es nada, de hace cuatro años.
Lo llamo intento porque estuvimos muy poco tiempo y enseguida la gran diferencia que había entre nosotros, concretamente lo increíblemente soso que soy, hicieron que me dejara. En aquella época yo tenía el corazón abierto de par en par, por cursi que suene, y el dolor que sentí fue tan enorme que me costaba respirar, durante meses. ¿Sabes cuando te parece que nunca volverás a estar bien? Pero ya ves, resultó que más o menos un año más tarde volví a conocer a alguien, Damián, de quien he hablado varias veces en el blog, y más o menos lo mismo volvió a ocurrir.
Cuando me dio por ponerme a buscar en google el nombre completo de Ulises, pensé, tonto de mí, que la curiosidad de ver si salía algo suyo no tenía nada de malo. Caí en un blog que ha creado cpn fotos de lo que va haciendo. Y entonces, esa sensación que hacía tiempo que no sentía, como si Freddy Krueger te masajeara el estomago y el pecho. Ulises en la ciudad a donde sé que se marchó unos meses después de que lo dejáramos (fue lo último que supe de él). Sigue allí, por lo que puedo entender. Ulises de fiesta, de excursión, con los niños a los que da clase, en el piso, en museos, de turismo. en una de las entradas comenta brevemente que echa menos la inocencia que tenía cuando se marchó de su ciudad, donde le conocí. Hay un chico que se repite en alguna que otra foto. Quizás esté con él.
Después de conocer a Damián y de que me volviese a pasar la mismo, y a continuación conocer a Ikki y llevar tanto con él, pensé que como mínimo tenía ya completamente superado aquello tan lejano, pero ya ves, resulta que en un rincón de mi mente seguía una pequeña cicatriz que esperaba que alguien la hurgara.
Ulises parece totalmente integrado en su ciudad, y como siempre parece ir empalmando cenas, excursiones y fiestas. Eso inevitablemente me lleva a compararme con él, en esta ciudad, sin apenas vida social. Esperando que llegue el fin de semana para que venga Ikki y poder hacer cosas con él, ir a sitios, volver a ser persona además de empleado del hospital. Ikki. En los últimos días vuelvo (y van varias veces...) a preguntarme por mi relación con él. Sí, es perfecto, me quiere muchísimo, nunca tendré miedo de resultarle soso, como a Ulises y a Damián. Y yo le quiero, ¿pero de verdad estoy enamorado? ¿O se ha convertido en algo así como mi mejor amigo?
Cada vez pieso más en esto, y me ronda la idea de... cortar. :(
Y si lo hago, surgen detrás miles de otras cosas: el quedarme completamente solo aquí. El no encontrar nunca a nadie más que me quiera como él. Alguien tan difícil como yo, con quien es tan difícil encajar. Que me acepte tal cual después de conocerme a fondo, como él lo hace, con lo mejor y lo peor de mí. La incertidumbre total en el futuro. Si me vuelvo a mi ciudad, que está muy lejos, quizás ya nunca vuelva a estar en contacto con Ikki, y esa posibilidad me parece insoportablemente triste porque Ikki pase lo que pase es una parte importantísima de mi vida, quizás ya nunca vuelva a la ciudad en la que le conocí y donde a pesar de todo hice algunos amigos, ¿y entonces qué sentido habrían tenido todos los últimos años? No sé qué hacer, me siento muy triste.