miércoles, 17 de octubre de 2007

Hemos llegado muy lejos...


Esta mañana ocurrieron un par de cosas relacionadas ligeramente que me hicieron reflexionar. ¿Te ha pasado alguna vez que durante el día ocurren una serie de cosas que te hacen tener la sensación de que la vida te quiere enviar un mensaje ese día? Como si tu vida fuese una serie de televisión, y cada día fuese un capítulo en el que los guionistas querían tratar un tema. Bueno, pues el tema de hoy es lo muchísimo que se ha avanzado en la normalización de la homosexualidad en nuestra sociedad. (Hablo de los países "desarrollados", por así decirlo, claro...).


Esta mañana un compañero de trabajo dijo de broma: "si ocurre algo, no pasa nada; se grita, mariquita el último... y el que se quede el último, pues eso". Era una broma probablemente sin maldad, simplemente una tontería sin más. Pero ofensiva, aún así... Yo, contra todos mis principios y bla bla bla, esbocé una risilla. Para darme de hostias pero ya. Por lo bajo, escuché como un compañero susurraba al autor de la broma que dadas las circunstancias quizá no era muy adecuado decir aquello, y él rspondió que bueno, sí, quizá... No recuerdo exactamente el diálogo, pero claramente dio a entender que ambos pensaban sabían que alguno de los presentes era gay. Quizá me lo notaron a mí, quizá era directamente uno de ellos (y quién te dice que no), quizá otra persona de la empresa ausente en ese instante... en fin.


Posteriormente, desayunando, este mismo chico comentaba que dos conocidos suyos, ambos hombres, estaban casados "con sus papeles todo", y todos los hombres de la mesa estuvieron de acuerdo en que "tenía que haber de todo", y asintieron con la cabeza y pusieron cara de "tolerancia".


Un poco más tarde, otra persona de un un entorno diferente, me explicó, acerca de dos hermanas cuya casa acabábamos de visitar por un asunto de salud, que "la guapa de las dos no tenía novio", así que si quería echarle los trastos tenía la oportunidad. Me reí, le dije "pues va a ser que no", y no tuve valor para dar el siguiente paso y decirle que no soy heterosexual. Él simplemente me dijo que como yo viera. Me sentí mal por dentro. Por varias razones: en primer lugar que él diese por sentado que no salgo con nadie, sin saber apenas de mi vida, en segundo, por no tener el valor de ser sincero al 100%, en tercero, porque de repente, debido a todas estas cosas, me he dado cuenta de que no estoy tan fuera del armario como me gusta imaginar.


El armario es un camino sin final: cada vez que conoces a alguien nuevo, esta persona inicialmente no sabrá nada, a menos que lo detecte. Cada vez que entras en un trabajo nuevo, idem. Cada vez que en definitiva tu mundo se expande, debes continuar indefinidamente el proceso de salida del armario si no quieres verte abocado a llevar una doble vida.


Soy una persona muy tímida, insegura. Odio ser el centro de atención, me da mucha vergüenza, me aterroriza verdaderamente según el caso. De normal vivo en un entorno estudiantil de gente joven y amplia de miras, que no tienen ningún prejuicio, o no muchos, y con todos ellos el que yo sea gay es totalmente irrelevante, es una característica más y punto.


Pero. El mundo estudiantil-juvenil no lo es todo.


Existe la familia no nuclear, y los familiares derechosos y cerrados. Existen los entornos laborales de hombres cerrados y machotes, que creen no conocer a ningún gay y viven a años luz de esa realidad (o eso creen...). Existen los ultraderechistas, existen los países en los que la homosexualidad es algo innombrable. En fin: existen muchos sitios en los que no estoy tan fuera del armario como quisiera, y cuando olvidas eso, olvidas la suerte enorme que has tenido por haber nacido en una época en la que existe el desfile del orgullo gay, en la que la ley te ampara, en la que los científicos desdeñan como ridículas las visiones moralistas y patológicas de antaño, en la que existen asociaciones, grupos, bares, equipos de hockey, bandas de rock y clubs de senderismo de gays y lesbianas (y transexuales, bis, etc).


Uno de mis objetivos en la vida es ser yo en todas partes, en todos los ámbitos de mi vida. Porque cada uno de nosotros es diferente, y nadie, nadie, nadie debería nunca tratar de fingir ser quien no es para adaptarse a lo que los demás esperan de ti.


En lo que importa de verdad, todos somos iguales.


Sé que será duro, pero con vergüenza o sin ella me comprometo desde aquí mismo a demostrar más valentía en mi vida cuando llegue el momento de ser tú o dejarse aplastar.


Y a Diossss pongo por testigooo... ;)

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