Ahora, casi sin darme cuenta, hace ya varios días que estoy en esta nueva ciudad, en este nuevo hospital, rodeado de todo este nuevo mundo. Otra vez todo nuevo desde cero, con la única (pero importante) diferencia de que Ikki vive relativamente cerca y podremos vernos, con suerte, más o menos cada poco.
La verdad es que he tardado en escribir en el blog por dos razones: por ahora no tengo Internet, y, sobre todo, cada día habría escrito algo muy distinto. En los días buenos habría escrito algo lleno de optimismo, en los malos habría venido aquí a echar un rezado deprimente (no sería una novedad, je). Y hoy, un día regular, me decido por fin a escribir.
Es muy difícil resumirlo todo en pocas líneas, pero por ahora diría que tengo la sensación de haber tenido suerte. En general mis nuevos compañeros son amables, dispuestos a explicármelo todo y ayudar siempre que se lo pido. Después de la experiencia del año pasado tengo aún mucho miedo de que esto sea un espejismo y de pronto yo les empiece a resultar antipático, soso o excesivamente torpe… Ya está, ya lo he dicho, ese es mi gran miedo. En fin, la verdad es que por ahora voy aprendiendo todo lo que puedo sobre la mecánica de trabajo de este sitio (hay mucho que aprender, y días como hoy en que simple y llanamente me parecía que ocurrían demasiadas cosas como para dar abasto), y los compañeros están siendo simpáticos conmigo.
Cuando digo que creo que he tenido suerte lo digo también porque al poco de conocerme, un chico del hospital me invitó a tomar algo, imaginando que aquí no conocía a nadie. Para no enrollarme mucho, resulta que a este chico al parecer le gusté y en principio los tiros iban por ahí, pero al explicarle que estaba con Ikki, pues la cosa quedó bien y nos pusimos a hablar de nuestras vidas, y después me ha ido presentando a amigos suyos… En definitiva, nada más conocerme me han hecho un hueco en su grupo de amigos, y la verdad es que me siento muy afortunado y agradecido. Con lo dura que fue la adaptación a la Ciudad X, a la que me fui a vivir anteriormente (y donde luché por integrarme con uñas, dientes y sobre todo muchas lágrimas y nervios), me parece mentira que esta vez todo haya ocurrido tan fácil y espontáneamente.
Tanto, que la verdad es que me entra el miedo de que algo malo venga detrás, como decía la canción… Aunque parezca una tontería, supongo que es algo que nos pasa a casi todos, el tener esa sensación de que tenemos una especie de declaración de la renta con el equilibrio cósmico.