Mi amiga Arianna es guapísima, tiene estilo vistiendo, es simpática y posee una inteligencia afilada.
Ayer nos hablaba de una nueva compañera que tienen en su trabajo. La chica es algo así como Betty la fea: tiene una voz ridícula y aguda, carece de estilo vistiendo, es torpe para aprender y por lo que cuenta parece que es poco inteligente (en esto quizás Betty no fuera igual; no ví mucho la serie pero creo que la protagonista si algo no era es tonta). Encima parece que sus habilidades sociales dejan un poco que desear, porque les ha contado cosas muy personales que resultan inadecuadas. Quizás lo hizo tratando de ganarse la simpatía de sus compañeras (esto ya son suposiciones mías), pensando que si revelaba algún problema íntimo las otras empatizarían con ella y se integraría por fin. Error...
Empecé riéndome con su imitación. Sin embargo, en algún momento empezó a resultarme deprimente la anécdota. Si te pones por un instante en su piel, es horrible. Es fácil estar del lado de la mayoría popular y sentirnos todos unidos y superiores machacando todos juntos a Betty, la presa fácil, la oveja en la manada de lobos. En mi primer trabajo de enfermero yo también fui Betty. Mis compañeras eran todas rápidas, inteligentes, populares, guapas (bueno, no todas eran guapas ni inteligentes, pero lo compensaban con un carácter fuerte y el poder que te da estar integrado). A mí me costaba sudor y lágrimas (cuando no las tenía delante) llegar al final del turno con la impresionante carga de trabajo que había en ese hospital y el escaso compañerismo que había, al menos conmigo. Fue un contrato por sustitución de tres meses. Solamente su "breve" duración y el apoyo de Ikki impidieron que no acabase completamente destrozado.
Arianna quizás nunca ha experimentado lo que es ser Betty y probablemente nunca lo hará. Cuando la historia comenzó a hacerme sentir mal, traté, tibiamente, de decirle que quizás la chica sólo trataba de congraciarse con ellos y que igual se sentía sola, pero no puse mucha convicción, porque Arianna es mi amiga y a esta chica ni la conozco, por lo que me avergüenza adoptar el rol del pepito grillo santurrón. Lo de siempre, vamos. Quizás si yo hubiera sido amigo o familiar de Pinochet, le habría reído las gracias mientras él explicaba cómo sus militares torturaban a gente, y ninguno nos hubiéramos atrevido a oponernos a él abiertamente. Hasta que años más tarde el mundo nos juzgara, y entonces, sólo cuando la mayoría y los poderosos ya no estuvieran de nuestro lado, seríamos capaces de reconocer abiertamente que aquello era atroz, y que nosotros simplemente dejamos que ocurriera.
Cada día estoy más convencido de que el mayor acto de valentía del mundo no es ser bombero, policía, etc; sino nadar contra la corriente y exponer tu opinión y tus sentiminetos a riesgo de ser marginado por todo el mundo, empezando por quienes más te importan.
lunes, 30 de agosto de 2010
domingo, 8 de agosto de 2010
Borracho para siempre
A veces me pregunto: la personalidad que nos sale al emborracharnos ¿es la verdadera que llevamos dentro oculta? ¿O lo es la que tenemos al estar sobrios y esa es una versión alterada?
Alguna gente se puede ofender al leer este post, lo sé. Sé que para muchas personas el alcohol es un gran problema, a lo mejor incluso el mayor problema de sus vidas; aquello que ha roto sus familias, etc. No pretendo ofender a nadie diciendo lo que voy a decir, de verdad.
Pasé unos días en el pueblo de Ikki. Para mí, ir a pueblo de Ikki siempre es en cierto modo una prueba a superar, y él es consciente. Yo, que soy tan tímido, me veo expuesto a que un montón de gente me conozca, a las cual tengo que saludar y con la que tengo que ser lo más agradable posible... El grupo de amigos de Ikki es otro gran escollo a superar. Usando una metáfora, si mi grupo de amigos fueran animales, serían algo amistoso y poco amenazador, como un cachorro de perro de buen carácter. Si sus amigos lo fueran, serían... algo rápido, ligeramente amenazador, siempre en manadas muy grandes, con un sentido del humor afilado. ¿Un grupo de perros-lobo? Son inteligentes, mordaces, rápidos mentalmente, ágiles a la hora de poner apodos (a veces apodos sin mala intención, otras... un poco crueles). Hablan a mucho volumen, se ríen a carcajadas, contestan rápido. Su sentido del humor es del tipo de humillar suavemente a alguno del grupo, de ridiculizarlo de alguna manera o recordarle una anécdota humillante que protagonizó. En fin, no estoy diciendo que sean mala gente porque no lo son, es simplemente que son un grupo con una forma de interrelacionarse un poco violenta en sentido metafórico (y de adolescentes, en sentido literal).
El caso es que el primer día que salimos con ellos, el viernes, me lo pasé muy bien. Fui bebiendo y poco a poco llegué a emborracharme. Cuando me emborracho me convierto en la persona que querría ser todo el tiempo: de repente ese duendecillo que controla lo que digo o no digo, que juzga si es apropiado o no, que piensa y piensa en busca de comentarios y bromas que me permitan integrarme en el entorno... desaparece por completo y simplemnte soy. Todo lo hago con espontaneidad, hablo y me muevo sin pensar, desaparecen las dudas, me río con facilidad. Surge dentro de mí una extraña intuición que no sé dónde anda oculta el resto del tiempo y que me permite entender más fácilmente a todo el mundo porque de alguna forma es como si captase sus pensamientos. Me divertí un montón con el, normalmente para mí, difícil grupo de Ikki.
Puede sonar mal, pero me encanta el Ronan borracho, y desearía poder ser así todo el tiempo. Ese es mi pensamiento principal cuando estoy borracho, y en esos momentos no entiendo por qué no puedo atrapar ese estado, esa tranquilidad, y conservarla conmigo todo el tiempo, hasta la mañana después y para siempre. Quizá no estoy descubriendo la pólvora, pero a veces me pregunto por qué necesitan beber personas como, sin ir más lejos, Ikki, que ya son extrovertidas y seguras de sí todo el tiempo.
Al día siguiente volvimos a salir, pero yo estaba cansado y el alcohol ya no me hacía el mismo efecto, además de que otras circunstancias cambiaron un poco. Fue como arrastrarse por el barro. Finalmente, una vez más no he podido aferrarme a ese sentimiento de seguridad y conservarlo. Pero si esa personalidad está dentro de mí, habrá alguna forma de sacarla sin necesidad de beber, ¿no?
Alguna gente se puede ofender al leer este post, lo sé. Sé que para muchas personas el alcohol es un gran problema, a lo mejor incluso el mayor problema de sus vidas; aquello que ha roto sus familias, etc. No pretendo ofender a nadie diciendo lo que voy a decir, de verdad.
Pasé unos días en el pueblo de Ikki. Para mí, ir a pueblo de Ikki siempre es en cierto modo una prueba a superar, y él es consciente. Yo, que soy tan tímido, me veo expuesto a que un montón de gente me conozca, a las cual tengo que saludar y con la que tengo que ser lo más agradable posible... El grupo de amigos de Ikki es otro gran escollo a superar. Usando una metáfora, si mi grupo de amigos fueran animales, serían algo amistoso y poco amenazador, como un cachorro de perro de buen carácter. Si sus amigos lo fueran, serían... algo rápido, ligeramente amenazador, siempre en manadas muy grandes, con un sentido del humor afilado. ¿Un grupo de perros-lobo? Son inteligentes, mordaces, rápidos mentalmente, ágiles a la hora de poner apodos (a veces apodos sin mala intención, otras... un poco crueles). Hablan a mucho volumen, se ríen a carcajadas, contestan rápido. Su sentido del humor es del tipo de humillar suavemente a alguno del grupo, de ridiculizarlo de alguna manera o recordarle una anécdota humillante que protagonizó. En fin, no estoy diciendo que sean mala gente porque no lo son, es simplemente que son un grupo con una forma de interrelacionarse un poco violenta en sentido metafórico (y de adolescentes, en sentido literal).
El caso es que el primer día que salimos con ellos, el viernes, me lo pasé muy bien. Fui bebiendo y poco a poco llegué a emborracharme. Cuando me emborracho me convierto en la persona que querría ser todo el tiempo: de repente ese duendecillo que controla lo que digo o no digo, que juzga si es apropiado o no, que piensa y piensa en busca de comentarios y bromas que me permitan integrarme en el entorno... desaparece por completo y simplemnte soy. Todo lo hago con espontaneidad, hablo y me muevo sin pensar, desaparecen las dudas, me río con facilidad. Surge dentro de mí una extraña intuición que no sé dónde anda oculta el resto del tiempo y que me permite entender más fácilmente a todo el mundo porque de alguna forma es como si captase sus pensamientos. Me divertí un montón con el, normalmente para mí, difícil grupo de Ikki.
Puede sonar mal, pero me encanta el Ronan borracho, y desearía poder ser así todo el tiempo. Ese es mi pensamiento principal cuando estoy borracho, y en esos momentos no entiendo por qué no puedo atrapar ese estado, esa tranquilidad, y conservarla conmigo todo el tiempo, hasta la mañana después y para siempre. Quizá no estoy descubriendo la pólvora, pero a veces me pregunto por qué necesitan beber personas como, sin ir más lejos, Ikki, que ya son extrovertidas y seguras de sí todo el tiempo.
Al día siguiente volvimos a salir, pero yo estaba cansado y el alcohol ya no me hacía el mismo efecto, además de que otras circunstancias cambiaron un poco. Fue como arrastrarse por el barro. Finalmente, una vez más no he podido aferrarme a ese sentimiento de seguridad y conservarlo. Pero si esa personalidad está dentro de mí, habrá alguna forma de sacarla sin necesidad de beber, ¿no?
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