miércoles, 30 de octubre de 2013

Azul

Esta mañana decidí tachar de la lista otra de las cosas que tenía “pendientes”. La lista es una serie de cosas que me gustaría hacer en mi vida. Son cosas de todo tipo: algunas bastante tontas objetivamente, otras seguramente compartidas con mucha gente, y alguna, bueno, un tanto controvertida... el tipo de cosas que le cuentas a muy poca gente.

Una de estas cosas que pueden calificarse de “tontería” era teñirme el pelo de algún color especial. Bueno, no me he teñido todo el pelo, no me he atrevido a llegar tan lejos (aunque la peluquera me animaba), pero sí un mechón que con el paso de los días, según se vaya aclarando, se notará más y más, y espero, quedará bonito porque es mi color favorito.

En realidad esto que parece absurdez tiene mucho sentido para mi. A ver si lo sé explicar. En realidad es algo que comparten varias cosas de la lista. Esto es una especie de prueba. ¿Soy capaz de hacer esto, que se supone que alguien como yo no hace? Alguien como yo supuestamente hace las cosas correctas, sigue la línea trazada: estudia, trabaja, lleva ropa convencional no muy llamativa, no corre riesgos innecesarios, no llama la atención ni hace cosas extravagantes.

En realidad tengo que admitir que, la verdad, no me he arriesgado tanto: ahora que vivo en esta ciudad grande y estoy en paro, digamos que no debo pedirle cuentas a nadie. Aquí no me va a ver mi familia, el mayor juicio al que me expongo es al de los extraños de la calle, y quizás algún conocido o amigo que no tiene ese poder de presión que sí tiene tu jefe o tu familia.

En fin, os parecerá un tontería y quizá penséis que se me está yendo la cabeza, pero el caso es que lo hice. Y la tontería de entrar en la peluquería y explicar lo que deseaba ya fue un pequeño-gran reto, una barrera a superar. Pues ya está. Hecho. 

Al salir de la peluquería, la calle estaba vacía. Y tras dar unos pasos, me crucé con una persona. Ni más ni menos... que el protagonista de otro de los puntos de mi lista de deseos.

Dicho punto consistía en liarme con un hombre casado.

Tengo que decir que en primer lugar, taché ese objetivo de la lista sin enterarme de que lo estaba haciendo. Es decir: que me enteré de que estaba casado a posteriori, una vez ya había estado con él. La verdad, la sensación no fue agradable, y al final preferí que no nos viéramos más.

No creo mucho en el destino ni en que las cosas ocurran por un motivo (porque si vamos por ahí, habría que buscarle el sentido a un montón de cosas horrorosas que le pasan a la gente día tras día, y no puedo aceptar que eso sea “por una razón”). Pero tampoco voy a mentir, esto que me ha pasado me ha parecido una coincidencia espectacular, más cuando hablamos de una ciudad de millones de habitantes... si es una especie de mensaje, no entiendo aún lo que quiere decir.

Pero he querido dejarlo escrito. Por si algún día lo llego a entender...