Dentro de poco empezaré mi segunda experiencia "seria" en un hospital. La primera, para qué negarlo, fue dura, y creo que la impresión que causé en aquel hospital no fue buena... lo cierto es que no me han vuelto a llamar de allí. Y por otro lado, en realidad no me gustaría mucho volver allí, porque en general no estuve muy a gusto: nunca me sentí integrado con los compañeros, y con dos o tres en concreto la cosa fue bastante desagradable. No es por echarme flores a mí mismo, pero normalmente nunca tengo ningún problema con nadie, y me dejó bastante tocado el hecho de provocar antipatía, sin entender nunca por qué, a esas personas. Y pese a todo, el pensar que no me volvieron a llamar, me sigue martilleando hasta hoy.
Una de mis mayores preocupaciones en la vida es no llegar a ser un buen enfermero, no ser adecuado para esta profesión. Sí, es posible, por qué no, enfrentémonos a la posibilidad. Pero esa posibilidad me deprime y me asusta.
Durante la carrera, digamos que hubo opiniones opuestas sobre mi validez. Concretamente dos personas sé que opinaron que no era adecuado para esto. Pero mentiría si no dijera que otras personas opinaron muy bien de mí, que hubo pacientes que me cogieron cariño (bueno, el que se puede en ese poco tiempo que pasaron ingresados), y supervisores que me pusieron una buena nota en prácticas. (Incluso muy buena, de hecho). Pero yo soy como soy, y las opiniones negativas me pesan un mundo, y además está el hecho de saber que de otros compañeros nadie opinó nada malo.
En fin... que ahora comienza mi segunda oportunidad importante de probarme. Esta vez se trata de un contrato más largo que el primero, y gracias a eso también el tiempo para aprender y perfeccionar todos los errores que pueda va a ser mayor. Tengo de verdad muchas ganas de hacerlo bien, y de sentir esa chispa extraña que tienes cuando te sientes útil, cuando sientes que estás haciéndolo bien, que estás ayudando a alguien y estás dominando bien tu trabajo. Eso fue lo que me movió a estudiar esta carrera, y... reconozco que con el paso del tiempo muchas veces me he olvidado de eso por completo y el trabajo se ha convertido en una tarea, en una obligación, en un sufrimiento de los que te hacen tragar saliva para reprimir las lágrimas por sentirte un torpe. Quiero volver a sentir la ilusión por lo que haces, a sentir confianza en mí mismo, a sentir satisfacción por hacer las cosas bien.